«Reivindico la tristeza, está bien porque obliga a buscar y nos calma»
El creador de la serie de televisión 'Maricón perdido' presenta hoy en las Jornadas de Teatro de Eibar el monólogo 'Los días ajenos'
Creado por la productora de Buenafuente y dirigido por Andrés Lima y el propio Bob Pop, el montaje lleva al escenario sus dos diarios escritos. ... Une pasajes importantes de su vida, a la vez que habla de sus referentes literarios y no literarios en un espectáculo de voces y memoria. La función es hoy en el teatro Coliseo, a las siete y media de la tarde.
– ¿Rodearse de grandes nombres de la literatura es más para emboscarse o para mostrarse?
– Es sobre todo para ser honesto con quien soy. Para dejar claro que en mi caso lo que soy está construido también con palabras ajenas, con discursos de otros y de otras que me he ido apropiando y todo eso es una coctelera. Es una forma honrada de confesar mis influencias y mis referentes.
– ¿Qué importancia tiene el humor en el espectáculo y también en su vida?
– El humor es un lenguaje y es mi forma de atrapar al público, de que juegue conmigo y de crear un entorno seguro donde podamos hablar sobre todo. Y eso lo entiendo así para el espectáculo y para mi vida. El humor me da la posibilidad de mirar desde otros lados, desde un pensamiento lateral y transversal. Eso me ayuda a mirar y a no asumir que todo es como es o como tendría que ser. Si además logro que el público disfrute, se relaje, se abandone y, cuando hablo de un modo más serio, sea más receptivo, mejor que mejor.
– ¿Le pone límites al humor?
– Mis límites están en la falta de compasión y de piedad. Cuando el humor no tiene compasión ni piedad hacia los otros, ni es empático, no me divierte ni para consumo interno. ¡Pero ya está bien de hablar de los límites del humor, tendríamos que hacerlo de los límites del horror! Del sensacionalismo, del morbo, de todo lo que la televisión nos muestra cada vez más.
– En su serie 'Maricón perdido', hay una gran fuerza vital y a la vez una fuerte tristeza. ¿Cree que la tristeza se percibe cada vez más casi como un delito?
– Tenemos que identificarla y convivir. La tristeza está muy bien porque también nos calma. No me gusta regodearme en la piscina del dolor, pero sí parar un poco y buscar. La tristeza, además, tiene de bueno que nos obliga a buscar otros lugares, otras compañías, otros ámbitos en los que podamos, si no hacerla desaparecer, sí amortiguarla. Reivindico mucho la tristeza.
«El humor me ayuda a mirar y a no asumir que todo es como es o como tendría que ser. Y si el público disfruta, mejor»
– ¿Vivimos en una época en la que se sublima todo lo relativo a la superación personal?
– Es terrorífico. Y la necesidad de demostrarlo con ejemplos y de explicar que hay solo una forma de hacer las cosas, solo una forma de ser feliz, solo una forma de trabajar, solo una forma de tener familia. Todo eso es agotador y muy dogmático.
«Por mi enfermedad ya no soy capaz de imaginar el futuro, por eso lo que hice con 'Maricón perdido' fue imaginar el pasado»
– Es que no todos logran superar los problemas.
– Claro. Basta ya de poner esa presión. Mucha gente me dice que soy un ejemplo. Yo no soy un ejemplo de nada, hago lo que me toca hacer y tengo la suerte de poder hacerlo. Pero si alguien en mi situación se quiere quedar en la cama llorando me parece igual de legítimo.
– Dijo que la esclerosis múltiple no le permite imaginar su futuro. ¿La imaginación no es lo último que nos pueden quitar?
– Lo creía, pero se me ha tapiado la imaginación. Me cuesta mucho imaginar. Ahora lo que me alivia es planear, por ejemplo me gusta mucho tener el calendario de las actuaciones, saber que en tal fecha estaré en un sitio. Me da perspectiva de futuro. Pero no soy capaz de imaginar el futuro, quizás por eso lo que hice con 'Maricón perdido' fue imaginarme el pasado.
«No hay que poner la mirada sobre los que sufrimos el acoso, sino sobre los que lo ejercen. Y en ellos no hay paranoia»
– Ahora camina en silla de ruedas. ¿Tiene un discurso sobre la discapacidad?
– No se entiende la silla de ruedas hasta que no se está en ella. El mundo te ve de otra forma. No tengo un discurso sobre la discapacidad, tengo una experiencia y reivindicaciones. Gran parte del discurso que se hace es muy hipócrita porque se habla, por ejemplo, de la polémica sobre el derecho a la sexualidad. Me parece terrible que la única solución sea recurrir a asistentes sexuales o a la prostitución. Antes hay que plantear por qué no existen espacios fáciles y adaptados de socialización, por qué seguimos trabajando el canon de belleza. La gente con discapacidad se siente muchas veces tratada de manera infantil y no es libre para moverse. Más que buscar una filosofía lo que tenemos que hacer es buscar de verdad un cambio.
– Usted fue una de las personas que denunció una agresión sexual en los Premios Feroz.
– Me pasó, como a otros, que un tipo que iba bastante cocido empezó a traspasar unos límites y yo no me di cuenta de lo feo y lo denunciable que era hasta que no aparece en la prensa. Ahí me sentí mal porque si lo hubiera pensado antes podría haber llamado la atención y quizás evitar que otros lo sufrieran. Pero no se me ocurrió en ese momento y me parece muy bien que estemos cambiando el pensamiento, que de repente eso no tiene que ser un precio a pagar, no es algo que tengamos que asumir.
– ¿No nos podemos volver paranoicos con este tema?
– Sí, pero encontraremos el equilibrio. Esto es nuevo, todo viene poco a poco, pero creo que la mirada no hay que ponerla en los que sufrimos el acoso, sino sobre los que lo ejercen. Y en ellos no hay paranoia, hay una sensación de impunidad que poco a poco va desapareciendo.
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