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En 'Una pequeña historia' Héctor Alterio recorre con la voz de poetas y letras de tangos un viaje en ambos sentidos entre sus dos ciudades, ... Buenos Aires y Madrid, al principio imposible por su exilio en España, luego real y siempre presente. Un exilio que forma parte de su vida y también de este espectáculo, este domingo a las 19.30 en el Victoria Eugenia, en el que mano a mano con el pianista Juan Esteban Cuacci, nos llevará «entre el amor y el humor a una noche de goce con todos los sentidos». Su esposa, Ángela Bacaicoa, es quien ha escrito y dirigido esta aventura íntima del gran actor.
–¿Cómo de grande es esta 'pequeña historia'?
–Es demasiado grande para mí, por más pequeña que sea. Y más si la escribe y dirige mi mujer. Y es ella quien lo hizo.
–¿Este viaje emocional, esta mezcla entre poesía, tangos y humor, es un triángulo vital para usted?
–Todo es vital, depende de cómo se mire y depende de quién lo proporcione. Hay una cantidad de elementos que no se pueden determinar en este momento. Pero siempre es beneficioso. Y para mí es un honor y algo importante en mi vida.
–¿Respecto a ese viaje vital, fue muy importante no poder regresar a su país durante muchos años?
–Ahora eso de volver a mi país después de tantos años, no sé, no entra dentro de mis fantasías ni de mis realidades. Eso ya está hecho. Lo quise hacer una vez y no me dejaron, pero pasó el tiempo, que hizo su trabajo y lo sigue haciendo. Han pasado muchísimos años, y bueno, me han pasado tantas cosas. Trato de sacar lo mejor posible de todo ello y que no se vuelva a repetir.
Los datos
Obra 'Una pequeña historia', con Héctor Alterio, con el pianista Juan Esteban Cuacci.
Lugar. Teatro Victoria Eugenia
Fecha y hora. Hoy, a las 19.30 horas.
Precios. 10, 18 y 24 euros.
Duración. 70 minutos.
–En 1974, mientras presentaba una película en el Festival de Cine de San Sebastián, recibió la noticia de que estaba amenazado de muerte en Argentina y ya no regresó.
–Así es. Es muy difícil detallar ahora, después de tantos años. Me han pasado tantas otras cosas, buenas y malas, que esta que me recuerda, y fue muy importante, ha quedado más reducida a un recuerdo curioso. No me afecta para nada, simplemente que no vuelvo a poner dedo en el ventilador y ya está.
–¿Esa parte de su vida está también presente en este espectáculo?
–Sí, también. Quiera que no, todo eso representa experiencias. Algunas malas, algunas buenas, algunas inolvidables y otras permanentes. Y así estoy como cualquier persona, como cualquier ser humano.
–¿Esta función tiene mucho de comunión con el público?
–Sí, aunque depende también de quien la reciba. Pero yo trato en lo posible de emitir verdad a lo que estoy haciendo. Y con eso me he defendido siempre. Es mi verdad.
–¿Qué significado tiene para usted el tango?
–El tango es fundamental porque yo me he criado en un barrio con mis hermanos, que eran tangueros. He aprendido de ellos. He recibido alegrías y emociones. Para mí es fundamental el tango. Representa, a veces un poco más exagerado que otros, la música que me pertenece por derecho propio. Y trato de defenderlo siempre.
–Hay un tango muy conocido que dice, «el tiempo se va, no vuelve jamás». ¿Está de acuerdo?
–Siempre se vuelve al primer amor. Tiene su pro y su contra esa letra del tango, pero estoy de acuerdo.
–Cuando vino a San Sebastián hace 20 años para representar 'Yo Claudio' me dijo «que a la gente no se la puede cambiar, que hay que darle un poco de amor y esperar a que lo tome».
–Sí, hoy sigo manteniendo ese concepto y no digo que sea genial ni mucho menos la frase. Simplemente que estoy de acuerdo con ella.
–A sus 95 años dice que subirse a un escenario es lo que más le gusta, además de ver los partidos del Real Madrid.
–Eso también es verdad. Sigo siendo del Real Madrid y el Madrid sigue proporcionándome alegrías, felicidades y enojos. Soy muy fanático del Real Madrid y ahí estoy.
–Pero usted llegó a España y se hizo del Barcelona porque pensaba que el Madrid era el equipo del régimen.
–Sí, fueron travesuras sin pensarlas. Lo real es que yo soy del Real Madrid.
–Y en Argentina es del Chacarita.
–Chacarita es mi infancia. Ahí nací yo y ahí me crié. Y allí vivían mis padres.
–¿El fútbol nos conecta con la infancia?
–Sí, claro, porque yo tuve un tío mío, hermano de mi padre, que fue famoso. Pibona le decían y fue arquero de Chacarita Juniors. Y a partir de ahí, ese es como un emblema de la familia. Y ahí continúo.
Héctor Alterio tenía 45 años cuando llegó al Festival de Cine de San Sebastián en 1974 para presentar la película 'La tregua', dirigida por Sergio Renán y basada en la novela homónima de Mario Benedetti. En Argentina quedaban su esposa, su hijo Ernesto con poco más de cuatro años y su hija Malena, que aún no había cumplido un año.El exilio lo asaltó en un viaje eterno entre su Argentina y su España, «soy de los dos sitios». Ocurrió en su primer viaje a Europa. Así lo recordaba cuando vino hace unos años a interpretar 'Yo Claudio': «Era la primera vez que iba tan lejos. Estaba haciendo teatro y me dieron permiso para ir una semana a San Sebastián. Antes de acabar el Festival fui a Madrid y entonces me avisan de la amenaza de muerte de la Triple A, un grupo de ultraderecha argentina dirigido por López Rega, brazo derecho de Isabel Perón. Amenazaron a artistas populares para tener repercusión en la prensa. Les salía más lucrativo amenazar a un actor que matar a un sindicalista, cosa que más tarde también hicieron».
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