En el taller del mejor artesano del surf
Visita ilustre. ·
El californiano Matt Biolos trabaja estos días en la factoría de la firma Pukas en Zarautz, donde da forma a las tablas que utilizan los mejores surfistas del mundoTiene casa en San Clemente (California), viaja sin parar por todo el mundo, pero el planeta al que siempre vuelve es a su hogar en ... Europa, la casa Pukas en Zarautz. Poner pie en el espacio-taller en el que trabaja Matt Biolos es como viajar en el tiempo con el olor como primer elemento que recibe al visitante. Huele a poliuretano, a resina de poliéster y fibra de vidrio, los materiales básicos en la elaboración de tablas de surf.
Observar en acción a este estadounidense con gafas de pasta y aire desenfadado es ver a un escultor ensimismado en su taller, un pintor y un bailarín. Es todo uno y ninguno. El sonido de la lija de esponja en movimiento por la superficie de poliuretano es lo único que rompe el silencio cuando trabaja este 'shaper', fundador de la firma Lost, que estos días trabaja en Zarautz. Él es uno de los 'shapers' que Pukas tiene en cartera para diseñar sus tablas de surf.
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Entregado a su trabajo y con precisión de cirujano, da forma a las tablas que se venden en las tiendas Pukas. «Las primeras conversaciones fueron en torno a 1996 en un garaje. Hablamos sobre la posibilidad de venir a Europa. Conocía la marca Pukas, así que no me sonó raro. Un año después ya hice mis primeros trabajos para ellos. Desde entonces hasta ahora», rememora Biolos, quien habla despacio, con calma, contando su historia como si estuviera moldeando con mimo sus tablas.
La luz indirecta de dos flexos a ambos lados de una habitación en penumbra es la que le permite definir las formas de lo que acabará siendo un producto perfecto, inmaculado, de primer nivel, fruto de un desarrollo artesanal y también de I+D, que es utilizado por los mejores surfistas del mundo y que también está al alcance de un surfista de a pie. Ese es el secreto de su éxito. Hoy sus tablas las utilizan los dos líderes del circuito mundial, Carissa Moore y Griffin Colapinto, y también son visibles en cualquier playa por surfistas anónimos.
Relación con los mejores
Biolos comenzó su carrera como 'shaper' a finales de los ochenta en Herbie Fletcher Surfboards, en San Clemente. «Dibujaba mis propios diseños de tablas de skate y surf en cualquier superficie. Me valía todo. El único objetivo era reír, pasarlo bien, surfear y no tomarse la vida demasiado en serio. Era un tipo humilde, sin lujos. Ese es el espíritu que no ha cambiado en mí», reivindica.
En 1992 comenzó a hacer tablas en su garaje bajo su apodo 'Mayhem', vigente hoy. Pronto se vio impulsado por su capacidad para proporcionar constantemente a los surfistas, tanto de clase mundial como novatos, tablas de surf que superaron a la competencia. Desde entonces hasta ahora siempre ha tenido presente una misma idea. «Hay un montón de buenos 'shapers',pero la diferencia la haces cuando empiezas a trabajar con atletas de alto nivel. Esa presión por mejorar que tienen los surfistas lleva al 'shaper' a evolucionar porque en el momento que no satisfaces sus necesidades van a empezar a dejar de pedirte tablas. Y de repente, cuando menos te lo esperas, ya no estas 'shapeando' para los mejores. Surfistas como Griffin o John John Florence son los que marcan la diferencia. Ellos son los que más rápido surfean, los que vuelan más alto, los que hacen los giros más potentes... Hay que estar cerca de ellos».
Hoy lidera el ránking mundial de 'shapers' que se ha puesto en práctica esta temporada por primera vez. El circuito mundial distingue con una licra amarilla a los surfistas que llevan sus tablas.
De alguna forma, el 'shaper' termina siendo el mejor amigo del surfista porque es quien conoce la tabla, su curvatura, el tipo de quillas, la longitud, volumen, peso y anchura de acuerdo al tipo de olas que se desean surfear y las características del deportista.
A grandes rasgos, la fabricación de una tabla de surf nace de un poliuretano con un alma de madera central. Previamente, una máquina-robot elimina las grandes impurezas. A partir de ahí arranca un proceso con varios trabajadores implicados. Un artesano trabaja sobre la artesanía que ha dejado el anterior. El trabajo de Biolos es dar forma al 'blank'. Después se recubre con capas de fibra de vidrio y se le aplica resina de poliéster para darle la dureza. Así se viene haciendo desde hace años. «Las tablas en general no han cambiado desde hace cincuenta años», sorprende Biolos, en contra de lo que pudiera intuirse cuando se le aborda sobre la evolución en el diseño. «Son los pequeños detalles los que marcan la diferencia. Ahí está la mano de un buen 'shaper'».
En el 'shaper room' –la habitación en la que trabaja el artesano– siempre hay elemento común: un caballete centrado y que no tiemble, bien fijado al suelo y unos fluorescentes en los laterales a la altura adecuada para poder marcar las sombras del 'shaper' en la tabla a medida que se va trabajando.
La característica más importante, aparte de tener una buena iluminación, es tratar de pintar de un único color la pared del fondo y el suelo, suele ser verde o azul, o algún color que contraste con el blanco del foam. La razón para que el suelo y la pared del fondo sean del mismo color y a su vez este contraste con el blanco de la tabla, es para ver con precisión el perfil de las líneas a medida que se va trabajando. Lijas de esponja de diferentes grosores, herramientas para medir distancias y lápices completan su kit.
En esta ocasión, Matt ha venido a Zarautz con su hija Ryder, quien se encarga de pintar las tablas con coloridos diseños que hacen fácil distinguirlas de otras. El relevo generacional esta ahí pero, según confiesa, «nunca obligaré a mi hija a coger el negocio. Va a ir a la Universidad y será ella la que decida si quiere seguir con la firma o no».
Por de pronto, no ve peligro en el futuro de la profesión de 'shaper' por más que la tecnología apriete. Biolos reivindica la habilidad humana y la excelencia del trabajo manual como forma de progreso por delante de las máquinas que hacen tablas iguales una detrás de otra. «Cada ola, cada rompiente, pide una tabla concreta. El papel del 'shaper' es fundamental porque siente, tiene la intuición que no tiene el robot. Los 'shapers' tenemos 'flow' con las manos, percibimos las imperfecciones, recibimos información del surfista, le escuchamos, mientras que la máquina por el momento no lo hace».
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