Elecciones vascas 12 de julio: Un chispazo del pasado se cuela en el arranque de la campaña
Diario de campaña ·
Los incidentes de Sestao en el mitin de Vox provocan un choque entre Urkullu y EH Bildu en el primer fin de semana de campañaLos incidentes en el mitin de Vox en Sestao el pasado viernes han colocado una línea roja en la campaña electoral. Ayer, en Irun, el fuerte despliegue de la Ertzaintza ... logró controlar la situación y evitar que se reptiesen. Pero el ataque con piedras, bengalas y botellas contra el acto del viernes, con una diputada de esta formación herida en la cabeza, nos recuerda tristes páginas de nuestra reciente historia contemporánea. Los tiempos han cambiado pero, a veces, no del todo.
La intolerancia es un capitulo básico para cualquier demócrata que, con independencia de lo que sienta o deje de sentir hacia los mensajes de Vox, tiene que saber distinguir perfectamente cuál es la línea divisoria entre la libertad de expresión y la intimidación violenta. Los ataques fueron ayer condenados por Iñigo Urkullu y por Carlos Iturgaiz, lo que le sirvió al candidato del PNV unos severos reproches por parte de la aspirante de EH Bildu, Maddalen Iriarte, que denunció su supuesta «equidistancia» y reclamó que, «frente al fascismo», no cabe tolerancia alguna. «Cero patatero», apuntó gráficamente. El duelo abre un debate interesante sobre la propia identidad de la democracia que se ha colado en campaña cuando casi nadie lo esperaba.
Lo cierto es que el episodio no se volvía a repetir ayer en Irun. Y el papel de la Ertzaintza en defensa del derecho legítimo a convocar un acto político amenaza con reabrir un frente de polémica para su explotación electoral, con una izquierda abertzale que cree que puede desgastar al PNV por ese flanco y Vox, que convierte a Urkullu en el responsable de la situación y en cómplice del acoso de los radicales por su «equidistancia». El lehendakari observa cómo la pinza acción-reacción busca abrirse un hueco en un relato hasta ahora centrado en la vertiente social y económica tras el Covid-19.
Pese a todo, el guión de campaña sigue sus compases y ayer buscó, gracias al buen tiempo, una cierta presencia social todavía limitada por las distancias de seguridad y la restricción de aforo en los actos públicos. Tras la prueba de estrés de los últimos meses aflora «un pulso constante, una tensión permanente». Urkullu calificaba ayer con esta dureza su relación con Pedro Sánchez, y señalaba que percibe una «tentación recentralizadora» en el Ejecutivo, sobre todo en materia educativa y sanitaria. Lo hacía el mismo día que Andoni Ortuzar, presidente del PNV, se enfundaba en Amorebieta la camiseta verde de la selección de Euskadi, y apelaba al sacrificio colectivo para levantar el país. «A sudar la camiseta», arengaba ayer ante un público provisto de mascarillas en esta localidad.
Detrás del zasca político de Urkullu contra Sánchez, que hoy visita San Sebastián para apoyar a Idoia Mendia, anida una operación más sibilina. Los nacionalistas vascos quieren proteger su espacio de influencia en la clase media vasca y evitar que el presidente del Gobierno, con un mensaje reformista y apaciguador, logre perforar ese fortín sociológico que otorga mayorías amplias y bastante transversales y que siente un profundo aprecio al autogobierno, entre otras razones, porque ha sido el motor de la modernización del país. No es baladí que el CIS revela que hasta un 68% de los electores del PNV aprueban la gestión de Sánchez en la crisis sanitaria. Y es que la conquista del centroizquierda vasco social es el indisimulado objeto del deseo en los comicios de julio.
El 'eje del Ebro'
A su vez, Idoia Mendia se hizo ayer acompañar de las presidentas socialistas de Navarra, María Chivite, y de La Rioja, Concha Andrade, para visualizar el liderazgo de las mujeres. Un nuevo 'eje del Ebro' que pretende sacudir conciencias y ser un verdadero revulsivo. Antes de que llegara la pandemia, era el debate.
A la espera de que Pablo Casado llegue hoy a Labastida para intentar rascar apoyos en el tradicional feudo popular de La Rioja Alavesa, Carlos Iturgaiz se lanzó ayer a degüello del PNV al asociar al «régimen nacionalista» el «éxodo de muchos jóvenes vascos» que, en su opinión, están hartos de las dinámicas de imposición de los jeltzales «contra la libertad y la igualdad». El aspirante del PP+Cs -en modo de 'guerra ideológica' frontal- está dispuesto a jugar a saco la baza constitucionalista, convencido de que hay un relevo generacional que empieza a segar los pies a la ideología nacionalista. José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, fue ayer su telonero de lujo en Bilbao.
Iturgaiz eleva el tono, claro, porque mira también de reojo el protagonismo de Vox. Cualquier expectativa de esta formación amenaza a la coalición PP+Cs. Santiago Abascal hoy visita Laguardia, bien cerca de Labastida, Casado y Abascal cortejan al votante a muy poca distancia geográfica. Resulta bien elocuente que La Rioja Alavesa sea hoy en el escenario de una batalla cruda por el voto entre la familia de la derecha sociológica más españolista, un término hoy en desuso pero que utilizó bastante al inicio de la Transición.
'Día del Orgullo' y 'eje de izquierdas' para sacudir el tablero
Elkarrekin Podemos aprovechó la jornada de ayer para reivindicar los derechos del colectivo LGTBI en vísperas, hoy del Día del Orgullo. Miren Gorrotxategi sigue con su relato de 'gobierno progresista' a varias bandas, con PSE y EH Bildu. Los estrategas electorales de Elkarrekin Podemos creen que, más allá incluso del 12-J, la cultura de cambio desde la izquierda es la única palanca real para mover algún día el escenario social y político y terminar con la mayoría del PNV. Es decir, hasta el final con este mensaje que, sostienen, ha calado como una idea-fuerza en la sociedad y va a terminar por sacudir al electorado de izquierdas. En esa línea preparar un acto de fuerte contenido simbólico para interpelar a PSE y EH Bildu.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión