Una vuelta al mundo de Manu Leguineche
La primera biografía sobre el periodista vasco recorre desde su poco conocida infancia y juventud hasta su triunfo profesional
Manu Leguineche coincidió en el internado de los jesuitas en Tudela con el arquitecto Rafael Moneo y el atleta y aventurero Miguel de la Quadra- ... Salcedo. En él estudiaban los hijos de las familias con dinero, pero también los chavales de los caseríos vascos, a los que aceptaban como fámulos, es decir, como sirvientes. Entre ellos estaba José Manuel Ibar 'Urtain', el boxeador de Zestoa. Se hicieron amigos inseparables jugando a pelota. Y continuaron siéndolo cuando terminaron los estudios. Ya como periodista, Leguineche le siguió en sus combates y escribió la primera biografía sobre el púgil guipuzcoano, tres veces campeón de Europa de pesos pesados.
Víctor López, autor de 'Manu Leguineche. El Jefe de la Tribu', resalta esta anécdota para definir el carácter del periodista vasco (Arrazua, 1941-Madrid, 2014). «Le gustaba acercarse a la gente con independencia de su posición. Conoció a importantes políticos y empresarios, pero lo que más le gustaba era tratar con las personas normales de la calle. Y eso se tradujo en su periodismo», considera el autor de esta primera biografía sobre el profesional vasco, al que después de dar varias vueltas al mundo le gustaba definirse como un «aldeano de Arrazua».
El libro
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'Manu Leguineche El Jefe de la Tribu'. Con prólogo de Javier Reverte. Ediciones del Viento. 24 euros.
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Víctor López Autor del libro. Como reportero de televisión, ha informado desde países como EE UU, Reino Unido, Perú y la República de Benín.
Es un recorrido exhaustivo, reforzado por las imágenes del legado que la familia de Leguineche depositó en el Archivo Histórico de Euskadi hace ahora un año, y para el que el autor ha realizado unas setenta entrevistas.
Presta una reveladora atención al relato de su infancia y adolescencia, que nunca se había contado, y sigue por episodios clave como su traslado a Valladolid, su trabajo en el periódico de la ciudad, 'El Norte de Castilla', su vuelta al mundo acompañando a un grupo de periodistas estadounidenses, su experiencia como corresponsal de guerra, como fundador de las agencias de noticias Colpisa y Fax Press, de programas de televisión como 'En Portada' e 'Informe Semanal' y como autor de 43 libros. Sin olvidar dos de sus grandes pasiones, el mus y el Athletic.
«Nace a caballo entre la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, todavía con el recuerdo del bombardeo de Gernika, en una familia conservadora y sin dificultades económicas. A medida que iba creciendo, el ambiente se le hizo más asfixiante», explica el autor de la biografía.
Vivieron primero en la pedanía de Belendiz y luego en Gernika. Su padre creó una sociedad de explotación de bosques, Tona y Leguineche S. L., proveedora de Altos Hornos. «Una importante serrería industrial que continuaba el negocio familiar, y que lo acabaría convirtiendo en un destacado empresario de la zona», apunta Víctor López.
El futuro periodista tuvo una relación tirante con su padre, afín al régimen franquista, lo que le empujó a salir del núcleo familiar. Cuando regresó de Tudela empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Deusto. Allí conoció a Bernardo de Arrizabalaga, 'Arri', un peculiar jesuita con el que empezó a pasar horas jugando al mus, hablando y tocando la guitarra. En esa época empezó a colaborar con el semanario 'Gran Vía' dirigido por Luciano Rincón, de quien admiraba su amplia cultura y su espíritu crítico. En aquella redacción coincidió con otro periodista célebre, Alfredo Amestoy.
Arri se fue a Valladolid para dirigir un colegio. Leguineche le siguió y se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras. El jesuita le escribió una carta de recomendación para que se presentara ante Miguel Delibes, director de 'El Norte de Castilla', donde trabajaba también Francisco Umbral. «Vente mañana por el periódico, muchacho», le dijo el autor de 'Cinco horas con Mario'. Leguineche sabía cuál era su vocación y la entrada en 'El Norte' le dio el empujón final. Se lo comunicó a su padre, que se presentó a Valladolid para hablar con Delibes. Quería saber si su hijo tenía futuro en la profesión. «Va a ser un número uno», le aseguró el escritor.
«Chócala, vasco»
Cubrió la Mostra, el festival de cine de Venecia, y la Vuelta a España. En el verano de 1963 se fue a trabajar a un hotel de la localidad inglesa de Stamford para aprender inglés, aunque lo que de verdad aprendió fue el italiano de Calabria que se hablaba en la cocina. Lo que sí conoció a fondo fue el conocimiento de un hotel, el tipo de establecimiento en el que pasaría media vida.
Víctor López señala un antes y un después en la vida del periodista a partir de su participación en 1965 en la Trans World Record Expedition, una vuelta al mundo protagonizada por unos reporteros estadounidenses. Quería unirse a la expedición y tenía un contacto con ellos. Les conoció en Madrid y se los llevó a una tasca a comer pinchos de tortilla y a beber de porrón vino de Valdepeñas. Leguineche empezó a cantar. No tenía carnet de conducir ni sabía de mecánica, pero los periodistas pensaron que su buen humor serviría para el viaje. «Chócala, vasco», le dijo el jefe del grupo, Harold Stephens, sellando así su incorporación.
Antes de volver de Asia, paró en Saigón, desde donde cubrió la Guerra de Vietnam hospedado en el Hotel Continental, cuartel general de los corresponsales y escenario de 'El americano impasible' de Graham Greene.
A su vuelta a España reemprendió su intensa carrera periodística. Fundó Colpisa. Estuvo en la agencia hasta 1982, alternando su trabajo en Madrid con sus labores de reportero de guerra, por las que se ganaría el mote de 'Jefe de la Tribu', y con sus apariciones en televisión, donde conoció a Rosa María Mateo. Su perfil público crecía exponencialmente. Pero Leguineche continuó entrando en los mismos bares de su barrio, Vallehermoso, en Madrid, y luego en el del pueblo de Brihuega, en Guadalajara, al que se acercaba para jugar al mus.
'Tele Guía', la música y la amistad con José María Íñigo
A finales de 1967 escaseaba el trabajo y Manu Leguineche aceptó trabajar para José Ángel Ezcurra, editor de la revista 'Triunfo', la biblia de la izquierda, y también de 'Tele Guía' y 'Tele Programa'. Ezcurra le fichó para 'Tele Guía', que además de los contenidos televisivos tenía un amplio espacio para la música. Entró sin saber cuántos eran los Beatles y pronto se hizo amigo de Aute, Juan y Junior y Paco Ibáñez. Coincidió con José María Íñigo, al que conocía de Bilbao. Fue el trampolín para que el periodista de Rekalde saltara al puesto de presentador de 'Estudio Abierto'.
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