La recaudación del impuesto de Sociedades en Euskadi sufre la segunda mayor caída desde 2010
La coyuntura económica que está marcada por la incertidumbre impacta en los resultados financieros de las empresas de Euskadi
El segundo peor dato en más de una década. Sólo por detrás del año de la pandemia, que no permite comparación. La recaudación en Euskadi ... del Impuesto de Sociedades, el impuesto que grava los beneficios empresariales, sufrirá en 2025 la segunda peor caída en ingresos desde 2010, en la resaca de la burbuja inmobiliaria. Si se cumplen las previsiones anunciadas este lunes en el Consejo Vasco de Finanzas, las compañías del País Vasco que hayan obtenido ganancias, pagarán en impuestos un total de 1.491 millones de euros, 249 menos que en el ejercicio anterior, lo que supone un retroceso del 14,3% –ver gráfico adjunto–.
Un desplome que fue mayor en 2020, cuando se hundieron un 20%. Quitando aquel episodio fuera de lo común, hay que retrotraerse a 2010, 2009 y 2008, años de la crisis financiera, para encontrar hundimientos del 19,8%, 27,2% y 16,8%, respectivamente. Un fuerte descenso previsto para este ejercicio en Euskadi que también se espera en Gipuzkoa aunque con menor intensidad. En nuestro territorio, la bajada es de 54 millones: un 10,5%.
Detrás de este descenso generalizado no hay una única causa, sino una combinación de factores económicos que están afectando de lleno a las empresas vascas y, por tanto, a los ingresos fiscales que dependen de sus beneficios. En los últimos meses, la actividad económica se ha visto ralentizada por un contexto internacional lleno de incertidumbres: la guerra en Ucrania, las tensiones en Oriente Medio, el encarecimiento de la energía, la política proteccionista de Donald Trump con los aranceles, las dudas sobre la evolución de la economía europea y la competencia china. Todos estos elementos han provocado un entorno más volátil, donde las empresas optan por la prudencia.
Muchas compañías han decidido aplazar inversiones, reducir producción o ajustar márgenes para protegerse frente a posibles caídas de la demanda. En Euskadi, donde la industria tiene un peso mayor que en otras comunidades autónomas de España, estos movimientos se notan especialmente. Las exportaciones, que son uno de los motores del territorio, también se han visto afectadas por la menor demanda internacional, lo que impacta directamente en los resultados empresariales.
La cifra
249 millones
menos que el año pasado recaudará Euskadi en Sociedades según la previsión del Consejo de Finanzas.
Efecto rebote
A esta coyuntura se suma otro elemento: el final del llamado efecto rebote postpandemia. En los años posteriores al confinamiento, muchas empresas experimentaron un repunte extraordinario de beneficios gracias a la recuperación económica y a los estímulos fiscales. Esa fase ya ha terminado –ver gráfico adjunto desde el año 2020 hasta 2025–, y ahora la economía se normaliza, con cifras de beneficios más moderadas y, por tanto, con una recaudación también más ajustada.
Para encontrar descensos más bruscos, más allá de la pandemia, hay que retroceder hasta la resaca de la crisis financiera
Además, hay que tener en cuenta los factores técnicos del propio impuesto. La recaudación puede verse alterada por devoluciones, deducciones o amortizaciones contables que no reflejan necesariamente un empeoramiento de la economía, pero que reducen los ingresos en un ejercicio determinado.
Consultados al respecto, desde el Gobierno Vasco trasladan a DV dos mensajes. El primero guarda relación con la actual coyuntura económica, marcada por la incertidumbre, por la que insistieron en la «necesidad de profundizar» las medidas de apoyo a las empresas. La segunda idea, de carácter más técnico, es que la cuota diferencial neta de este impuesto –el dinero que finalmente entra en las arcas públicas después de hacer todos los ajustes–, que decrece un 25,4% debido a la «disminución de los ingresos de los pagos a cuenta de las entidades sometidas a normativa de territorio común, así como a un comportamiento menos regular de las declaraciones-liquidaciones presentadas en la campaña correspondiente al ejercicio pasado».
En lo que respecta a los pagos a cuenta, hay que explicar que las empresas hacen pagos adelantados del impuesto a lo largo del año. Si pagan menos por adelantado, la recaudación baja. Esto puede deberse a que esperan ganar menos beneficios o a que su actividad económica se ha reducido. En cuanto a la menor actividad de empresas del territorio común, algunas compañías que operan tanto en Euskadi como en el resto de España reparten su impuesto entre ambos lugares, según cuánto negocio hacen en cada zona.
Las exportaciones, uno de los motores del territorio, se están viendo afectadas por la menor demanda internacional
Si el volumen de operaciones en el País Vasco ha bajado, a las Haciendas vascas les corresponde una parte menor del impuesto total. Finalmente, el comportamiento menos regular en las declaraciones significa lo siguiente. Las empresas presentan su declaración del impuesto cada año, ajustando lo que pagaron a cuenta. Este año, las declaraciones han sido menos favorables para la recaudación –por ejemplo, ha habido más devoluciones o menores cuotas finales–.
Con todo, en conjunto, la fotografía es clara: Euskadi sigue mostrando una economía sólida, pero más contenida, al menos en lo que respecta a los beneficios empresariales. La incertidumbre internacional, la pérdida de impulso industrial y el agotamiento del rebote postpandemia conforman un cóctel que explica por qué el Impuesto de Sociedades sufrirá este año su segunda mayor caída desde el año 2010.
El IRPF y el IVA siguen siendo los motores de las arcas vascas
En contraste con la previsión de Euskadi en lo que respecta al Impuesto de Sociedades, los ingresos en IRPF e IVA siguen proporcionando buenas noticias a las arcas vascas. Según los datos hechos públicos esta semana por el Consejo Vasco de Finanzas, el IRPF y el IVA aportarán este año 7.914 y 7.574 millones de euros, respectivamente, a las arcas públicas, lo que supone el 79% de la recaudación. Es decir, ocho de cada diez euros que ingresan las Haciendas forales proceden del tirón del empleo –las retenciones sobre las nóminas– y el vigor del consumo. En ambos tributos, la previsión para 2026 es al alza.
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