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Óscar Bellot
Miércoles, 16 de abril 2025, 23:43
No hubo milagro que valiese esta vez para mantener con vida a un Real Madrid que puso más corazón que cabeza en el Santiago Bernabéu ... y acabó resultando apeado de su competición fetiche por un Arsenal al que Mikel Arteta ha dotado del cuajo necesario para soñar a lo grande. Refractarios al empuje de un coliseo merengue que no vio acompañado el ardor que puso en liza por el desempeño que esperaba de sus gladiadores, los 'gunners' salieron indemnes de la visita al volcán merengue y volverán a estar entre los cuatro mejores de Europa dieciséis años después.
Mikel Merino fue clave. El exrealista provocó un penalti, que falló Saka, y dio los pases de los dos goles ingleses, del propio Saka y de Martinelli. También brilló otro exjugador de la Real, Martin Odegaard, titular y capitán. Al final salió Tierney. Por si la eliminación fuera poco golpe para el Madrid, Kilyan Mbappé tuvo que dejar el partido lesionado en un tobillo, a diez días de la final de Copa contra el Barcelona.
Apuntalado por la holgada renta con la que salió de Londres, supo manejar mucho mejor el partido el conjunto inglés, que apenas sufrió para descabalgar de la máxima competición continental a un rey que no estuvo a la altura de lo que demandaba la defensa de la corona, y se verá las caras en semifinales con el PSG.
Nervioso, precipitado y, lo más preocupante de todo, enormemente impotente, el cuadro de Carlo Ancelotti clausuró en cuartos de final su participación en un torneo que comenzó escribiendo con renglones torcidos y en el que se mantuvo a flote a duras penas hasta consumar ayer una indecorosa eliminación que suena a sentencia de muerte para su estratega y apela a una renovación de calado en un vestuario sin los argumentos futbolísticos necesarios para dar pábulo a la mística.
Porque el Arsenal apagó la ceremonia echando agua al fuego. Colgaba sobre el cuadro de Arteta la etiqueta de bisoño, pero asumió el reto con temple y rebajó a un campeón sobrexcitado. Devorado por la ansiedad, el Real Madrid se desnudaba atrás sin cubrirse arriba. Apelaba a sus velocistas, pero ni Mbappé ni Vinicius tenían el reprís necesario. Lejos de variar la apuesta, Ancelotti la redobló con los cambios y el Arsenal le dio el tiro de gracia. Asistió Merino y fusiló Saka. Empató Vinicius tras un fallo grosero de Saliba, pero fue un espejismo y Martinelli clavó la última estaca en el ataúd de los blancos. Esta vez el milagro fue una quimera.
El Inter de Milán será el rival del Barcelona en semifinales tras eliminar ayer al Bayern de Múnich en el Giuseppe Meazza (2-2). Con el 1-2 de la ida en Alemania, los goles de Lautaro y Pavard bastaron para anular los de Kane y Dier y meten al equipo italiano en semis. El segundo partido, en Milán.
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