Te diré que como el rosario de la Aurora
Paula Ortiz se acerca en 'La virgen roja' a la vida y la muerte de Hildegart Rodríguez, que conmovió a la España de la República
1Cada vez que nuestra sociedad se enfrenta a un problema y calladamente concluye que es irresoluble, lo apuesta todo a la casilla de «esto sólo se arregla desde la Educación». El estribillo ofrece múltiples ventajas: por un lado, se descarga cualquier responsabilidad en un colectivo sin identificar. Quizás nos refiramos al docente-, dado que hemos convertido «educación» en sinónimo de «aulario». Por otro, aplaza 'sine die' los hipotéticos resultados de la presunta solución porque nadie esperará que algo basado en la «educación» afloje sus resultados mañana, pasado mañana, la próxima semana o el año que viene. Apostar por la «educación» es una superstición muy de nuestro tiempo y sólo trae ventajas.
2En 'La virgen roja', Paula Ortiz revisita la historia de Aurora Rodríguez y su hija, Hildegart, concebida para que se convirtiera en la 'mujer del futuro' y educada desde su nacimiento con ese objetivo. Aurora lo hizo bien o incluso muy bien, en el sentido de que fue inflexible en el intento de conseguir a la perfecta feminista, y la pionera de la educación sexual y de la planificación familiar. La adiestró en la cultura, el deporte y la vida sana con mano de hierro y un fanatismo que para sí quisieran las religiones monoteístas. Lo que pasa es que luego la vida tiene sus propios planes que, normalmente, desbaratan los tuyos. Hildegart tenía a Freud en el sexo, a Nietzsche en el corazón y a Marx en el cerebro. Hasta que dejó de tenerlos o cambió el orden. Cuando era evidente que la criatura había escapado de sus manos, Aurora se lo tomó por el lado malo y le pegó cuatro tiros. Hay mil intentos de mejorar al hombre, han solido acabar mal, pero la idea de que es posible aún cuenta con numerosísimos partidarios de la superstición.
3Algunas historias piden que cada generación haga su propio acercamiento y en 'La virgen roja', la de su directora, Paula Ortiz, realiza el suyo, como antes lo hicieron Fernando Fernán-Gómez en 'Mi querida hija Hildegart' (1977) o en el ámbito literario, Erick Hackl y Almudena Grandes. Najwa Nimri se hace sin problemas con el perturbador personaje de Aurora, mientras que Alba Planas se queda en algún punto de su interpretación de Hildegart. Tampoco el resto del reparto está a la altura actoral de Nimri y quizás eso lastre una película que, en todo caso, merece la pena.
4Los personajes de François Ozon en 'Cuando cae el otoño' son tóxicos, pero no especialmente malvados. Lo que pasa es que tienen sus necesidades. La cinta empieza como una 'peli de tarde' en un pueblecito francés, avanza hacia el 'thriller' y cuando termina, se ha convertido en otra cosa. De fondo, la deconstrucción de la palabra «familia», que como «droga», sirve para designar cosas muy distintas, cuando no opuestas. Y al igual que los narcóticos, a veces toca purísima y otras veces, muy cortada. Estupendo regreso de Ozon.
5Somos mejores como espectadores que como testigos, como público que como ciudadanía. Al igual que ya le sucedió a Maixabel Lasa con 'Maixabel', Nevenka Fernández ha obtenido ahora lo que nunca antes -la ovación de una sociedad puesta en pie-, gracias a la película de su drama.
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