Italia vuelve al Tour 114 etapas después
Jonathan Milan gana al sprint en Laval y rompe una sequía de seis años sin que un italiano ganara una etapa en el Tour de Francia, desde que lo hiciera Nibali en 2019
Jonathan Milan puso este sábado fin a una anomalía en el Tour de Francia. El velocista de 24 años del Lidl-Trek se impuso al ... sprint en Laval para que un italiano volviera a ganar en la ronda gala 114 etapas y 2.177 días después. El último en hacerlo fue Vicenzo Nibali, en el penúltimo día de competición de la edición de 2019.
Se han cumplido casi seis años desde ese triunfo de 'El Tiburón' en aquella etapa, con final en Val Thorens –recortada a tan solo 59 kilómetros por el mal tiempo– y que coronó a Egan Bernal como el primer colombiano en ganar el Tour de Francia. Eran tiempos lejanos, prepandémicos y de otro mundo. Pogacar y Vingegaard todavía no sabían qué era correr una gran vuelta, Evenepoel aún no había ganado la Clásica de San Sebastián y Van der Poel no contaba con ninguna victoria de las ocho que tiene ahora en los Monumentos.
Si las recurrentes lamentaciones sobre las escasas victorias del ciclismo vasco y en general del español son justificadas y en ese tiempo Ion Izagirre, Pello Bilbao y Carlos Rodríguez han conseguido tres victorias de etapa, imagínense cómo estarían en Italia sin ningún éxito en tanto tiempo en una carrera en la que han dejado huella auténticas figuras como Gino Bartali, Fausto Coppi, Ottavio Bottecchia, Raffaele Di Paco, Felice Gimondi, Marco Pantani, Claudio Chiappucci, Mario Cipollini o el propio Vincenzo Nibali.
Ni Giulio Ciccone –maillot amarillo dos días en 2019–, ni Elia Viviani, ni Alberto Bettiol, ni Diego Ulissi, ni Damiano Caruso ni Filippo Ganna, ciclistas todos de mucha clase, consiguieron lo que Jonathan Milan logró este sábado. Ganador de cuatro etapas y dos clasificaciones de los puntos en el Giro de Italia, llegaba a Francia con el objetivo de ganar al menos una etapa en el Tour. Partió de Lille como uno de los tres mejores velocistas del pelotón, por lo que la aspiración entraba dentro de las apuestas más seguras. El abandono de Jasper Philipsen le allanó el camino.
¿Cuestión de tiempo?
Se podía decir que su triunfo era cuestión de tiempo, pero en el ciclismo, y en especial en el Tour, nada se puede dar por hecho hasta cruzar la línea de meta. Incluso en la etapa más anodina de lo que llevábamos de carrera, la tranquilidad absoluta no existe.
Los de este sábado parecía que iban a ser 171 plácidos kilómetros para tomar aire y valorar el parte de guerra de una primera semana de competición dura y rápida. El viento en contra en gran parte del recorrido eludió cualquier escapada hasta que dos Total Energies saltaron a 80 kilómetros de meta en una acción suicida.
El pelotón aceleró a falta de quince kilómetros y comenzaron el nerviosismo y los incidentes. Caídas (Rustch, del Wanty), averías y pinchazos, como el que sufrió Tim Merlier a doce y medio del final. No tuvo complicaciones para volver al grupo, pero no era la aproximación ideal al sprint y después no se le vio en la pugna final.
El Lidl-Trek quemó sus naves antes de tiempo en un final que picaba ligeramente hacia arriba. El Alpecin, con Van der Poel de lanzador, buscó las opciones de victoria de Kaden Groves y fueron la mecha para empezar el sprint. Milan, poderoso, no fue sobrepasado por un Van Aert que lo hizo todo bien pero al que solo le faltaron las piernas. Italia vuelve a la primera línea.
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