Nerea Rebollo: «Animo a las chicas a que vean el fútbol desde los ojos de una árbitra»
Compromiso. La colegiada lasarteoriatarra Nerea Rebollo arbitra partidos de Segunda y Tercera RFEF y mantiene ahora la misma ilusión que el primer día
Nerea Rebollo tiene 22 años y es de Lasarte-Oria. Acaba de terminar Fisioterapia y trabaja desde junio en la Clínica Quirón de Donostia. «Estoy muy contenta, he tenido mucha suerte al encontrar trabajo nada más finalizar los estudios», declara. Comenzó a arbitrar cuando tenía 17 y, a día de hoy, dirige partidos de nivel. «Llevo cuatro años pitando en categoría Nacional y los dos últimos en Segunda RFEF. Esta temporada he pitado cuatro y he participado como asistente en otros tres de Primera RFEF», afirma orgullosa.
Recuerda con cariño y también cierta nostalgia el primero, el del debut. «Fue en Zubipe, un partido de cadetes entre el Hernani y el Euskalduna. Antes de empezar ya estaba muy nerviosa y cuando acabó me dieron ganas de dejarlo. Me dije a mí misma 'esto no es lo mío', pero luego me lo pensé dos veces y decidí tirar hacia adelante y continuar con lo que había empezado con tantas ganas».
Ella es uno de los ejemplos que pone la Federación Guipuzcoana de Fútbol y el Comité Técnico de Árbitros y Árbitras de Gipuzkoa a raíz de una campaña de captación de colegiadas femeninas lanzada bajo el lema 'Dirige, lidera, toma el control', cuyo objetivo es la formación de una nueva generación de árbitras guipuzcoanas.
Rebollo comenzó jugando a fútbol. «Mi primer equipo fue el Ostadar, pero también jugué en el Intxaurdi. Era portera. Me defendía bajo palos, pero vi que no iba a llegar más arriba, que no tenía grandes condiciones, por lo que decidí antes de dejar el fútbol verlo desde otra perspectiva, en este caso desde la del arbitraje. Y no me arrepiento, al contrario. Estoy muy a gusto pitando». Como hizo ella, las interesadas en seguir su mismo camino pueden ponerse en contacto en el 943278455, a través del email cta@ctagipuzkoa.com, o acudir a las instalaciones de la federación en Anoeta.
En su cuadrilla, fue la pionera. «A la mayoría de mis amigas les gusta más el baloncesto que el fútbol, pero me apoyan desde que empecé. Lo hacen desde lejos, no viven el fútbol cada semana como yo, pero cuando van a verme arbitrar se dejan oír, no paran de animarme», relata y a continuación añade que «todavía no he conseguido que ninguna se anime a arbitrar, pero seguiré dándoles la lata por si alguna pica a última hora. Si conocen la campaña, puede que alguna lo haga como en su día lo hice yo».
Nerea encontró desde el primer día el apoyo incondicional de su familia. «A la ama le daba un poco más de apuro al principio. El aita, en cambio, siempre me ha apoyado. Hasta hace un año me acompañaba a casi todos los partidos porque no tenía cómo desplazarme, vive mucho el fútbol. Ahora que tengo coche me dijo un día 'ahora te toca ir sola a ti'».
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A su juicio «el arbitraje tiene algo que engancha, esa sensación de que controlas tú el partido. Lo diriges o intentas hacerlo. No eres la autoridad, pero tienes una sensación de control que es difícil de explicar si no la vives en directo en el campo».
Desgraciadamente, también tiene un componente de riesgo. «Soy consciente de que estoy en el punto de mira de jugadores, entrenadores y aficionados, pero el partido depende de ti. De momento veo mucho respeto por parte de todos los equipos, de las directivas y desde la grada. Si no, sería imposible jugar. Los clubes son conscientes de que si no hay árbitro, no hay partido. Sin mí no es posible jugar. Poco a poco lo van entendiendo. A los chavales y a las chavalas hay que inculcarles otra perspectiva de lo que significa la labor del árbitro. Nos sentimos cada vez más arropados».
En su periplo como árbitra no ha sufrido aún en sus propias carnes, afortunadamente, ningún incidente reseñable. «De momento no, toco madera, pero otros compañeros sí. Tú eres quien diriges y siempre estás en el punto de mira. Ojalá que siga siendo así, eso me hace disfrutar cada vez que salgo al campo».
Pero sí ha recibido insultos, aunque prefiere no darle mayor importancia. «He decidido desde hace tiempo hacer borrón y cuenta nueva. Hay que intentar analizar siempre por qué se ha producido esa situación, no el insulto. A nadie le gusta que lo hagan. Estás dando el 100% en el campo y por un error, todos somos humanos y los cometemos, no es plato de buen gusto recibirlos». Es lo que trata de eliminar la campaña Errespetuz puesta en marcha por este periódico con el respaldo del Departamento foral de Deportes y a la que se han sumado federaciones y clubes guipuzcoanos.
Dos partidos por semana
Considera que «la imagen del árbitro está bien vista en general. Sin el árbitro no se puede jugar. No sólo al fútbol, sino a cualquier otro deporte. Los jugadores deben cumplir las reglas del juego y, si no lo hacen, para eso estamos nosotros para corregirles. Se necesita un árbitro para impartir justicia y para que se cumpla el reglamento».
Afortunadamente, el estamento arbitral viene recibiendo en las últimas temporadas el reconocimiento económico a su trabajo. «No me acuerdo bien cuánto cobré por mi primer partido. Quizás fueron 20 euros, pero poco a poco, a medida que he ido ascendiendo de categoría, la remuneración ha ido subiendo. En Segunda RFEF cobramos 80 euros por partido. Y en Tercera RFEF, 50. En cambio, en Regional Preferente pagan 70. Y también está el kilometraje, que suelen ser entre 10 y 20 euros».
Además existen dietas. «Esas sólo las cobras cuando arbitras partidos de categorías nacionales. Cuando los árbitros salimos al campo no pensamos en el dinero, lo hacemos por afición. Seguro que ricas no nos vamos a hacer con el arbitraje. De pobre no te saca nadie. Para mí y para muchas otras compañeras es un hobby».
Cada fin de semana pita habitualmente dos partidos «uno masculino y otro femenino. Ya es suficiente. Suelen ser partidos exigentes y hay que estar siempre al 100%, tanto en el aspecto físico como mental. Normalmente pitas uno el sábado y el domingo otro».
No oculta su ambición y espera que, con el paso del tiempo, ascender de categoría. «Mi idea es seguir aprendiendo de cada partido. En Primera RFEF los colegiados formamos parte de un programa de talentos para ascender de categoría. En vez de hacerlo como asistente, ya como árbitro principal. El curso dura toda la temporada, desde octubre hasta febrero. Hay que hacer méritos para formar parte de él y viajar a Madrid, que es donde se imparte. Desde Euskadi sólo va una y allí te juntas con colegiadas de otras comunidades autónomas. La criba es importante. Hay pruebas físicas y también técnicas. De todas las aspirantes sólo dos llegan a la fase final cada temporada y de esas dos sólo queda una. Está complicado porque cuanto más arriba llegas, menos plazas libres hay».
Anima a las mujeres a que se apunten a los cursos promovidos por el Colegio de Árbitros. «A mí me ha hecho ver el fútbol desde otra perspectiva. Arbitrar es un motivo para despertarse el fin de semana. Si quieres arbitrar debes aprender a comprometerte. Para mí, a día de hoy, lo primero es el partido y después la juerga. También somos jóvenes, pero dejas de lado unas cosas y el arbitraje te da otras. Lo importante es lo que tienes en la cabeza y en mi caso prima ahora el arbitraje».
En el colegio guipuzcoano «estamos alrededor de diez colegiadas. Por cada 100 fichas, sólo dos son de chicas. El fútbol femenino está creciendo en Gipuzkoa, pero el arbitraje se ha quedado un poco atrás». Y destaca «a las vizcaínas Arantxa Gallastegi y Olatz Rivera, que arbitran a nivel nacional».