Brian Mera: «Dependo para todo de mi madre»
El donostiarra Brian Mera tiene a sus 29 años una gran invalidez tras sufrir una caída desde diez metros de altura que le causó daño cerebral severo,y litiga para exigir responsabilidades
Brian era un joven de 25 años lleno de vitalidad, al que se le daba muy bien la mecánica. «Tenía un buen coche que había ... cambiado a mi gusto, tal y como había hecho anteriormente con una moto», relata con voz pausada. «Contaba con un pabellón en el que realizaba estos trabajos para él y también para sus amigos. Era su hobby», añade su madre, Yolanda Equiza, que se ha convertido en su voz, sus ojos, sus manos... No en vano su hijo depende de ella las 24 horas del día: para levantarse, asearse, realizar tareas cotidianas y para llevar la silla de ruedas a la hora de desplazarse.
Yolanda es una madre luchadora. Ha tenido que sacar las fuerzas físicas y mentales que no tiene su hijo, porque se las arrebató un accidente laboral, para poder exigir que se haga justicia. Y es que aquel 15 de junio de 2020 lo que podía haber sido un trabajo rutinario se convirtió en un día fatídico, casi mortal.
Este joven donostiarra de Intxaurrondo, que trabajaba para la empresa Spanset S. A. de Villabona, acudió junto con una compañera a las instalaciones que la empresa Edscha S. A. Santander, tenía en Guarnizo, una localidad cántabra, a revisar el mantenimiento de las líneas de vida, una labor que subcontrataban a su empresa. Unas líneas de vida que rodeaban el tejado, formado por placas de fibrocemento. «Unas placas que al ir a realizar el trabajo crujían y daban mucho respeto», según indicó Brian a su compañera en aquel momento. De hecho, se dijeron entre ellos «aquí poca broma» porque eran conscientes del peligro que entrañaba esa estructura. «Una conversación que quedó recogida en el atestado que levantó la Guardia Civil de Cantabria tras la declaración de su compañera», explica David Pena, abogado de ELA, que lleva la causa de Brian.
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Y es que cuando había concluido prácticamente su trabajo se rompió una de esas placas y Brian se precipitó al suelo desde diez metros de altura. En este punto es Yolanda quien retoma el relato. «Estuvo en coma más de un mes en la UCI y muchos meses en semicoma. A los dos meses lo trasladaron desde Santander al Hospital Donostia. Le tuvieron que realizar varias intervenciones. Estuvo en peligro de muerte, como un vegetal. No hablaba, no se movía...».
Logró esquivar la muerte, pero a partir de ahí se inició todo un proceso de rehabilitación. «Primero estuvo siete meses en Aita Menni en Arrasate porque tenía daño cerebral severo, los nervios ópticos dañados y muy limitado el movimiento del lado izquierdo de su cuerpo». «Antes veía todo, podía andar solo... Ahora casi no veo, apenas puedo mover la mano izquierda. Depende para todo de mi madre». Es Brian quien habla con sus ojos ocultos tras unas gafas oscuras y un pinganillo en sus oídos a través del cual la ONCE le transmite mensajes e informaciones, porque no puede leer.
«Acude al Centro de Día de Aita Menni en Donostia de diez de la mañana a cuatro de la tarde, donde hace rehabilitación física y pasa el día con otras personas», comenta Yolanda. Esa es la rutina de su hijo cuatro años después del accidente. La Seguridad Social le reconoció una gran invalidez, pero tanto él como su madre quieren que «se haga justicia, que se depuren responsabilidades» porque señalan que «no se cumplían las medidas de prevención de riesgos laborales».
«Antes veía todo, podía andar solo... Ahora casi no veo, apenas puedo mover la mano izquierda», relata Brian, en silla de ruedas
Brian Mera
Trabajador accidentado
En este apartado es David Pena, abogado de la Fundación Bidelagun de ELA –creada hace tres años para abordar las cuestiones de Seguridad y Salud Laboral– el que relata todo el proceso judicial emprendido. Explica que «no se les informó a Brian y a su compañera del riesgo de las placas, porque si no habrían tomado otras medidas». Además, añade que en los trabajos en altura es obligatorio que haya un recurso preventivo tanto por parte de la empresa principal como de la subcontratada y que «en ninguno de los dos casos se garantizaba ese recurso».
Brian tiene tres procedimientos abiertos. Uno de recargo de prestaciones por falta de medidas de seguridad, lo que implicaría de ser reconocido un recargo del 50% en la pensión. Además, reclama una indemnización de responsabilidad civil por daños y perjuicios por 1.509.835 euros. Y finalmente un procedimiento penal porque, según el abogado, «las empresas aportaron documentación con firmas de Brian falsificadas, como queda patente en un informe pericial encargado por el abogado».
David Pena explica que «no se trata de firmas irrelevantes, porque figuran en la supuesta entrega de EPIs, de información de riesgos del puesto de trabajo... informaciones que tienen una relevancia directa en el incumplimiento de las medidas de prevención de Riesgos y de Seguridad Laboral. También hay una fecha alterada». Además, destaca que «es muy grave aportar documentación falsa a un juzgado y a la Guardia Civil».
El abogado de ELA explica que este procedimiento penal que se puso en marcha el año pasado ha retrasado las dos demandas anteriores porque las condiciona totalmente. Apunta que hasta el momento todos los informes públicos para los recargos y la indemnización deniegan que hubiera incumplimiento de medidas de prevención de riesgos laborales pero añade que «tienen muchas deficiencias» y que van a demostrarlo.
«Cumplimos con la normativa», dice la empresa
Desde Spanset quieren expresar ante todo que sienten «un profundo dolor por el accidente; que supuso un golpe emocional muy fuerte, tanto por la situación que está sufriendo él como su familia». Añaden que la empresa está «muy preocupada por la seguridad de sus trabajadores, que los trabajos de seguridad en altura conllevan un riesgo y que Brian era un profesional especializado, debidamente formado, que tenía la información, materiales y la protección necesaria para estas tareas. Cumplimos con toda la normativa». Recuerdan que «todas las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento eximen a la empresa de responsabilidad alguna» y añaden que «esperamos que las reclamaciones y causas abiertas concluyan como las investigaciones anteriores».
Pero Yolanda y Brian reclaman «justicia. Tienen que pagar por ello». Es la frase con la que se despiden mientras la madre tira de su hijo en una mañana lluviosa, donde hasta coger un taxi adaptado se convierte en una tarea titánica.
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