El Tour que nos espera

Ayer fue día de lectura y retroalimentación, de repaso de publicaciones hechas hasta ahora no solo por los protagonistas sino por gente de diferentes gremios que siguen el circo desde dentro y cuyas impresiones me valen de mucho. A uno no le da durante los días de etapa para seguir los diferentes canales de información tanto en redes como en artículos o reportajes. En ocasiones el guion deportivo establecido es tan claro que interiorizas que la normalidad y la tendencia neutra es exactamente como tú la estás representando. En este caso mi mapa de calor fija el núcleo de acción muy cerca del epicentro. Mi visión en cuanto a lo deportivo la puedo considerar plena y acertada.

Me gusta leer a periodistas que están en carrera. Una labor, la de ellos, harto difícil en los tiempos que corren. Todo filtrado bajo la fiscalización de un o una jefa de prensa que acompaña en todo momento al ciclista. Recuerdo mi época donde los periodistas recorrían cientos de kilómetros si hacía falta para una pequeña entrevista. Un encuentro que en ocasiones, y según la relación personal, se podía alargar mucho más tiempo. Algunos le llamaban complicidad. Puedo decir que guardo un grato recuerdo de algunos de ellos ya que fueron fieles a la persona, indudablemente también al personaje. Una tarea difícil, la de ellos. Me considero un humilde colaborador de prensa y quizás porque me hubiese gustado ser periodista valoro muchísimo su labor y a la dificultad a la que se enfrentan concretamente en el Tour. Años después cuántas veces alguno de ellos me ha echado en cara haber sido parco en palabras en las escalinatas del autobús del equipo tras una etapa importante de montaña. Alguno incluso dice que con el paso del tiempo soy algo más simpático, serán cosas de la edad. Para el consuelo de ellos reconozco que no era fácil tampoco para mí, un protocolo de equipo sensiblemente estricto. Radio, televisión, prensa escrita, en castellano, euskera… Cuánto sufrieron Fermín Aramendi (ETB) y el gran Iñaki Lopetegi (Goian Bego Txikitin).

Ayer fue día en el que les leí a muchos de ellos. Cada uno con su estilo y 'colores ', eso nunca cambiará, aunque el denominador común de lo acontecido hasta ahora no varía en exceso.

Éxito máximo del Grand Départ en Euskal Herria. Quizás aún no hemos sido capaces de digerir lo vivido, algo que imagino que con el paso del tiempo seremos capaces de metabolizar. Tendrán que venir los de fuera para darle valor y será entonces cuando creamos que ha sido un verdadero éxito. La imagen hacia el exterior no ha podido ser más maravillosa. No dudéis, los ciclistas, los verdaderos protagonistas, se han convertido, gracias a vosotr@s, en los verdaderos embajadores de nuestro producto.

En lo deportivo, poco que decir. El Tour que comenzó en julio del 2022 aún sigue su disputa en versión 2.0. Un verdadero espectáculo de desparpajo y poderío. Aún no se han ido y ya les echo de menos. De lo que estoy convencido es que habrá cosas que desde hoy van a cambiar. Jumbo necesita de su tren de desgaste aunque creo que con algún ajuste. Un Pogacar pletórico y rebosante de confianza no necesita variar su línea de ejecución. El esloveno se come el mundo, ayer publicaba en redes un vídeo baguette de pan en mano. Un bocadillo dulce o salado, veremos.

Nos quedan los Alpes, una 'crono' y los Vosgos, escenarios de primera categoría donde ver grandísimas actuaciones. Por contenido no va a ser. Un Vingegaard más diésel apunta al desgaste como arma de pesca. Mensajes directos y subliminales que nos ha dejado un día de descanso típico de Tour.

Ayer por la tarde me faltaba algo en la televisión a eso de las 14:00. Sin duda hay hambre de Tour.