Carlos Arsuaga (Exdirector general de Bexen Medical): «El Covid ha sido una prueba de fuego; nos hemos reseteado»

- ¿Cómo recibe el premio de la Cámara a la 'Empresa del Año'?

- Es un reconocimiento a un año tremendamente duro, agotador, y que ha sido muy complicado de gestionar. Un premio a todos los trabajadores de la empresa. Tiene que ser un antes y un después en la cooperativa.

- Pero Bexen ya existía...

- ¡Claro! Estamos presentes en el 98% de los hospitales públicos españoles, con una serie de productos de un solo uso. Fuijos la primera empresa de Euskadi en hacer producto médico, exportamos a 40 países y en algunos de ellos tenemos una cuota del 100% en algunas familias. Pero es que con el Covid nos hemos reseteado. Ha sido una prueba de fuego. ¿Hasta dónde somos capaces de hacer cosas que no pensábamos?

- Diversificar o morir...

- Siempre tenemos una antena tecnológica puesta. En la última década nos hemos ido transformando, desarrollando nuevos productos como los biorepositorios de muestras biológicas, en lo que hemos sido pioneros en España; tenemos uno en Hernani, otro en Santiago y otro en Madrid. Eso nos valió para el tema de la vacuna. Son instalaciones a temperatura controlada hasta -80 grados en las que guardamos distintas muestras.

- ¿Es un buen negocio esto de los biorepositorios?

- Requiere una notable inversión inicial pero, sobre todo, exige un cambio de mentalidad en los propietarios de las muestras que guardas y gestionas, médicos o investigadores. Por cierto, y en esto también somos los únicos, en las vacunas damos una trazabilidad total de los viales que recibimos de Pzifer, Astra Zeneca o Janssen.

- ¿Cómo surgió la posibilidad de guardar las vacunas?

- En agosto de 2020 me dirigí a la directora de la Agencia Española del Medicamento, con la que teníamos muy buena relación, y le dije que podíamos hacerlo. De hecho, éramos los únicos en Europa. Y luego la relación fue con Salud Pública.

- ¿Cómo fue aquello de ponerse a fabricar mascarillas?

- Los días previos al estado de alarma empezamos a recibir llamadas preguntándonos si podíamos montar una planta. ¿Podíamos hacerlo? Fue tal la insistencia de varios ministerios que nos lo planteamos. Y un sábado hablé con Iñigo Ucín (presidente de Mondragon) y le dije: «Hay poca agua en la piscina, pero si me ayudas, me tiro». Y aquí estoy.

- Sería de locos...

- Fueron cuatro meses sin salir del trabajo. El fabricante de las máquinas fue Mondragon Assembly, nos pusieron a nuestra disposición al Ejército para traerlas y sabíamos producir y manejar salas blancas.

- ¿Y ahora que empezamos a pensar en quitárnoslas? ¿Las administraciones que les animaron les compran a ustedes?

- Trabajábamos a cinco turnos y estamos a dos. Muchos oportunistas entraron pensando que era el maná, pero nosotros seguiremos con el sector salud. Quien aplaudía, compra en China. El mercado se ha transformado en una subasta, aunque aquí salvo a Osakidetza.