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Amezketa
Lunes, 3 de junio 2024
Amezketa amanece tranquilo. Como si la fiesta hubiese pasado factura. El cielo gris invita a pensar que el pueblo está triste. Algo imposible con Jokin ... Altuna (Amezketa, 1996) volviendo a demostrar que es uno de los más grandes.
– ¿Cómo fue la celebración?
– Bien, la verdad. Diferente. Estuve con David y Miguel Merino una hora en vestuarios. Me gusta después de vivir momentos de tensión bajar revoluciones. Me tomé una cerveza con los amigos al llegar a Amezketa, pero luego cené con la familia. Quería estar con ellos. Dejé el móvil en el coche y luego ya fui con los amigos a celebrarlo. Me ha pasado que al estar con tanta gente no lo saboreas tanto.
– ¿Ha madurado hasta para salir de fiesta?
– (Risas) No sé. Dije que no me hicieran recibimiento en el pueblo pasara lo que pasara. Prefería estar tranquilo. Los amigos van desde la mañana a Bilbao, están eufóricos y yo prefiero mantenerme al margen. Hay veces que no tengo ni hambre. Los amigos cenaron antes y luego lo pasamos genial.
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– ¿Le ha dado vueltas a algo?
– No, la verdad. En general tuve buenas sensaciones desde el principio, más allá del marcador. En los últimos partidos me sentí genial de piernas, he entrenado duro durante todo el año. Incluso en semanas durísimas mis preparadores me han pegado verdaderas palizas, pero me ha servido. Es el trabajo de toda la temporada.
– Decía Retegi II en la previa que algún día habría un pelotari que restaría a bote en el Manomanista. Parece que ya ha llegado.
– Julián también dijo que saldrían pelotaris con dos buenas manos y brazos libres. No estoy de acuerdo con él. En el juego de hoy en día no puedes restar todo desde atrás. Resté así los seis saques de Laso, pero porque sus saques fueron cortos, muy cortos. Si sacas al cinco y medio o seis como hice yo... le hice mucho daño. Si jugara Julián ahora tampoco podría restar todos los saques desde atrás, y nosotros en su juego no sé cómo lo haríamos.
– No se cansó mucho.
– Menos de lo esperado, sí. Aunque bueno, los días previos también cansan. Los dos peores son el viernes y el sábado porque quieres que llegue ya la final y estás en tensión, con muchas ganas de que llegue el día. Se te hacen largos los días.
– Hizo una tacada de diecinueve tantos. ¿Ni en sus mejores sueños, no?
– No, la verdad que no. Iba tanto a tanto. Estaba sacando bien y tenía esa confianza de que le iba a costar si mantenía el nivel. Nos ha hecho muchos tantos de saque durante el campeonato y el domingo pasó al revés.
– Laso se dio un golpe con 4-1 en el marcador, ¿lo detectó?
– Vi que se hizo daño, sí, pero no sabía exactamente dónde. Se quejaba y hacía gestos de dolor. Tuve el mismo golpe contra Urrutikoetxea en la final de 2016 y se me quedó dormida la mano para muchos tantos. Seguro que tiene la mano morada. El contrario lo detecta y te saca ahí. Estás solo en la cancha, no tienes compañeros y es complicado.
– Había gente en el frontón que salió diciendo que tenían «ganas de más pelota».
– Se puede entender. Las entradas son caras, es una final, 3.000 personas... Está claro que la gente no quiere ese marcador, pero pregúntale a los míos. La gente más parcial quiere un partido más entretenido y largo.
– Por momentos jugó como si fuera el Cuatro y Medio.
– Sí, busqué mucho esa cortada a los pies con la derecha. Cambié mi manera de jugar. Laso me jugó así en la liguilla. Pensé que me iba a jugar en largo y mira... Es peligroso levantar la pelota si no le vas a pasar por encima, el rival entra de aire y te pasa a dominar. Si a Laso le dejas con el besagain, te desplaza mucho. La diferencia está en el punto en el que llega cada uno, y yo he llegado mejor.
– ¿Dónde está su techo?
– No pienso en ello. Estoy bien, contento con el camino que estoy haciendo. Me toca disfrutar, pero sé que no te puedes dormir porque todos quieren mejorar y ganar. Los contrarios mejoran y salen rivales nuevos, le doy valor a estar donde estoy de manera tan regular. Será complicado mejorar el ritmo.
– Está a la par de Eugi y Gallastegi con tres txapelas del Manomanista.
– Son palabras mayores. Cuando empecé la verdad pensé que se me iban a dar mejor otras modalidades, que tendría más triunfos en otras. Ha sido diferente. Pensé que podría tener mejores resultados por Parejas, pero en el Manomanista ganar una ya era un reto. Tengo 28 años y tres txapelas, pero no me conformo con eso.
– ¿Cómo mantiene ese hambre?
– Me ayuda que me gusta mucho la pelota, no solo desde que soy profesional. Desde que soy pequeño he jugado a lo mismo, siempre me ha gustado el día a día. Me gusta entrenar con amigos y siempre quieres mejorar. No pongo el foco en que tengo ocho txapelas y que quiero la novena o la décima. No. Pienso en ser mejor y en afrontar con ilusión el próximo campeonato. Ahora digo que quiero desconectar diez días, pero al noveno seguro que ya me quiero poner los tacos. Una txapela más o menos... cuando no tenga la pelota a diario es lo que echaré en falta.
– No son solo ocho txapelas, también quince finales...
– Una cosa lleva a la otra. Para ganar tienes que pelear siempre, e incluso así no siempre se gana. Llegar ya es muy complicado. Me centro en descansar, cuidarme, entrenar para estar listo cuando llegue cada partido importante. Luego hay que tener el día, claro, no siempre sale.
– Acumula cuatro finales en doce meses.
– Sí, sí. En cuanto a resultados ha sido la mejor temporada, pero creo que el año pasado jugué la mejor pelota de mi carrera y no gané ni una sola txapela. ¿Qué se valora? En el Cuatro y Medio caí por un tanto, contra Elordi perdí en la final y en el Parejas de no ser por la lesión de Tolosa seguramente estaríamos en la final. En el deporte influyen muchas cosas. Este año he tenido más dificultades, pero en los días clave he dado lo mío.
– Va a cumplir diez años como profesional, ¿se ve jugando otros diez?
– Me haría ilusión, pero viendo la carrera de otros sé que los siguientes diez años no van a ser como los que he hecho ahora. Soy joven, pero tengo 28 y no 18. Sé que habrá un techo y luego la clave será mantenerlo. Me tendré que medir porque mantener este ritmo a los 35 será prácticamente imposible. Con lo exigente que soy me gustaría llegar en buenas condiciones, no arrastrándome. Pero no pienso en eso. Veo las cosas diferente porque con 18 años te quieres comer el mundo.
– ¿Está en su mejor momento?
– Sí, diría que sí. Más equilibrado, sobre todo. Habrá momentos de mejor o peor juego, pero el camino sé cuál es. Me meto a la cama tranquilo.
– Ganar es importante, pero el cómo también.
– He tenido finales de todo tipo, he ganado algunas fáciles y creo que no he perdido ninguna por repaso. 22-21, 22-20, 22-18... Ahora no siento la paliza de otras finales. La tensión es diferente cuando está todo súper igualado. Te deja el cuerpo hecho polvo. Esta final no fue exigente, es como la final soñada. La final cómoda y saliéndote todo.
– ¿Se verá las caras con Laso otra vez?
– No lo sé, supongo que sí. Pero lo que me importa es verme a mí ahí. Todos lo intentamos muchísimo y tendrá pena. Me ha pasado jugar grandísimos campeonatos y llegar luego la final y no rendir. Detecté desde el principio que las piernas no le iban, estaba más lento que otras veces.
– Ha tenido rivales de todo tipo, ¿pero Laso es especial?
– Ahora se le ha puesto la etiqueta de 'clásico'. Me viene bien porque siempre he salido muy favorito contra él. En la final, no. Me viene mejor. He jugado contra Olaizola II, contra el mejor Bengoetxea, ante Urrutikoetxea en su mejor momento, muchas finales contra Ezkurdia, en el 2020 a Jaka que fue su año... Laso ha vuelto fuerte y volveré a jugar con él.
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