Ni media hora, ni cien pelotazos

El 22-6 favorable al de Arbizu habla por sí solo, pero hay más números que corroboran el acierto de uno y la desorientación de otro. La duración de la eliminatoria no llegó a la media hora. El cronómetro se detuvo a los 28 minutos y 24 segundos. El cuentapelotazos solo puso en marcha las ruedas de las unidades y de las decenas: 96. No completó la centena. Ezkurdia firmó nueve tantos de saque, arma en la que basó sobre todo todo su enorme superioridad.

«Estoy a gusto con el saque últimamente», confesó el delantero de Arbizu. «A veces suele costarme más en el Manomanista, pero en esta ocasión he acertado». Lo cruzó bien desde el principio. Ya llevaba cinco tantos directos para el 10-3.

Ante el tipo de saque utilizado por el navarro, violento y bien dirigido, extrañó que Jon Ander Peña se empecinara en restarlo de aire. Plantó sus pies a la altura del cinco y esperó los certeros disparos del rival. En algunos el tolosarra bajó la guardia en lugar de levantarla. Quieta la zurda.

«La pelota salía muy rápida de la pared izquierda y apenas podía meter la mano», explicó Peña tras la derrota. Parecía más lógico alternar los restos de aire con algunos a bote, aunque fuera para obligar a Ezkurdia a modificar sus zarpazos. Las dos ocasiones en que se fue atrás no le funcionó tan mal al tolosarra. En el 9-3 le dio tiempo a llegar a la volea al txoko de Ezkurdia antes del segundo bote de la pelota, si bien su devolución pegó la chapa. Y en el 16-4 logró su cuarto tanto.

Sus buenos saques del inicio desaparecieron más adelante y no hizo ningún daño al contrario cuando lo recuperó en la recta final de la eliminatoria. Precipitado, cometió muchos errores, demasiados. No fue Peña II.

Ezkurdia se tranquilizó con el paso de los minutos. «La tensión era grande y estaba nervioso al principio», confesó. Empleó bien el sotamano con las dos manos. Buena señal. El domingo 23 jugará los cuartos de final contra Altuna III en el Atano III de Donostia. Otra historia.