Subir o bajar impuestos, ésa es la cuestión
El enorme agujero recaudatorio provocado por la pandemia obliga a las instituciones a tomar una decisión. Está en juego el Estado del bienestar
Gipuzkoa comenzó el año 2020 con botellas de champán. Cabría pensar que así es todos los años pero es que la Hacienda foral recaudó en ... el año anterior 5.024 millones de euros, un récord sin precedentes. La economía del territorio atravesaba un buen momento y las arcas se llenaban de dinero, promesas e ilusiones. Con todo, el diputado de Hacienda, Jabier Larrañaga, con esa prudencia tan guipuzcoana que le caracteriza, recordaba en más de una ocasión que había que estar preparados para cuando cambiara el viento.
En ésas llegó un huracán. El Covid ha cambiado las reglas del juego. El virus ha creado un cataclismo de proporciones gigantescas. Ha modificado nuestra vida de arriba abajo y paralizado las economías de todo el mundo. Ello ha provocado unos enormes agujeros recaudatorios en las Haciendas. Si la economía se para, la producción se estanca, el empleo se destruye, el consumo se retrae y las instituciones sufren.
Gipuzkoa prevé recaudar un 20% menos precisamente después de firmar su mejor ejercicio de la historia
Las últimas previsiones indican que la caída de ingresos del fisco guipuzcoano rondará el 20%. Una reducción en línea a la registrada hasta julio, según hemos conocido este miércoles. El Gobierno Vasco, a través de su consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, maneja unas cifras similares. Y pese a que el acuerdo in extremis rubricado la pasada semana por el Ejecutivo central y Lakua para fijar los límites de déficit (2,6%) y deuda pública (15,9%) se ha considerado de gran importancia para ganar tiempo, todos están de acuerdo en que el futuro inmediato obligará a modificar la política fiscal para afrontar los desafíos de envergadura que la crisis exigirá en su vertiente social y económica.
De hecho, el PNV, el PSE y el PP acordaron revisar este año los efectos de la reforma fiscal que negociaron en 2017, en la que introdujeron una serie de modificaciones en el entramado impositivo vasco. Los cambios afectaron de lleno a dos de los tres tributos que gestionan las diputaciones forales: el Impuesto de Sociedades y el Impuesto de Patrimonio. Obviamente, las consecuencias de la pandemia distorsionan cualquier análisis.
Ventajas y desventajas
¿Hay que subir los impuestos o bajarlos? ¿Una revisión al alza de los tributos permite recaudar más o no? ¿Se pueden bajar los impuestos y mantener los servicios públicos? ¿Qué es lo más recomendable en épocas de vacas flacas? Los partidarios de elevar la carga fiscal consideran que es la via más rápida y eficaz para tapar agujeros o aumentar los ingresos. El Estado recauda más a costa de un mayor esfuerzo de los ciudadanos y mantiene así los servicios públicos. En cambio, los defensores de bajar los impuestos defienden que esa política permitirá mayores recursos porque incentivará la contratación y subirán los salarios y el consumo.
El esfuerzo de las administraciones será gigantesco para sostener las múltiples necesidades sociales
En este área, como en todas las cosas importantes de la vida, hay matices. La virtud está en el equilibrio, pero lo que está claro es que las administraciones van a realizar un esfuerzo mayúsculo con las arcas públicas tensionadas por el lado del gasto y desinflándose los ingresos. Y la sociedad mira a las instituciones, que deben dar el paso. Está en juego el Estado del bienestar. Un vistazo a los clásicos nos lleva a la Francia del siglo XVII. Como decía Jean-Baptiste Colbert, ministro de Luis XVI, «el arte de recaudar impuestos consiste en desplumar al ganso obteniendo la mayor cantidad de plumas con el mínimo de graznidos».
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