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Un nuevo estudio constata que el odio en las redes sociales está coordinado

Un nuevo estudio constata que el odio en las redes sociales está coordinado

La investigación de ocho universidades españolas apunta a patrones comunes en los ataques a periódicos en X, Facebook y webs

Miércoles, 4 de diciembre 2024, 12:23

«Charo y mongola, encima es de las que se lo cree», «lo que tienes que hacer es ir al gimnasio, g0rd4» o «eres gilipollas integral, perdón porque te falte. De verdad.». Estos son algunos de los mensajes que Inés recibe a diario en su perfil social de X (antes Twitter). Pero no son los únicos, el buscador de esta y otras tantas redes están plagadas de mensajes de odio, insultos, descalificaciones y amenazas.

Una veintena de investigadores de ocho universidades españolas, coordinados por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), han analizado más de nueve millones de mensajes publicados en las páginas web de medios de comunicación y de las respuestas que reciben sus perfiles sociales.

Durante más de cuatro meses han categorizado manualmente «cerca de un millón de textos», explicó Elías Said, investigador principal del grupo de inclusión socioeducativa e intercultural, sociedad y medio de UNIR. Un trabajo minucioso que les ha permitido observar la forma en la que el odio se expande y cala en la sociedad. «No se produce por azar», señaló Said. «Es muy difícil que 50 parejas bailen exactamente igual en un salón, replicando los mismos pasos. El odio no es espontáneo, hay una coordinación detrás, la mayoría no son personas, sino grupos políticos e ideológicos con intereses muy concretos», añadió.

Aunque los investigadores no han establecido una hipótesis, detrás de estos odiadores de medios hay «granjas de bots, de trols y grupos dirigidos desde Filipinas, Venezuela o Rusia», detalló el coautor de la investigación. El estudio, siguiendo la línea de otros trabajos, confirma que estos mensajes son esparcidos por una cuenta y «perfectamente organizados» son amplificados por otras. «No necesariamente son grandes personas o 'influencers', son anónimas y con pocos seguidores y pocos seguidos», reconoce.

«El odio no es espontáneo, hay una coordinación detrás, la mayoría no son personas, sino grupos políticos e ideológicos con intereses muy concretos»

Este análisis del perfil de una parte de los «odiadores de medios» se realizó a partir de una muestra de mil cuentas que habitualmente atacan a medios españoles. Su coordinación iría más allá de una plataforma: hay patrones de escritura similares en X, Facebook y las webs de medios.

Odio a raudales

Tras varios años de trabajo, el equipo liderado por Elías Said y Julio Montero, ambos profesores de la UNIR, ha conseguido cartografiar el odio presente en las redes sociales y el resultado es el fango instalado alrededor de los perfiles y las páginas de los medios. «No medimos el odio, sino los discursos, que son como la fiebre que da medida de lo que hay debajo, el odio real o la infección», destacó Montero.

La investigación revela que el 56,2% de los mensajes en general eran de odio, y era Twitter la que reunía más ataques, con un 61,3% de la muestra eran variantes de desprecio, insultos o amenazas. El trabajo divide asimismo el odio en niveles de intensidad y también sobre quién o qué grupo de la sociedad se divide. «Los políticos y los periodistas son la diana», señalaron los autores. «Especialmente si representan a un colectivo, ya sea mujer, persona mayor u homosexual», apuntaron. No obstante, una de las conclusiones principales es que mayoritariamente el odio se dirige en general.

Y este suele ser de intensidad baja, según la clasificación llevada a cabo por los autores. «Esos mensajes permiten convertir el odio en parte de la cultura», señaló Montero. «No generan violencia, pero generan tolerancia ante la hostilidad, ante la discriminación y una cultura cada vez más permeable al odio. La normalización de estados de odio es el peligro más patente para una democracia». La investigación ha demostrado que los mensajes de menor calado son más efectivos y, por lo tanto, suponen «un grave problema para nuestra sociedad».

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Así lo concluyen los profesores de las ocho entidades universitarias participantes que han convertido el estudio en una herramienta en tiempo real para que los medios de comunicación «o cualquier otra institución» vigile cómo en su entorno virtual se tejen redes de mensajes de odio para que puedan tomar decisiones proactivas y no solo reactivas. «Ahora desde abajo se hacen campañas eficaces que sitúan a los medios en una posición de no seguridad. Pueden abandonar la carretera y no circular por ahí, pero han de asumir las nuevas responsabilidades, que tienen muy poco que ver con el mundo del papel», recordó Montero.

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