¿Habrá una nueva maldición?
Algún día tendremos que asumir que los premios evolucionan con el tiempo y que llega un momento en que nos desconciertan. Así como el Tambor ... de Oro nació para agasajar a los visitantes que contribuían al buen nombre de San Sebastián y ahora... (rellenen ustedes la línea de puntos), el Premio Donostia lo inventó Diego Galán en 1986 para invitar a grandes estrellas con la excusa de homenajear a toda su carrera.
Luego pasan las décadas y puede ocurrir, como en 2025, que el Premio Donostia lo reciba alguien que no sea estrella, grande ni pequeña (la productora Esther García) y alguien que no tenga tanta carrera que homenajear (Jennifer Lawrence). No se nos echen encima, que ya sabemos que, para tener 35 años, acumula un buen puñado de títulos destacados. También nosotros adoramos a la Lawrence, su presencia entre empoderada y naturalmente patosa, su inteligencia para combinar grandes producciones populares (y sobrevivir al personaje de Katniss Everdeen) con propuestas arriesgadas (nunca nos recuperamos de la desquiciadísima '¡Madre!' de Aronofsky).
Tenerla dentro de un mes entre nosotros va a ser un bombazo, pero reconozcamos que es raro reconocer una trayectoria de la que hemos vivido veinte años pero acaso le falten cuarenta más. En todo caso, Jennifer Lawrence no debiera temer tropezar al subir al escenario del Kursaal (¿no se podría conseguir que simulase una pequeña caída?) sino a que exista la que podríamos denominar 'nueva maldición del Premio Donostia'.
Antaño, cuando el galardón se entregaba a estrellas veteranas, por ley natural algunas no tardaban en fallecer, de ahí que se hablase de 'la maldición del Premio Donostia'. No podemos asegurar que haya una 'nueva maldición' con la carrera de los receptores prematuros del galardón, que hasta Lawrence eran Ewan McGregor (41 años cuando lo obtuvo en 2012), Matt Dillon (42 años en 2006), Julia Roberts (también 42 en 2010) y Sean Penn (43 en 2003), pero les retamos a buscar las (muy escasas) películas memorables que han hecho después de recibir el Donostia. Ya, que las buenas las habían hecho antes y por eso les premiaron. Menos mal que J.L. puede con todo, esperemos que incluso con un Premio Donostia a los 35.
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