Laida Jauregi (Zizurkil, 23 años) se parece a la terapeuta Maggie Siff en la serie de televisión 'Billions'. Trabaja desde hace algo más de un año como consultora del equipo de personas en LKS Next, donde participa en tareas como la descripción de puestos, el desempeño de las personas, la evaluación de las tareas, los sistemas retributivos, las estructuras organizativas... En definitiva, ha desarrollado el sentir y el olfato. Por eso sabe lo que la gente busca, lo que quiere y lo que sueña en su carrera, sean jóvenes o veteranos de su empresa.
–¿En qué aspectos se fija un trabajador?
–En las condiciones que ofrecen las compañías. Ya no es tanto el salario, que obviamente también, sino sobre todo la estabilidad.
–La palabra mágica.
–Sí. En un entorno en el que ha habido tantos cambios últimamente –burbuja inmobiliaria, pandemia, crisis energética, guerra en Ucrania...–, lo que la gente busca es estabilidad y seguridad.
–¿La empresa privada flaquea en este sentido?
–Sí. A ver, todo depende de la edad, la formación y la personalidad del empleado. En el ámbito de la Educación, Administración, Medicina y Enfermería es más habitual inclinarse por el ámbito público, más estable.
–¿Cuáles son los ejemplos que con mayor frecuencia ve en su día a día?
–He visto muchos casos de ingenieros que, viendo que en el sector privado no encuentran la estabilidad tras varios años, han optado por hacer un máster para acabar como profesores. ¿Si es muy común? En mi entorno lo he visto. Y también de gente que abandona su formación y hace otra cosa totalmente distinta. Cada vez hay más.
–Quizá antes había más ilusión e implicación por desarrollarse y probar nuevas cosas. Ahora, en cambio, por todos los cambios que ha habido, la gente tiene más miedo y busca la estabilidad. Te voy a decir una cosa.
–Dígame.
–Cuando preguntamos a las personas que terminan el Grado Superior cómo quieren estar dentro de cinco años, todos hablan de la estabilidad, además del entorno, el clima laboral y el sueldo.
–¿Qué fuerza tiene la vocación ante la estabilidad?
–(Suspira). Está perdiendo la batalla. La gente busca unos estudios que tengan salidas laborales. Antes lo habitual era ir a la Universidad y, si acaso, sacarse un Máster. Ahora mucha gente, con un Grado Superior, ya encuentra trabajo con 18 o 20 años.
–¿Y cómo puede seducir la empresa privada al empleado para que no se vaya?
–Con medidas que incidan en el bienestar y en la flexibilidad laboral. Ya no es sólo el salario sino la conciliación, que es clave. Estamos viendo que las empresas privadas están poniendo el foco en el horario. Tener esa flexibilidad en la entrada y en la salida, las vacaciones... La gente ya no busca ese horario eterno en la oficina. Trabajar más horas de golpe y compensar con días libres es otra fórmula.
–¿Qué más cosas?
–El teletrabajo. Que una persona pueda organizar su jornada laboral con flexibilidad ayuda mucho. O que tengas comedor en tu empresa.
–(...)
–Hay otro aspecto en el que la empresa privada tiene mucho ganado. Y es que si vas a la Administración Pública no suele haber muchas posibilidades de crecer y desarrollarte. Yo, en cambio, en mi empresa sí veo más opciones de abarcar otras áreas, probar cosas nuevas, conocer mundo... Eso me parece muy importante. A mí me llena.
–¿Las empresas más grandes están reaccionando con agilidad ante este desafío?
–Sí, porque se están dando cuenta del problema que supone la pérdida y atracción de talento. Por eso es tan importante que se centren en el bienestar de sus empleados y cuidar su salud. Hablar con los trabajadores, ver sus necesidades y centrarse en cada uno, no en el grupo.
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