Deporte, política
Casual friday ·
En este año que comienza, los Juegos Olímpicos de invierno se celebrarán en China y el Mundial de fútbol, en CatarEl deporte es política. No hay duda de ello al principio del año en que los Juegos Olimpicos de invierno se van a celebrar en ... Pekín y el Mundial de fútbol, en Catar». El arranque de la última columna del exfutbolista del Bayern de Múnich Philipp Lahm en 'The Guardian' tiene una virtud muy alemana: la exactitud sin adjetivos.
Cree que «las estrellas del deporte no pueden seguir alegando ignorancia» y recuerda que «tienen poder político y deben usarlo». No es lo previsible. Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países promueven un boicot blando a los Juegos (limitado a no enviar altos cargos al palco) y el Mundial de fútbol se celebrará sin mayores sobresaltos por la situación de los derechos humanos en el país y las condiciones de trabajo (más exacto sería decir de esclavismo) de los obreros extranjeros que han construido los estadios y han muerto a centenares en las obras.
Se está viendo estos días en la Supercopa de España. Ningún futbolista ha protestado. Solo Raúl García, pero no por el problama ético de acudir a Arabia Saudí, sino porque al jugar tan lejos de los aficionados se desvirtúa el fútbol. Los clubes ni se plantean la discusión. Han vendido una competición sin interés por 30 millones. Raúl García es jugador del Athletic, pero la posición es común. No es previsible ningún posicionamiento sobre la situación en Catar por parte de los internacionales de la Real que sean seleccionados para el Mundial en otoño. El periodismo debería reflexionar sobre su participación en la operación de blanqueo.
En el caso Djokovic, como en la guerra fría, los bloques entran en conflicto en un país lejano
Un caso paradigmático del poder del deporte para intervenir en dinámicas sociales fue el boicot internacional al deporte sudafricano durante muchos años por el apartheid. Sobre todo, a su equipo de rugby, uno de los mejores del mundo: los Springboks, icono y orgullo de la poblacion blanca del país. John Carlin, autor de 'El factor humano', opina que ese boicot fue clave para la deslegitimación y posterior caída de régimen racista. Convirtió a los sudafricanos en parias y eso supuso un desgaste que tuvo influencia.
El caso Djokovic es otra muestra, distinta, de la imbricación entre deporte y política. Igual que en la guerra fría, los bloques se enfrentan en un conflicto en un país lejano. El tenista es el número uno del mundo y no representa la hegemonía occidental, sino su némesis.
El deporte siempre ha sido –además de todo lo demás– un arma política. Y este 2022 lo está dejando claro desde el primer día.
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