La guerra dispara el precio del aluminio y el paladio y frena de nuevo a la automoción vasca

Las consecuencias no se han hecho esperar y la planta de Michelin en Lasarte-Oria –en la que trabajan cerca de 500 personas y su capacidad de fabricación de neumáticos es de 13.870 t. /año– ha parado su actividad este fin de semana y el siguiente como consecuencia del conflicto bélico. También la factoría de Vitoria, la segunda industria más grande de Euskadi, anunció este pasado jueves que paralizará su actividad durante cuatro jornadas. En este caso las cancelaciones tendrán lugar este fin de semana y el siguiente, los días 5, 6, 12 y 13 de marzo. La firma explicó que «con motivo de la situación excepcional, provocada por causas de fuerza mayor, en la coincidencia de anomalías en la cadena de aprovisionamiento de materias primas, es necesaria la desactivación». Mercedes también ha suspendido todas sus exportaciones a Rusia y ha bloqueado el envío de 400 furgonetas desde la planta de Vitoria.

La automoción da de comer a cerca de 41.000 personas en Euskadi y representa entre el 17 y el 20% de su PIB. Respecto al número de empresas, el País Vasco cuenta con cuatro plantas productivas que posee Gestamp, y CIE Automotive, una, sin olvidarnos de la división de automoción de Mondragon.

La gasolina y el diésel han alcanzado en 2022 precios de auténtico récord. Al ser Rusia una de las grandes potencias petroleras del mundo, la operación militar en Ucrania ya está teniendo consecuencias sobre el precio del petróleo. Si echamos un vistazo al balance comercial de Euskadi, observamos que en el último año importó bienes desde Rusia por valor de 1.378 millones– un 85,8% corresponden a productos derivados del petróleo (1.173 millones)–, la cifra más alta de los últimos cuatro años. Las importaciones desde Ucrania fueron mucho mucho más modestas (160 millones).

Pero el alto precio de los combustibles fósiles no es solo el único problema al que se enfrenta la industria automovilística del País Vasco. El conflicto también está disparando los precios de materias primas fundamentales para la fabricación de coches, como el aluminio y el paladio.

Rusia es el segundo mayor productor mundial de aluminio, un material que se emplea para la fabricación de automóviles, y su precio ha aumentado alrededor de un 15% en lo que va de año. El aluminio ofrece una reducción de peso del 40% respecto al acero, por lo que los automóviles consumen menos y rinden más. Este material está presente en secciones del bastidor, en la suspensión, en el cableado eléctrico o en las llantas de aleación. Rusia produjo 3,8 toneladas de aluminio en 2021, en torno al 6% de la producción mundial. El conflicto bélico ya ha provocado el aumento del precio de este material. Si regresamos de nuevo a las compras que efectuó Euskadi al exterior en el pasado ejercicio, apreciamos que la partida 'productos semielaborados de aluminio' apenas representa el 1% del total de los bienes importados desde Rusia (14 millones).

La primera voz autorizada para arrojar algo de luz sobre cómo el conflicto entre Rusia y Ucrania puede afectar a la industria automovilística es la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), sin emargo, esta asociación a rehusado realizar cualquier tipo de declaración al respecto.

El país dirigido por Vladimir Putin también es el primer productor del paladio. Este metal precioso ha incrementado su valor un 7% en las dos últimas semanas, situándose por encima del precio del oro, rozando los 2.500 dólares por onza (una onza son 28,3 gramos). El paladio está presente en las baterías de los coches eléctricos e híbridos y en los catalizadores de los motores de gasolina y diésel, ya que sus propiedades fisicoquímicas lo hacen ideal por su buena conductividad térmica. Más de la mitad de la producción del paladio va a parar a los convertidores catalíticos o catalizadores. Tienen como misión convertir hasta el 90% de los gases nocivos de los vehículos (monóxido de carbono, óxido de nitrógeno e hidrocarburos) en sustancias menos contaminantes y peligrosas para la salud.

Inés Anitua, directora general del clúster vasco de automoción (Acicae) que integra un total de 300 empresas (sin incluir a Mercedes), señaló estos días que «cabría esperar un encarecimiento de estas materias primas o una limitación de las exportaciones. En cualquier caso, surgirán repuntes inflacionistas que no ayudarán a que empresas y consumidores cambien de coche, en un contexto de mayor incertidumbre económica».

Desde la Asociación de Empresarios de Automoción de Gipuzkoa (AEGA), su secretario general, Juan María López Osa, sostiene que el conflicto en tierras ucranianas «supone otro frenazo a la recuperación de nuestro sector. La guerra va a tensar los precios de las materias primas. Las fábricas de Euskadi que dependan del suministro de metales y componentes rusos tendrán que buscar proveedores alternativos. Todo ello conlleva una subida de precios y unos mayores costes de producción que podrían verse reflejados en los consumidores, aunque existe tal nivel de incertidumbre que resulta complicado hacer predicciones a futuro sobre si el precio final de un vehículo va a subir».

Otra de las consecuencias de la guerra que ya se ha dejado notar en los países en conflicto –y también en Euskadi– es que varias fábricas ya han programado paradas en su producción. Renault, Stellantis y Volkswagen pueden ser las compañías automovilísticas más perjudicadas por la previsible falta de suministro de piezas dada su implantación en el mercado ruso.

El grupo Renault es fabricante de Lada y AutoVAZ, las dos marcas líderes en el mercado ruso, y esta última opera con piezas importadas en un porcentaje que va del 20 al 40%, por lo que no se descarta el cese de producción. Rusia es el segundo mercado en importancia para Renault y supone el 18% de las ventas globales de la marca.

Stellantis cuenta con una fábrica en Kaluga (Rusia) que opera junto a Mitsubishi, donde produce las furgonetas de PSA (Citroën, Opel y Peugeot), mientras que el Grupo Volkswagen produce en Rusia los modelos Polo, Tiguan y Skoda Rapid. Esta última marca ya ha anunciado que detendrá la producción durante unos días en dos fábricas alemanas (Dresde y Zwickau) después de un retraso en la fabricación de piezas en Ucrania.

En un comunicado oficial, Volvo anunció el pasado lunes que deja de vender coches en Rusia tras la invasión a Ucrania. La marca sueca se convierte así en el primer fabricante internacional en congelar los envíos a Rusia tras estallar el conflicto. El fabricante de automóviles tomó la decisión debido a los «riesgos potenciales asociados con el comercio de material con Rusia, incluidas las sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos», dijo Volvo en un comunicado. «Volvo Cars no entregará ningún automóvil al mercado ruso hasta nuevo aviso».

Javier Bagués, presidente de Ventas de la Asociación de Empresarios de Automoción de Gipuzkoa (AEGA) y gerente del Grupo Gorla (Opel, Mercedes, Peugeot, Ford, Toyota y Citroën) se muestra un tanto escéptico ante las posibles consecuencias que el concflicto en Ucrania pueda tener sobre la industria automovilística vasca. «Está claro que supone un frenazo en la recuperación del sector, pero creo que todavía es un poco pronto para saber qué va a pasar. A corto plazo no deberíamos de tener problemas de suministro de vehículos, y tampoco creo que el precio de un turismo vaya a subir, aunque existe mucha incertidumbre. El principal problema de nuestro sector sigue siendo la escasez de semiconductores».