Adiós a Carmen Valero, pionera del atletismo español y campeona en el cross de Lasarte y en el Muguerza
La que fuera bicampeona del mundo de cross (1976 y 1977) y primera atleta en unos Juegos (Montreal 1976) ha fallecido a los 68 años por un derrame cerebral
Fue hace 42 años cuando su nombre quedó para siempre en la historia del atletismo. En el hipódromo de Chepstow (Gales), Carmen Valero hacía algo que hoy en día resulta casi inimaginable. Una atleta española ganaba el Mundial de cross. Corría 1976, y la turolense de nacimiento y catalana de adopción se imponía a Tatyana Kazankina para lograr el título. Tenía solo 21 años, un talento excepcional, y capacidad para volver a ser campeona al año siguiente, donde se impuso en Düsseldorf por delante de Lyudmila Bragina (URSS). Dos victorias que la hicieron única, puesto que nadie en España ha logrado subir a lo más alto del podio en un campeonato del mundo de campo a través. Pero para ella, todo se resumía en algo muy sencillo. «A mí lo que me gustaba era correr». Así, de este modo, llegaron esos dos campeonatos mundiales, 25 títulos nacionales y 15 récords de España, una presencia en los Juegos Olímpicos de Montreal, la primera para una atleta española. Todo ello sirvió para que en 2017 fuera proclamada como la mejor atleta española de todos los tiempos.
Carmen Valero, que disfrutaba de su prejubilación en un banco y de homenajes varios, falleció este martes como consecuencia de un derrame cerebral sufrido la pasada semana, y por el que estaba ingresada en cuidados intensivos, según informó la Federación Española de Atletismo, que la ha recordado en las redes sociales con un mensaje en el que destaca que fue «la primera atleta olímpica española, una mujer que abrió camino y la madre de nuestro atletismo».
Valero había dejado el atletismo de primera fila hace tiempo, pero siguió activa como atleta popular y fue responsable de las secciones deportivas del Club Natación Sabadell. Llevaba este deporte en las venas y recordaba con especial cariño las pruebas guipuzcoanas, en especial el Cross de San Sebastián, al que seguía llamando «Cross de Lasarte» como se denominó popularmente durante mucho tiempo. Cuatro veces se colocó la txapela en el hipódromo donostiarra y otra en el viejo circuito de Lerún, en el Memorial Muguerza.
«El cross de Lasarte era el mejor del mundo -recordaba para este periódico-. Una gran organización, con muchísimo público y un ambiente fantástico. Gané cuatro veces y eso que siempre me ponían alguna 'fiera', rivales de cuidado, francesas, inglesas. Pero me venía bien como preparación para el campeonato del mundo. Además eran circuitos que me favorecían, con mucho barro. Guardo con mucho cariño las txapelas y los relojes que daban al ganador. Un par de años coincidió que Mariano Haro ganó el mismo día que yo en Lasarte y era emocionante cómo nos jaleaban. Lo mismo pasaba en Elgoibar con ese cross tan peculiar que pasaba por dentro de una fábrica en cuyo suelo ponían planchas de metal. Tengo bien guardada la txapela que me dieron por ganar en 1978. También allí el trato de la gente era impresionante, ni me dejaban ir por la calle, me saludaban, me felicitaban. Yo me preguntaba cómo se puede vivir así el atletismo».
Los cuatro triunfos en San Sebastián se produjeron entre 1974 y 1977. Y en los dos últimos años, el hipódromo donostiarra fue trampolín para sus títulos mundiales. En 1976, en Chepstow (Gales), Carmen Valero ganó el oro delante de la rusa Tatiana Kazankina, que meses después lograría un doblete olímpico en Montreal, y de la italiana Gabriela Dorio, que fue medalla de oro de 1.500 metros en los Juegos de Los Angeles de 1984. «Yo siempre atacaba a falta de un kilómetro. Si no conseguía escaparme, repetía cuando quedaban 600 metros. Pensaba que si yo iba mal, las otras irían peor. Como había conseguido el bronce en el mundial de cross de Rabat, un año antes, y fui a Gales dispuesta a ganar. En ese circuito de Chepstow había bastante barro, aunque también zonas de hierba. Conseguí escaparme de Kazankina, que era muy dura de pelar. En el siguiente mundial de Dusseldorf, en 1977, el equipo ruso estuvo pendiente de mí, marcándome durante toda la carrera, pero pude irme de Bragina y Romanova y revalidé el título».
Valero recordaba que su primer triunfo fue una sorpresa incluso para el seleccionador Julio Bravo. «En la reunión previa dio una serie de instrucciones y consejos a los chicos sobre la carrera y el circuito. Yo le pregunté »¿y las chicas?« Él me contestó: »Vosotras nada, sois unas tetonas y culonas, hacer lo que podáis«. Luego, cuando solo faltaban 300 metros para la meta y marchaba en cabeza, le ví en las vallas y le grité: «¿Tetonas y culonas?».
Coincidió muchas veces con Belén Azpeitia, la gran fondista guipuzcoana fallecida en agosto de 2005. «Aunque éramos rivales en la pista, nos llevábamos bien. Poco antes de un mundial de cross, Belén se puso enferma y yo me ofrecí a acompañarle en el hotel para cuidarle pero me mandaron que fuera a correr. Otra vez, en un campeonato de España de cross en Logroño me paré a falta de diez metros para dejarle ganar y me gané una bronca de mi entrenador».
El disgusto de Montreal
Pero la calidad de Carmen Valero no se expresaba solo en el cross, donde fue ocho veces campeona de España. En pista batió el récord de España en doce ocasiones y logró quince títulos entre los 800 y los 5.000 metros. «Precisamente en San Sebastián conseguí mi primer triplete en un campeonato de España. Primero gané a Rosa Ochandiano en 800 metros, luego a Belén Azpeitia en 1.500 , y veinte minutos más tarde, a Mercedes Calleja en 3.000 metros. Repetí ese triplete en pista un año después en Madrid».
Carmen relataba sus peripecias atléticas con serenidad, pero con un justificado orgullo. «Creo que mis marcas en pista no estaban mal, todavía tendrían cierto valor ahora: 2.04 en 800 metros, 4.08 en 1.500 metros? Por eso, después de ganar el mundial de cross de 1976 fui muy ilusionada a los Juegos de Montreal, era la primera atleta española que participaba. Los entrenamientos anteriores en Canadá fueron fantásticos y yo estaba convencida de que iba a hacer un gran papel en 1.500, pero en la última curva una gigantona alemana llamada Krauss me dio un terrible empujón y me echó a la calle siete. Perdí todas las opciones».
Se había preparado a conciencia. Siempre lo hacía. «Yo entrenaba y entrenaba, corría y corría sin descanso. Mi preparador, Molins, me decía muchas veces que parara y yo quería seguir corriendo. Y eso que no tenía los medios que disponen ahora los atletas, ni siquiera plantillas correctoras que evitarían tantas lesiones y desgaste en las rodillas. Precisamente ahora acabo de venir de una sesión de rehabilitación porque me han operado de la rodilla».
Preocupada por el futuro del atletismo, se presentó en la candidatura de Tomás Barris a la Federación Catalana, pero no salieron elegidos. «Nuestra idea es que hace falta gente nueva que relance el atletismo. Los niños prefieren jugar a la 'Play que hacer deporte. Pero la culpa también es de los padres, les damos todo, se han acostumbrado a la comodidad. Hoy en día, entrenar como entrenaba yo se consideraría una locura». Bendita locura de Carmen Valero, una campeona para la historia.
Una de sus últimas apariciones públicas se produjo en mayo de 2023, en el IV Memorial Miguel de la Quadra-Salcedo, disputado en la pista de ceniza de la Universidad Complutense de Madrid, en la que se la rindió un homenaje por parte de la Asociación Española de Estadísticos del Atletismo, que le eligió mejor atleta femenina del siglo XX.
