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Mateo no es Malena. Pero también es un nombre de tango. Es el nombre del timón del Inveready Gipuzkoa Basket, un chico que nació en Olavarría, no cerca de Beasain, sino en la Pampa húmeda, en la provincia de Buenos Aires. Mateo Díaz nació un ... 6 de marzo de 2002, lo que quiere decir que es más joven que el propio Gipuzkoa Basket, fundando un año antes. Su fichaje fue uno de los más importantes de los que se han acometido este curso por dos circunstancias. Es un jugador contrastado, internacional en categorías inferiores con Argentina, con pasado en la ACB y conocimiento de la categoría a pesar de su corta edad. Por otro, Díaz aterrizó en Gipuzkoa como sustituto de Xabi Oroz. El gran capitán del equipo que decidió hacer las maletas e incorporarse al proyecto del Palencia, recién descendido desde la ACB.
Como ocurre en el deporte de la canasta, los números no engañan. Mateo Díaz es el segundo máximo anotador del equipo con una media de 11,4 puntos por encuentro. Números similares a los de Xavier Johnson, lesionado en este momento y sensiblemente inferiores a los de Josip Vrankic, el máximo anotador del equipo guipuzcoano con quince tantos por choque. El argentino viene de hacer dos de sus mejores encuentros. Ha hecho 20 puntos a Cartagena y Cantabria. No hay duda de que los puntos no lo son todo, ahí está precisamente Xabi Oroz como ejemplo. El azkoitiarra dominaba el partido sin apenas mirar a canasta aunque es cierto que cuando lo hacía sus porcentajes eran extraordinarios. Mateo es un jugador diferente, mucho más vertical hacia el aro y con más facilidad para anotar. Por eso es un nombre de tango, aunque el baile es más lento de lo que es capaz de hacer sobre la pista.
La principal virtud del base del Inveready es su velocidad. Un primer paso que le hace sacar ventaja, ya sea en el uno contra uno, o a través de un bloqueo. Ni que decir tiene que a campo abierto también es una centella y el GBC se aprovecha de ello. Normalmente es más rápido que su par y es ahí donde genera la ventaja, bien para anotar, bien para asistir. Su promedio de pases es de 2,4 por encuentro. Todo hay que decirlo, en sus dos últimos choques la estadística dice que no ha dado ninguna asistencia. En esta ocasión los puntos han ido por delante de los pases. Lo que es innegable es que cuando Mateo está a gusto en la pista, el equipo lo nota.
Mikel Odriozola lo ha puesto a veces jugando al lado de Aitor Zubizarreta y en otra ocasiones, con Johnson sano, ha sido el estadounidense el que ha tenido la tarea de subir el balón. El baloncesto moderno entiende cada vez menos de posiciones y más de generar juego, penetrar o tirar. Díaz y otro compañero son capaces de subir el balón o empezar una jugada a partir del bloqueo. «Ya le he dicho que se parece a Campazzo», verbalizó Mikel Odriozola en una de sus comparecencias de temporada. Y ciertamente ese descaro, esa energía y actividad en la pista recuerdan mucho al cerebro del Real Madrid.
No hay que ocultar que en cierta parte de la temporada los porcentajes de lanzamiento de Díaz cayeron. De hecho, estuvo durante cuatro encuentros sin anotar un triple. Esa racha se cortó y en los dos últimos encuentros lleva una fantástica serie de seis aciertos de nueve intentos desde más allá del arco. Se puede decir que Mateo lanza menos pero es más efectivo y esa sea quizá una de las razones de sus dos últimos buenos partidos ante los murcianos y cántabros. Ahora le llega una buena oportunidad en Oviedo, el sábado, de corroborar su buen estado de forma. Su compatriota Joaquín Valinotti será una buena piedra de toque en el ruidoso Pumarín, donde los decibelios juegan un papel importante. Algo que no perturbará a un argentino de Olaverría, acostumbrado a jugar al ritmo de un tango.
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