La nueva cara de un líder afilado
Perfil ·
Jonas Vingegaard llegó a Euskadi proclamando que es «más libre» desde que ganó el Tour y lo ha demostrado en la Itzulia, que ha dominado llevando la iniciativaEn cuestión de elegancia, no hay color, pero hay cierto matiz 'anquetiliano' en la imagen de Jonas Vingegaard haciendo rodillo después de ganar la etapa ... de Santurtzi en la Itzulia, una de las tres que el campeón del Tour de Francia se ha anotado en una carrera a la que ha dado altura y valor. Ya sea la mirada, el amarillo tenue de un maillot libre de publicidad como las prendas de los años 60 o lo que sea, la imagen tiene algo de antiguo campeón. El danés llegó al ciclismo de máximo nivel en la Vuelta al País Vasco de 2021 y de Euskadi sale con una nueva cara.
A Anquetil, según su biógrafo Paul Fournel, «la nariz afilada y el rostro de hábil espadachín le abrían el camino y el cuerpo entero se colaba detrás». Hablar de Maître Jacques es hablar de las cumbres del ciclismo. Vingegaard, muy probablemente, no pertenece a esa estirpe. Y sin embargo su victoria en la Itzulia ha tenido una extraña consistencia, la de los triunfos fundacionales, los que dan paso a una nueva época en la carrera de un deportista.
El danés –que este domingo aprovechó para inspeccionar algunos tramos de las etapas iniciales del Tour– ha dado un paso al frente en su condición de líder. Tras ganar el Tour como cualificadísimo peón de la estrategia del Jumbo en aquella sensacional etapa del Granon, en esta Itzulia se ha liberado de cualquier servidumbre. Ha tomadola inciativa y en Arrate escribió la crónica que se reclama a un campeón con esa cabalgada de veinte kilómetros en solitario que le llevó a Eibar.
Tanto como los números –que los expertos en esos asuntos califican de extraordinarios en esa ascensión– importó la factura de la victoria, la soledad, porque ese es el territorio que le espera. No hay gran campeón que no sea solitario. «Antes de ganar el Tour ya sabes qué pasará si lo logras; si no te ves capaz de gestionar eso, mejor no intentes ganarlo».
Pogacar le espera
Vingegaard sabía que en Euskadi corría contra Tadej Pogacar (UAE), que estaba en su casa. El esloveno planea su venganza desde su derrota en París en julio del año pasado, una derrota que admite con deportividad y elegancia pero que atribuye en exclusiva a errores propios, no a la superioridad de Vingegaard.
Pogacar es el genio de esta generación. Ni uno ni otro destacan por su elegancia sobre la bici, a diferencia de Anquetil.Pero, como el normando, son líderes afilados. Pogacar lo trae de serie, Vingegaard lo ha aprendido. Se encontrarán en la salida de Bilbao para la revancha.
Esta temporada se han enfrentado en la París-Niza, y Pogacar fue muy superior, de una forma contundente. No dejó esconderse a Vingegaard y le retrató. No volverán a encontrarse hasta el Tour, porque el danés hará el Dauphiné y el esloveno correrá en su país.
Ocho victorias frente a diez
Vingegaard lleva ocho victorias esta temporada, tres etapas y la general de la Itzulia –su primera vuelta de una semana en el World Tour– y el mismo reparto en O Gran Camiño. Pogacar suma diez, en un palmarés de más peso. Contraresta el triunfo del danés en la Itzulia con la París-Niza (tres etapas y la general) y añade el Tour de Flandes, además de sus éxitos en Andalucía.
El ganador del Tour carece del carisma de Pogacar, pero gana en las distancias cortas. Transmite seguridad y calma. Su triunfo en la Itzulia le permite demostrar que es más que un escalador extraordinario, que su ciclismo tiene más contenido, una riqueza imprescindible para volver a ganar el Tour cuando se encuentre mano a mano con Pogacar, cuando llegue a ese territorio solitario de los campeones donde los equipos ya no pueden ayudar.
Tiene 26 años, dos más que Pogacar. Su duelo no es generacional. Vingegaard, con su aire clásico, engañaba. En la Itzulia se ha quitado la careta.
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