Finales del Torneo Abanca Bankoa-DV

400 kilómetros entre pecho y espalda

Cuatrocientos kilómetros se metió ayer entre pecho y espalda el zaguero finalista del Torneo Abanca Bankoa-EL DIARIO VASCO para cumplimentar la elección de material junto a Beñat Apezetxea, su delantero. Doscientos de ida y doscientos de vuelta. Cuairan cuenta así el periplo. «He salido de Cortes a las nueve de la mañana. He necesitado hora y cuarenta minutos de automóvil para llegar a Zumarraga. Aprovecho el viaje para completar un entrenamiento en Irurtzun y regresaré a casa hacia las diez de la noche. Todo el día dedicado a la pelota».

Relativiza Cuairan estos números tan sorprendentes para la mayoría. «También te digo que todo lo que es menos de dos horas de coche ya es cerca para mí. En Cortes era el único pelotari y de joven iba a entrenarme a Lodosa con el exprofesional Diego Iturriaga, que es como mi hermano. Eran cuarenta minutos de trayecto. Un paseo», bromea.

La pregunta obligada es cómo le entra a un chaval la afición a la pelota en lares tan alejados del ámbito territorial de este deporte. «Cuando empecé de niño había escuela de pelota en Cortes. Mi padre jugó de aficionado y de ahí me viene la afición. Íbamos juntos al frontón a diario. A los ocho años pasé al Oberena de Pamplona y a los 15 me instalé en la residencia Larrabide, que está a cinco minutos del club».

Zaguero de casi dos metros de estatura –mide 1,96–, captó pronto la atención de los técnicos de Baiko, empresa en cuyos entrenamientos participó durante varias temporadas. Terminó aquella etapa. «Sinceramente, me ha ayudado salir de la dinámica en la que me metí. No porque la empresa tenga culpa de nada. Es cuestión mía. Me entrenaba con pelota potente frente a grandes pegadores y entré en una espiral negativa».

Prosigue Cuairan con el relato: «Ahora me siento más tranquilo mentalmente. Tengo 23 años, no 17. Juego contra pelotaris de Garfe como Beñat Garmendia o Bergera que sacan lo mejor de mi y obligan a no fallar si quieres ganarles. He jugado 80 partidos en 2024, de ellos 16 en agosto y 15 en septiembre. También ayuda llevar dos años y medio con las manos bien. Es el noventa por ciento del pelotari. Suelto el brazo sin miedo y voy a por la pelota. Tengo días mejores y peores, pero no lo vivo igual».

Entiende que compaginar su trabajo como entrenador personal en Cortes con la dedicación a la pelota es otro punto a favor.

Cuairan trató de hilar fino ayer en la elección de material con Beñat Apezetxea, un delantero con el que «he jugado mucho últimamente. Eso ya te da tres tantos». Separaron dos pelotas de Punpa de 105.5 gramos (número 3) y 105.7 (4), más pesadas que las de sus rivales, Ekhi Irribarria y Aingeru Bernaola, de 104 (1) y 105.1 (2), del mismo fabricante.

Por cierto, el zaguero de Cortes señala que «la final del sábado va a ser la primera vez que me enfrento a Bernaola. Le conozco, pero nunca hemos sido rivales».

Precedieron a los finalistas séniors en la tarea de probar el cestaño las dos manistas que pelearán por la txapela del cuatro y medio. Goiuri Zabaleta se inclinó por dos pelotas de 88.1 (1) y 86.1 (2) para su estreno, mientras que Amaia Aldai, en busca del tercer entorchado en su quinta presencia, optó por las de 83.5 (3) y 86.4 (4). Las cuatro son elaboradas por Zulaika.

La pelota de Punpa también fue la preferida por los finalistas de la categoría promesas. Oihan Etxeberria y Oier Elorz dispondrán de dos de 101.2 (1) y 100.9 (2), más ligeras que las de Unax Ramirez y Endika Santesteban, que marcaron 101.3 gramos (3) y 102.5 (4) en la báscula.