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Mattin Iñiguez (Zegama, 1985) ya se encuentra en la localidad austríaca de Kichberg donde el jueves disputará el prólogo de la Red Bull X-Alps, ... la «prueba de aventura más dura del mundo» que se celebra cada dos años y cuyo inicio está previsto el domingo 15 en Kitzbühel para finalizar el 27 en Zell am See después de completar 1.283 kilómetros a través de la cordillera alpina, combinando el vuelo en parapente, el trail running y la escalada. «Esta carrera tiene de todo. Tienes que ser completo en las tres disciplinas para poder atravesar los Alpes durante casi dos semanas porque es el recorrido más duro que se ha diseñado desde que empezó esta carrera. Tenemos que pasar por 16 puntos de giro en cinco países: Austria, Suiza, Alemania, Francia e Italia. Hay puntos de aterrizaje, hay que subir tres vías ferratas, firmar unos paneles en la cima, volver a despegar si el tiempo lo permite y si no desplazarte a pie y continuar», repasa Iñiguez con la tranquilidad de quien cuenta lo que ha hecho en su jornada laboral.
Al zegamarra le acompañan en esta aventura extrema un equipo de cuatro personas formado por su asistente Felipe Tudela, además de Bittor Barquero, Aner Bueno y Jon Arruti que le darán apoyo logístico: «El protagonismo es del piloto pero esto sería imposible sin un equipo detrás. Gente mirando la meteo, los caminos, lo que han hecho los otros grupos, la estrategia. El asistente principal es Felipe, un amigo de Cabañas, un pueblecito de Zaragoza. Tanto él como Aner , Bittor y Jon van a estar conmigo acompañándome a los despegues, subiéndome agua, comida, ropa seca, electrónica... Todo lo que no es estrictamente necesario llevar según la normativa», explica.
«Vamos con dos vehículos porque si hago un vuelo para saltar un valle, igual lo que a mí me ha costado media hora para ellos son siete u ocho horas de coche así que va uno por delante y otro por detrás. Lo planificamos así para tener asistencia todo el rato ya que si tengo que correr mucho y tengo que llevar conmigo el agua y la comida, ese peso, durante tanto días, al final penaliza mucho y hay que intentar correr con el mínimo peso posible», relata Iñiguez que también tendrá apoyo desde casa. Allí estarán Iñigo Redin, Nerea Beltrán de Heredia y Josu Juaristi. «Son importantes. Llevarán las redes sociales, que estarán atentos a la carrera y nos estarán dando información sobre la meteorología y consejos de estrategia».
Hasta Kichberg, además de los dos vehículos, han llevado «material para progresión en glaciar, cuerdas, piolets, crampones, el paquete ARVA pala sonda por si hay avalanchas, material de arnés, disipadoras para vías ferratas, ropa de alta montaña, ropa de media...».
Todo ese material debe ser homologado por los organizadores en las próximas horas en la que los 35 participantes seleccionados -solo hay una mujer- deberán acudir a reuniones donde «nos hablarán de los espacios aéreos, de dónde podemos aterrizar y de la normativa».
Una vez esté todo listo, el jueves 12 se disputará la prólogo de 37 kilómetros y el 15 arrancará esta Red Bull X-Alps en la que no puede participar cualquiera. «Cuando te inscribes te piden el currículum de los vuelos de los últimos años, tu experiencia en montaña y hacen una selección a nivel mundial. Este tipo de carreras no miran solamente la trayectoria de competición sino también el espíritu aventurero y el tipo de vuelo que haces», comenta. «Mi selección fue una sorpresa porque me apunté un poco a la brava. Un amigo me dijo que ya que no había podido participar en la X-Pyr y que estaba preparado, tenía el material y estaba fuerte, que me apuntara porque iba a ir. Le hice caso y llegó la sorpresa», añade.
Su preparación para esta Red Bull X-Alps comenzó «desde el momento en el que hice la inscripción. Comencé a correr un poco, a coger fondo, a hacer trabajo de volumen. Y una vez tuve la confirmación, empecé a realizar la planificación con el entrenador. Entreno seis días a la semana y descanso uno. Corro, vuelo cuando puedo y si no hago BTT. Dos días a la semana hago trabajo de gimnasio y en función del tiempo lo voy combinando. Es difícil entrenarlo todo porque son muchas disciplinas y te encuentras con una incertidumbre tan grande de lo que puede pasar con la meteo...», comenta Iñiguez que en Semana Santa pudo hacer un reconocimiento sobre el terreno en los propios Alpes: «Nos tocó la lotería porque nunca he tenido unas condiciones tan, tan buenas y eso nos permitió volar más de la mitad el recorrido de la carrera. Sin embargo, esa no es una situación realista porque no vamos a tener unas condiciones tan buenas en carrera. Lo que nos permitió ese reconocimiento fue hacer un mapa mental que me permite saber qué me espera detrás de cada monte, si es aterrizable, si no, si hay cables, si hay bosque. Fue una semana muy productiva», explica el zegamarra que ha compaginado sus entrenamientos con su trabajo como profesor de mecatrónica y robótica. «La verdad es que ha sido un poco estresante», reconoce.
De las tres disciplinas, «lo que mejor se me da es el vuelo. Correr también, pero no tengo experiencia en correr casi dos semanas una ultra cada día. Correr 50 o 60 kilómetros en un día no es un problema, pero levantarte al día siguiente a correr con una mochila de diez kilos o más otros 60 kilómetros, y al día siguiente otros 60... Ahí es donde no me he visto y donde no he probado mi físico. Entreno, hago tiradas largas pero semejante dureza...».
El vuelo es precisamente la parte clave de esta carrera: «Piensa que con un planeo de una media horita te puedes ahorrar siete horas de caminata, pero dependemos cien por cien de la meteorología. Si entran vientos fuertes y llueve, no se puede volar. Los Alpes son enormes y entra en juego la estrategia y la valentía de cada piloto. Muchas veces esta carrera se decide esos días en los que las condiciones son muy fuertes y la mayoría de pilotos no se atreven a volar. Ahí destaca sobre todo Christian Maurer -ocho veces ganador- que vuela en condiciones tan fuertes que saca vuelos donde la mayoría no puede», explica. «Yo me defiendo, pero estamos hablando de los mejores pilotos del mundo que además juegan en casa. Es una competición donde compito contra gigantes. Para mí no se trata de ganarles. Yo esta prueba la entiendo más como un reto personal. Es buscar mis límites».
Como novedad, se han introducido tres vías ferratas: «Es muy duro porque te obliga a parar cuando estás haciendo la progresión con el vuelo y luego no sabes por el tiempo si vas a poder salir. Es una faena y añade mucha dificultad a la prueba». Por todo ello el objetivo será «disfrutar y volver sano. Terminar sería un objetivo muy ambicioso porque ha habido años que de 35 solo han llegado dos y este año es más difícil».
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