Crítica de 'Una pequeña historia': ¡Gracias, don Héctor!
Si los teatros son, así lo creo, cueva, altar y sobre todo silencio donde las voces se refugian, pero no desaparecen, el Victoria Eugenia anotó ... anoche otra huella: la de Héctor Alterio, que a los 95 años se acoge a esa tierra casi sagrada donde personajes e intérpretes se dan la vida unos a otros.
No se escuchó una tos ni vi a nadie consultando el móvil. Hasta los aplausos que iban rubricando distintos momentos de la representación parecían tímidos, quizás por temor a romper el instante. Se escuchaba muy alto el respeto, seguramente la admiración y, desde luego, la gratitud. ¡Gracias, don Héctor!
La función es sencilla. Mano a mano con el pianista Cuacci (excelente en su trabajo y en la forma de acompañar al maestro) fueron dando cuerpo a letras de tangos («el tango es mi vida, dijo Alterio»), cantando algunos, dibujando ligeramente y también con profundidad los olores de su Argentina.
Una pequeña historia
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Autora Ángela Bacaicoa.
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Intérprete Héctor Alterio.
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Músico Juan Esteban Cuacci.
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Dirección Ángela Bacaicoa.
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Duración Una hora y diez minutos
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Lugar Tratro Victoria Eugenia.
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Fecha 16-2-2025.
Tuvo Alterio ciertos problemas de dicción y de memoria, en una muestra de debilidad que muchos quisiéramos alcanzar. Como es natural poco o nada importaba. Si el protagonista de películas como 'La historia oficial' o 'El hijo de la novia'; de obras teatrales como 'Yo Claudio' o 'El Túnel' se hubiera quedado mudo, lo hubiéramos acompañado igualmente. Hablar de su debilidad física es una paradoja ante alguien como él, que a su edad sigue llenando el escenario con un sólo gesto. Pero ahí estaba, otorgando el peso de lo extraordinario que necesita la lectura de unos versos de León Felipe. Cualquier lectura en definitiva.
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En muchos momentos se ayudó de la lectura de los textos y aún así no sonaba ni forzado ni ortopédico. Pero, ¡ay!, cuando se arrancó a las entrañas de los poemas, tirando de memoria, entonces el actor de tantas emociones pareció recogerlas todas para transformarlas en unas pocas palabras que ya eran algo más allá del propio poema y del espectáculo. Era un anciano, delgado de futuro, volviéndose inmortal aunque fuera por unos segundos. Ver un montaje como 'Una pequeña historia' es el milagro del teatro, que a veces sucede, no demasiadas.
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