Cavendish hace historia: suma su 35 victoria en el Tour, una más que Eddy Merckx
El sprinter del Astana, que sumó su primer triunfo en la ronda francesa en 2008, se queda como el ciclista con más etapas ganadas tras la llegada de este miércoles en Saint-Vulbas
A vista de pájaro de la recta de meta, los cuatro reactores de la central nuclear de Bugey dominan el cielo de Saint-Vulbas como ... los cuatro jinetes del apocalipsis. Millones de kilovatios para iluminar toda la región de Auvernia-Ródano-Alpes. El Tour llega a la Francia que el domingo decide el futuro de Europa, a un pueblo de 1.200 habitantes con una inmensa planta atómica que proporciona pleno empleo y que dio un 59,7% de sus votos a la ultraderecha en la primera vuelta de las elecciones. Un lugar anodino, un día sin nada para recordar. El sprint es en un polígono industrial flamante, moderno, con firmas punteras y enorme, discordante con el tamaño del pueblo.
Pero cuando el átomo libera su energía, no hay espacio para la filosofía. Arrasa con todo. Y fue en medio de ese erial donde el cohete de la Isla de Man, Mark Cavendish (Astana) decidió que iba a tener lugar la última explosión de su carrera, la más grande, la que le saca del tiempo y le coloca directamente en la historia. Ganó su etapa número 35 en el Tour de Francia para romper el empate con el más grande de todos los tiempos, Eddy Merckx.
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Cavendish, el caníbal
La categoría del triunfo estuvo a la altura de la gesta.Cavendish se anotó un sprint salvaje, en el que con el reglamento en la mano los jueces podrían haber descalificado a los veinte primeros. Codazos, cabezazos, golpes de todos los colores, empujones a las vallas y un bandazo colectivo de derecha a izquierda que pudo acabar con las existencias de yeso en los hospitales de Lyon pero se saldó (solo) con la tremebunda caída de Mads Pedersen (Lidl-Trek). En medio de esa guerra prevaleció el británico.
Cavendish, de 39 años, ganó su primera etapa en el Tour en 2008 y de aquel ciclista solo quedan el nombre y la velocidad innata, genética. Su carrera deportiva acabó en 2016. Después, la travesía por el infierno de la derrota y la depresión para resurgir como un hombre nuevo. Amable, cariñoso, simpático, vulnerable y auténtico, las peores cualidades para meterse en sprints a sesenta por hora con tipos quince años más jóvenes que no tienen hijos ni intención alguna de tocar el freno pase lo que pase. Hacía mucho que Cavendish estaba acabado, pero de improviso y después de cuatro años sin correr en Francia, volvió en 2021 y se anotó cuatro etapas para igualarse con el 'Caníbal'. «Merckx sigue siendo el más grande de todos los tiempos», dijo en la meta de Carcasona nada más empatarle, aquel 9 de julio de hace tres años.
𝐋𝐀 𝟑𝟓.
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) July 3, 2024
Tenía una misión.
Decían que estaba viejo, que tenía que retirarse.
💛 Mark Cavendish hace historia en Saint-Vulbas y supera el récord de victorias en el Tour de Eddy Merckx.
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La victoria de ayer la llevaba buscando desde que en aquel Tour de las cuatro etapas en 2021 se le escapó la última, en París. Habría sido la perfección, superar a Merckx en los Campos Elíseos. Pese a la formidable hazaña, en 2022 su equipo, el Quick-Step, apostó por Jakobsen y no le seleccionó para el Tour. Fue un golpe para Cavendish, que optó por el exilio. Encontró refugio en Kazajistán, acogido por Alexander Vinokourov, mánager del Astana y hombre fuerte del régimen del país de las estepas, el petróleo y el gas. El excorredor, con gran visión política, tenía a Cavendish en su equipo solo para esta victoria. Todo lo demás, que ganase de vez en cuando en lugares como Hungría o Colombia, no le importaba, sabía que el británico tenía una misión y mantuvo la apuesta. No desconocía lo improbable de conseguirla, tampoco la inigualable repercusión que tendría si lo lograba. Ya tiene la foto del británico batiendo a Merckx con el maillot del Astana. Una imagen que vale millones.
Cuando ganó la última etapa del Giro el año pasado, a Vinokourov se le abrió el cielo de los grandes horizontes de su país. Pero en el Tour que salió de Euskadi una caída en la octava etapa mandaba a su hombre a casa sin récord y con una clavícula rota. Sus rivales lamentaron la caída y que no batiera el récord, porque había anunciado su retirada para después del Tour. El día anterior había sido segundo en Burdeos, la capilla sixtina del sprint.
Ni París ni Burdeos
Ni los Campos Elíseos ni Burdeos, el récord ha acabado llegando en un pueblo de 1.200 habitantes. En realidad, un guiño de justicia poética al nuevo 'Cav', no el joven arrogante y agresivo de sus inicios, sino el hombre calmado que ha vuelto tras el viaje interior para conocerse a sí mismo. El hombre que ríe, llora y muestra feliz su fragilidad, sin necesidad de vestir con la falsa capa de superhéroe. Que quiere ser un ejemplo para los niños.
La mejor muestra de lo que significa la figura de Cavendish fue ver cómo el resto de sprinters –gente con muy malas pulgas para esto de la derrota, por lo general– se apresuró a felicitarle. Se sucedieron los abrazos y los apretones de manos. La victoria llegó solo cinco días después de las duras imágenes de Cavendish en la primera etapa, en Italia, cuando llegó a vomitar encima de la bicicleta, hundido, y tuvo que ser ayudado por todo su equipo para no llegar fuera de control. Así es la vida de los sprinters, sin término medio.
El récord queda para la historia. Han pasado 111 ediciones para que un ciclista alcance las 35 etapas en el Tour de Francia. Tras Cavendish, el corredor en activo con más triunfos es Tadej Pogacar (UAE)con doce –Peter Sagan también suma doce, pero colgó la bici la semana pasada tras la Vuelta a Eslovaquia–, seguido de Wout Van Aert (Visma), con nueve. Las cifras dan fe de la magnitud de la marca y la imposibilidad de que sea superada.
La de ayer es la victoria número 165 de la carrera de Cavendish, solo por detrás de Eddy Merckx (283). Al de la Isla de Man le siguen Rik van Looy (162), Mario Cipollini (161), Roger de Vlaeminck (161), Sean Kelly (159) y el recordado Txomin Perurena (156). En su palmarés hay también 17 etapas del Giro, tres de la Vuelta a España, un campeonato del mundo y una Milán-San Remo.
En un lugar anodino, un pueblo de 1.200 habitantes, bajo la presencia sombría de cuatro reactores nucleares, Mark Cavendish hizo estallar la historia.
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