Álvaro Pérez
El profesor de Periodismo analiza la herencia del modisto de Getaria a través de las necrológicas que se publicaron tras su muerte en 1972
Getaria acoge el II Congreso Internacional sobre Cristóbal Balenciaga y en él se reúnen expertos internacionales en la figura y obra del maestro de la ... alta costura, y las analizan desde todas las perspectivas, incluidos los obituarios que se escribieron tras su muerte en 1972. El profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid Álvaro Pérez fue ayer el encargado de realizar una ponencia en la que diseccionó las notas que aparecieron en los medios de comunicación, entre ellos El Diario Vasco, y cómo reflejaron las distintas facetas del modisto.
– ¿Una ponencia sobre obituarios?
– Esta conferencia versa sobre el legado de Balenciaga a través de sus obituarios en prensa. No soy un experto en moda. Me dedico a la investigación en periodismo y específicamente en el género biográfico. He hecho una selección de las necrológicas publicadas sobre Cristóbal Balenciaga en diferentes países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia o España, para ver qué elementos comparten y cómo se va configurando su imagen a través de esos obituarios: qué elementos hay en común y también qué diferencias, que nos hablan de cómo ha sido conocido en el mundo y cómo ha sido su legado.
– Dé un ejemplo claro.
– La muerte de Balenciaga fue recogida en El Diario Vasco, una de las necrológicas que analizo, pero fue también portada en el New York Times. Eso ya habla de la proyección internacional del modista, un hombre universal. No solo fue portada en el periódico que se leía en su pueblo sino también en el diario más prestigioso del mundo. Es un ejemplo sencillo pero muy ilustrativo. A partir de ahí, hay que ver qué se destaca en un tipo de prensa y qué reflejan otros, qué visión hay sobre él, qué se dice y también qué no se dice. A veces resulta más evidente lo que se obvia y habla mucho de la época. Balenciaga murió en 1972. Ese año España vivía en una dictadura y no es lo mismo lo que se puede decir en un periódico español que en uno extranjero. También son distintas las imágenes que lo acompañan, los títulos de los artículos –más informativos o más analíticos–. En los periódicos generalistas el título era, mayoritariamente «Ha muerto Balenciaga» y en otros aparecía «El rey ha muerto». Eso ya habla de cómo se refleja su figura y el legado general.
– ¿Ese marco qué transmite de Cristóbal Balenciaga?
– Hay varios elementos que están presentes en todas las necrológicas. El primero de ellos es el impacto que tuvo en el mundo de la moda. Es universal su reconocimiento como uno de los grandes. Se podía leer lo mismo en el New York Times, El Diario Vasco o el ABC. En todos aparecía «es uno de los grandes de la moda». Esa idea ya estaba en el momento de su muerte, antes de que su leyenda trascendiera. Hay otras aportaciones de prensa que van formando su figura. Por ejemplo se habla de un trabajador incansable. También se resalta que es una persona que está en todo el proceso, no solo diseña; sabe de telas, coser… algo no muy habitual. En la mayoría de ellos se destacaba su origen humilde, esa idea de hombre hecho a sí mismo que llega a París prácticamente sin nada y se convierte en un grande. Asimismo está muy presente esa imagen de un Balenciaga que huye de la prensa, una persona muy discreta que rehúye los focos. Sin embargo, los focos van a él porque es tan grande lo que hace que su obra habla por él, todo lo que no quiere decir a los medios de comunicación lo dice su trabajo y su influencia.
«En la mayoría se destacaba su origen humilde, esa idea de hombre hecho a sí mismo que llega a París sin nada»
– ¿Qué publicación es la que más le ha sorprendido?
– Para mí lo más llamativo es que fue portada del New York Times. Estamos hablando de una persona que se dedica a la moda y que había nacido en Getaria. Esta noticia reflejaba su carácter global e internacional. También me ha llamado mucho la atención el respeto que todo el mundo le tenía por su trabajo y por su manera de ser. Los mismos medios con los que no quiere tener trato por la razón que sea, posiblemente su timidez, le alaban. Es algo difícil. No les da todo lo que quieren, pero es tan bueno su trabajo que no les queda otro remedio que ensalzar su obra y su legado. También hay alguna con un carácter bucólico muy marcado, casi poético.
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– Los enfoques serán de lo más dispar, ¿no?
– En la prensa española hablan de orgullo nacional, de un hombre universal que impacta en todo el mundo. En otros medios se centran más en su legado como modisto.
– Usted también destaca las ausencias.
– Es un aspecto muy interesante. Los géneros periodísticos tienen relación con el momento histórico en el que se escriben. En el caso de Balenciaga hay dos aspectos que son llamativos, al menos desde la óptica actual. El primero es que en varias de las necrológicas se apunta, se comenta, que el modista sale de su retiro para diseñar el vestido de la nieta de Franco, Carmen Martínez-Bordiú. Sin embargo, no se habla mucho del contexto. A día de hoy nos podemos preguntar por qué hace ese vestido. ¿Hay una cuestión política o no? Es algo que no se dice. Tampoco se tiene en cuenta que Balenciaga en ese momento estaba en un proceso judicial. Sus trabajadoras le habían denunciado porque consideraban que el cierre del taller no era justificado porque seguían teniendo trabajo. Los expertos dicen que crear ese diseño le jugó a la contra porque estaba demostrando que realmente sí había trabajo. Los más suspicaces podrían decir que lo había hecho para ver si le favorecía. Lo que cronológicamente sucede es que el 7 de marzo de 1972 sale la sentencia que le condena, el 8 de marzo se casa la nieta de Franco y Cristóbal Balenciaga fallece el 23 de marzo en Jávea. Parece que le afectó mucho porque le obligaban a reabrir. En los obituarios no se habla de ese contexto. Por eso las ausencias son relevantes.
– ¿Y el tema de su sexualidad?
– Ese es otro de los aspectos que se obvian y que desde la perspectiva actual nos puede llamar la atención. En los años 70 era tabú, sobre todo en España. Se pasa totalmente por encima. Algunas de las necrológicas dicen que está soltero, otras hablan de algunos amigos como Ramón Esparza, pero hasta ahí. Se construye una imagen de un hombre trabajador que es prácticamente un asceta, que se dedica fundamentalmente al diseño y se soslaya totalmente lo otro. Las necrológicas se focalizan en el artista, un creador, no solo un diseñador. Por ejemplo en The Observer dicen que «Balenciaga asesinó la moda británica» porque su estilo cambió de alguna manera el rumbo de la moda. Otros hablan de que era un revolucionario.
«Es uno de los aspectos que se obvian. En algunas informaciones se dice que está soltero, en otras se habla de algún amigo»
– Se marchó de España durante la Guerra Civil. ¿El tema político se trató en sus obituarios?
– Se habla de que se fue a París pero no se trata el tema político. Se destaca más su origen humilde, que llegó allí sin tener contactos y se hizo de la nada. Es otra de las ausencias, no se menciona el contexto político. Lo que define al Balenciaga que encontramos en sus obituarios es su arte, el arte de la moda, pero no lo político o afectivo.
– ¿Aparecen sus relaciones con los vips de la época como la marquesa de Llandoz?
– Sí. Se habla mucho de sus clientes, muy diferentes a los que habitualmente tenían los diseñadores. Se dice que en sus orígenes, el hecho de tener cerca personalidades relevantes fue lo que le hizo decantarse por el mundo de la moda. También se mencionan nombres muy famosos porque fueron sus discípulos como Givenchy y Ungaro.
– ¿Y los enfrentamientos con otros diseñadores?
– Aparece mencionada su amistad con diseñadores de su círculo con quienes después su relación se resintió, como es el caso de Channel. Eso se refleja sobre todo en las informaciones extranjeras.
«En las necrológicas no se menciona que sale de su retiro para diseñar el vestido de novia de la nieta de Franco»
– ¿El Diario Vasco informó bien?
– Estuvo muy bien. La firmó José María de Areilza, que entre otras cosas fue embajador de España en Argentina, Francia y Estados Unidos, alcalde de Bilbao, secretario del consejo del Conde de Barcelona, y presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Empieza con la frase «¿Qué país no conoció el nombre de Balenciaga?», que yo la tomo prestada para iniciar mi conferencia. La necrológica se publicó el 25 de marzo de 1972. Es muy interesante porque en ella está lo que debe ser un obituario para explicar un legado. Combina dos aspectos, la noticia y el análisis. Está todo. Al hacerlo en pasado ya da la información de la muerte, pero también incluye la universalidad y su trascendencia. En una primera frase está reflejado todo el peso de una necrológica que nos ayuda mucho a entender la relevancia de una persona.
– ¿De leer sus propios obituarios, qué hubiera dicho Balenciaga?
– Hubiera estado satisfecho. Por carácter o decisión, todo lo que hizo en su vida estaba orientado a construir esa imagen que se proyectó después. Por ejemplo, era muy celoso de la prensa pero para que le fotografiaran eligió a Henri Cartier-Bresson, sabía a quién elegía.
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