El sector de la Biosalud urge una financiación especializada
Los expertos advierten de que este segmento requiere de plazos de maduración más largos y de agentes más pacientes y profesionales
Gipuzkoa, y sobre todo el parque empresarial de Miramón, se ha convertido en relativamente poco tiempo en un efervescente polo de actividad en ... el prometedor campo de la llamada industria de las biociencias o la biosalud. Sin apenas darnos cuenta, y muy a la guipuzcoana -esto es, haciendo pero apenas diciendo- nos encontramos con un corpus empresarial ligado a todo ese mundo que va desde pequeñas 'start-up' a firmas ya consolidadas que, como Viralgen, han apostado por Donostia para ser punta de lanza de la terapia génica en Europa. Hay materia prima más que suficiente. Mimbres para conformar un futuro brillante. Pero resulta que este sector es especial y requiere de otras cosas diferentes que no necesitan, por ejemplo, la industria o la tecnología para 'explotar'.
Como advierte Julia Salaverría, una de las personas que más experiencia acumula hoy en España en la financiación de proyectos de este tipo, «es un sector que resulta otro mundo y que lleva a aparejado el apellido 'riesgo'». Por eso, apunta, «es necesaria la especialización en todo, también en las actividades de financiación».
Los proyectos en las biociencias requieren de apoyos financieros muy prolongados
¿Por qué este mensaje? Lejos de lo que pueda parecer, la industria ligada a la salud humana requiere de tiempos larguísimos de maduración de los proyectos. Hablamos de un sector en el que la ideas, por muy buenas que sean, necesitan autorizaciones, pruebas eternas, validaciones, permisos de las autoridades de salud nacionales o internacionales, certificaciones...
Un mundo que presenta, además, un handicap añadido. Y es que esas empresas y sus ideas, al requerir tiempos tan largos -en proyectos, además, de altísima incertidumbre- necesitan consumir ingentes recursos financieros. En definitiva, son proyectos que dependen de inyecciones financieras más intensas durante plazos más extensos y, muchas veces, sin ninguna certidumbre sobre su éxito.
Por eso Salaverría insiste en el capítulo del riesgo. Una circunstancia en la que coincide, claro está, al cien por cien el emprendedor sentado a la mesa. Juan Arregui ha creado -junto a Aritz Lazkoz- Debeb Medical, cuyo producto estrella es un brazo robótico equipado con cámaras y sensores en el extremo que permite identificar en tiempo real y en condiciones de quirófano cada tipo de tejido en cirugías de cráneo y columna.
Este ingeniero por Tecnun y antiguo trabajador de CAF (igual que Lazkoz) destaca que Gipuzkoa es tierra fertil para la financiación pública en las primeras etapas de las 'start-up' locales. «Diputación, Gobierno Vasco, Gobierno central, Europa, hasta la comunidad de vecinos te puede ayudar al inicio, sobre todo si trabajas en las llamadas líneas estratégicas», dice.
Algo en lo que coincide el diputado de Promoción Económica, Imanol Lasa: «No conozco ningún proyecto apoyado por el BIC que no reciba financiación pública, esa es, sin duda, una de las grandes fortalezas del territorio». En la lista de deberes Lasa reconoce que la Administración «tiene que ser más rápida y flexible» en sus movimientos en apoyo de los emprendedores del territorio.
Marisa Arriola coincide con el resto en el análisis, pero pone en valor que «en Gipuzkoa somos grandes conseguidores de fondos», en alusión al elevado número (y al consiguiente volumen de dinero) que logran, por ejemplo, de la Estratagia 2020 de la Comisión Europea, proyectos nacidos en el BIC.
Julia Salaverría pone encima de la mesa el problema del llamado 'valle de la muerte', ese periodo de tiempo en el que la primera idea ya se ha convertido en empresa pero necesita dinero para crecer. Y Lasa acepta el envite y advierte de que «toca cambiar y repensar un poco la líneas de apoyo para crear algunas con las que acompañar a los emprendedores en esa segunda etapa». «La idea es tener un papel mayor y lograr que Gipuzkoa sea una marca reconocida y hacer una fuerte promoción que traiga proyectos», añade.
Josetxo de Frutos insiste en esa peculiaridad de la biociencia, defiende que «todos los agentes se alineen para llegar antes al mercado» y aplaude el fracaso como escuela: «Del fracaso, cuando te la pegas bien, es de donde más se aprende», concluye.
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