Paco Ibañez: «La cárcel ahora para un cantautor es que te cierran el grifo y te enmudecen»
Músico ·
El músico valenciano de origen guipuzcoano llega el sábado al Kursaal para celebrar el cincuentenario de su célebre concierto en el Olympia de ParísNada más descolgar el teléfono, al otro lado suenan la inconfundible voz y los arpegios de guitarra de Paco Ibáñez (Valencia, 1934). «Maitasuna, maitasuna / romantikoen ... uharte / penak desegingo zaitu / odola izoztu arte». Son los versos de 'Zure tristura', canción de Imanol que este sábado recordará junto a otras melodías vascas de Xabier Lete y Mikel Laboa. Tampoco faltarán sus célebres versiones musicadas de poemas de autores como Quevedo, Góngora, Lorca, Machado, Becquer, Alberti, Celaya, Neruda o Goytisolo.
- En diciembre de 1969 usted llevaba ya tiempo exiliado en París. ¿Qué recuerdos tiene de aquella noche en el Olympia?
- Tengo dos. Por un lado, un buen recuerdo del momento que fue y del entusiasmo por esa especie de revolución que se formó en mayo del 68. La juventud se rebeló contra una sociedad plastificada y teníamos la sensación de estar contribuyendo a mejorar la sociedad. Por otro lado, lo triste es que aquello se fue apagando poco a poco y mira dónde estamos ahora: fue un fuego artificial que luego desapareció.
- ¿Qué falló?
- Bueno, el tiempo también oxida las cosas y el poder tiene la facultad de manipular a través de los medios, la televisión y las drogas, que se usaron para vaciar de contenido la voluntad y el empuje de la juventud… La atmósfera fue cambiando. En el plano cultural, Francia era y sigue siendo la capital del mundo de la canción, pero el ambiente se empezó a americanizar con el puto rock y lo que vino después. A mí en su día, poco después de lo del Olympia, ya me dijeron: «Paco, tendrías que reciclarte a nivel musical: meter una batería, hacer más ruido para que se te escuche mejor». ¿Qué coño tengo que reciclarme yo? ¿Más ruido? El problema es ese, que el ruido se ha instalado y apoderado del mundo.
- ¿No salva nada del rock?
- El rock verdadero, el reivindicativo de origen, sí lo salvo: un tipo con voz, guitarra y tres acordes. Ese ritmo de rock tiene potencia, no hace falta añadir otras cosas para tapar lo esencial. Al principio era así, pero se fue deformando. Luego empezaron a añadir decibelios, aparatos, luces… Todo es una parafernalia, música de muecas que sólo busca distraernos como si fuéramos niños. No puedo aceptarlo.
- Por eso su único atrezzo suele ser la silla en la que apoya un pie mientras canta y toca la guitarra.
- Es que no hace falta más. Georges Brassens actuaba igual, le bastaban su voz y cuatro notas de guitarra.
- ¿Esta gira de aniversario se centrará en las canciones que cantó en el Olympia?
- Bueno, tampoco habrá tantas del Olympia. También incluiré otras que me gustan mucho como 'Te recuerdo Amanda', de Víctor Jara. Quisiera convertirla en una canción antifascista porque es lírica y bonita, pero también tiene contenido político. Hay que ir siempre más lejos y ejercer el antifascismo en cada gramo de aire que respiras. Sobre todo con la que está cayendo ahora.
- Precisamente, las encuestas auguran un importante crecimiento de Vox.
- Esa gentuza que está apareciendo es irrespirable, no se puede aguantar una sociedad tan alejada de sí misma, tan basta… Es como si no existiera el arte, la sensibilidad, los sentimientos, es todo bruto, a lo bestia.
- A Patxi Andion, otro cantautor y símbolo de la resistencia antifranquista, no le parece mal que la extrema derecha esté en el Congreso porque obliga al resto de partidos a retratarse y todas las cartas aparecen sobre la mesa.
- No, no, por favor… Eso es meter al zorro en el gallinero. Con esa gente no se puede ir a ningún sitio porque van a por ti.
- Su concierto del sábado coincide justo con la jornada de reflexión.
- Sí, ya le he dicho a Julia (su pareja) que, en aras de la neutralidad, igual tengo que cantar el 'Ave María Purísima'. Lo mismo me anulan el concierto. (Risas)
- Hay quien se queja de que son las cuartas elecciones generales en cuatro años. ¿Usted votará?
- Claro que voy a votar: por cuarta vez, quinta vez o las que sean, y hoy más que nunca. Visto que a la sociedad no le puedes dejar salir sola a la calle porque se puede perder, tenemos que votar y crear un camino.
- ¿Siente simpatía por alguno de los candidatos?
- Eso es una cuestión de índole personal, pero te puedo dar una pista al decirte que, por el momento, creo que lo que está haciendo Pedro Sánchez se puede considerar como válido. Y eso que yo hace tiempo que dije: «Adiós, socialistas, nos veremos en otra vida». Pero me he dado cuenta de que es el único con el que puedes contar para manejar el país.
- A muchos de sus seguidores les sorprenderá esa opinión viniendo de usted.
- Pues que se sorprendan y se pongan a pensar por qué digo lo que digo.
- ¿Prefiere a Sánchez que a Pablo Iglesias? Usted apoyó el movimiento de los indignados, que con el tiempo ha quedado diluido.
- A lo mejor falló la falta de voluntad, porque aquello fue una cosa gestual y una vez que hicieron el gesto creyeron que no quedaba nada por hacer. Además, creo que Pablo Iglesias tiene una enfermedad que es la misma que la de los comunistas: el centralismo democrático. Eso de que haya un grupo representando a todos los demás y que todo lo que dice ese grupo sea la verdad absoluta… Eso es una fábrica de dictaduras.
- Por utilizar terminología simplista, ¿cree que el enemigo de hoy es muy diferente al de hace 50 años?
- El enemigo hoy es la indiferencia y la falta de educación y cultura de un país que ha llegado a conformarse con cualquier porquería que le pongan delante. Hay una alarmante falta de criterio, que es algo que sólo posees cuando tienes formación. No hablo de leer un libro y llevarlo dentro, sino de ir asimilando las cosas poco a poco. Eso se llama cultura y estamos a falta de ella. Eso es lo más importante: tomar conciencia de que no podemos convertirnos en un arado.
- ¿A qué se refiere?
- Mira, mi infancia la viví en el caserío Apakintza de Aduna y yo solía dar de comer a las vacas. Ellas estaban locas de contentas, claro, pero si la vida es eso, comer y dormir, menudo panorama…
- ¿La última revolución pendiente es el feminismo?
- En todo caso será la penúltima.
- Le saco el tema porque si se exceptúan los textos de Gloria Fuertes, Alfonsina Storni y Fanny Rubio, casi todo su repertorio lo integran letras escritas por hombres. ¿No tiene esa espina clavada?
- Bueno, ha venido dado así, pero si me das material para cantar, yo encantado porque las mujeres tienen una sensibilidad distinta a la nuestra y en muchas cosas profundizan más que nosotros.
- ¿Qué urgencias ve en el plano social?
- Lo más urgente es que haya armonía en la sociedad y seamos seres pensantes, no consumidores de bestialidades: hay que reaccionar.
- Goytisolo escribió en la carpeta del disco del Olympia: «Pero ahí están, trovadores y juglares de hoy, como antiguos y gastados luchadores en favor de la alegría y de la libertad».
- Ahí seguimos y así seguiremos siempre.
- ¿Y por qué cree que se ha devaluado la figura del cantautor?
- Se ha ido evaporando… Igual es el sol, que lo seca todo, y tendríamos que impedir que saliera. Bueno, siempre hay una especie de interactividad, se instala una manera de pensar y de ser. Por ejemplo, la juventud cada vez es más ignorante, piensa más egoístamente en lo que le puede convenir y si tiene ganas de cantar o de hacer canciones, opta por fórmulas que peguen enseguida. Yo vivo en Cataluña y hace unos días vi una de las protestas del 'procés' en la que un millón de catalanes manifestaron su catalanidad. Eso me parece estupendo y lo aplaudo, pero al final los convocantes hicieron un discurso que era de ponerte a llorar y quedarte sin pañuelo.
- ¿Por qué?
- No sólo porque fuera un tostonazo de lo más plano sin ni una sola palabra encendida, sin llama ni espíritu, sino porque salió un gilipollas diciendo que Cataluña es cultura y metió al pobre Vázquez Montalbán en el mismo saco que a Rosalía y Valtonyc, el rapero ese que está en Bélgica. ¿A esos dos les consideran arte? ¿A quién están insultando?
- Pues muchos opinan que los raperos desempeñan hoy el combativo papel de los viejos cantautores…
- Yo paso de los raperos. Igual me presentas a uno y me interesa lo que dice, pero suelen sonarme siempre muy provisionales. Son fuegos de artificio que desaparecen como el humo, no tienen profundidad: te pueden interesar en el momento pero luego te paras a mirar qué han dicho y no te impresionan porque no han dicho tanto.
- También escribía Goytisolo que los cantautores «han sido prohibidos, marginados y hasta encarcelados». No ha cambiado mucho la situación en 50 años…
- Antes eran encarcelados directamente y ahora la cárcel es que te cierran el grifo, te enmudecen y es como si no existieras… No es una cárcel con rejas, sino una prisión que te hace desaparecer del mundo: consiguen lo mismo y encima no tienen que darte de comer… En todo caso, equiparar a Valtonyc con Vázquez Montalbán es un insulto a la sociedad catalana, que es un pueblo civilizado.
- Cataluña no vive su mejor momento.
- Vivo aquí y estoy asistiendo a los últimos acontecimientos con lágrimas en los ojos. Yo comprendo que los catalanes quieran ser catalanes, hay que dejarles ser lo que quieran ser, pero también es verdad que algunos están manipulados. Yo con el señor (Quim) Torra no voy ni a pasear. Hay dos Cataluñas: la del arado y la brillante o luminosa, que es la que se puede mezclar con todos los países del mundo. De todos modos, lo del independentismo hay que considerarlo, a ver cuándo se reúne un comité de sabios que establezca un quorum para fijar a partir de qué porcentaje de voluntad social se puede otorgar la independencia. ¿A partir del 70%, el 80%, el 90%? Lo que no puede ser es lo que dijo el pobre (Oriol) Junqueras, que está inmerecidamente en la cárcel por una sentencia inadmisible. Dijo algo de lo que supongo se habrá arrepentido: que a partir del 50% +1 debería poder lograrse la independencia. Así no vas a ninguna parte, hombre, eso supone crear unas condiciones casi de guerra civil.
- El 20 de noviembre cumple usted 85 años. ¿Cómo se siente?
-Ya ves en qué fecha fui a nacer… (Risas) A veces pienso en mi edad y digo: «Me cago en la leche, no puedo tener tantos años». Mis huesos tienen esa edad, pero yo sigo teniendo 15 como cuando estaba en Apakintza cuidando de los bueyes.
- Le llaman leyenda viva y se resiste a recibir premios.
- No quiero ser leyenda viva y mucho menos leyenda muerta. Respecto a los premios, siempre he dicho lo mismo: el único premio que acepto es el aplauso del público… Con eso me basta.
«Hablo un euskera básico pero no se me olvida»
Bernardo Atxaga, que ha colaborado con Paco Ibáñez, escribió: «Este es el hilo raro, en una colina del País Vasco, donde este hombre, entonces sólo un niño, cuidaba vacas y terneros, recogía la hierba con el rastrillo, desgranaba las mazorcas de maíz, llenaba los sacos de manzanas rojas, buscaba los huevos escondido de las gallinas». Se refería así a la infancia del cantautor, de padre valenciano y madre guipuzcoana, que entre los 5 y los 14 años vivió en el caserío Apakintza de Aduna.
Durante casi una década habló en euskera con su tía y con su abuelo, «que apenas sabía cuatro palabras en castellano». Han pasado más de 70 años desde entonces pero Ibáñez aún entiende la lengua vasca y es capaz de expresarse en ella. «Hablo un euskera básico pero no se me olvida», advierte alguien enamorado de la «potencia» de este idioma. Incluso procura leer algunos textos en euskera, tanto los de la revista 'Argia' a la que está suscrito precisamente para no perder la costumbre, como los de ciertos libros: «Ahora estoy con 'Errolanen harria', de Patxi Zabaleta. Leyendo en euskera me lo paso como si comiera arroz con leche, a veces me parece que vuelvo de nuevo al caserío».
Pero sobre todo, el escenario sigue siendo el lugar donde Paco mantiene una relación más estrecha y continuada con el idioma. En su repertorio nunca faltan canciones en euskera como 'Heriotzaren Begiak', la traducción que hizo Xabier Lete del poema de Pavese 'Vendrá la muerte y tendrá tus ojos'; el canto tradicional 'Pello Joxepe', o el himno de Imanol 'Zure tristura'. Además, en el escenario suelen acompañarle dos vascos ilustres, el saxofonista bilbaíno Gorka Benítez y el acordeonista hernaniarra Joxan Goikoetxea, además del guitarrista catalán Mario Mas.
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