Música y poesía de un sevillano donostiarra
Difusión ·
La pianista Mercedes Medina recupera el legado de su padre, catedrático del conservatorio de Donostia desde 1955 hasta su muerte en 1983La figura de José Antonio Medina Labrada (Sevilla, 1926-San Sebastián, 1983), intérprete de piano, profesor en el conservatorio donostiarra y maestro de varias generaciones, ... está ahora más cerca de la sociedad gracias a la labor de recuperación y difusión que está llevando a cabo su familia. El proyecto, que surgió cuando su hija Mercedes descubrió una serie de obras compuestas por su progenitor, así como una colección de poesías, culminará en 2026, cuando se cumpla el centenario de su nacimiento.
Para Mercedes Medina supuso toda una sorpresa encontrar en el domicilio familiar una colección de obras escritas por su padre. «Dejó una caja llena de manuscritos musicales que estaba guardada en casa de mi madre. Cuando la abrí y me puse a estudiar algunas obras para piano, descubrí que tenían una gran valía musical. Desde entonces, además de donar todo a Eresbil y registrarlo, he ido digitalizando los manuscritos y he grabado un disco que sirve como muestra y carta de presentación. Es una música elaborada, inspirada, con un conocimiento pleno de los recursos de la composición, todo ello alentado por un espíritu sincero, fluido y con personalidad propia», explica Medina.
Mañana, a las 19.00 horas, en la librería Zubieta de Donostia se presentará 'Horas muertas', el primer volumen de sus poesías
La sorpresa fue mayúscula, puesto que muchos conocían la labor de José Antonio Medina como intérprete y pedagogo, pero prácticamente nadie sabía de su faceta creadora. «Era una persona sencilla y discreta. Por ello ha sido una revelación el descubrimiento de una biografía rica e interesante que sus alumnos y compañeros desconocían. Sin embargo, sabemos que estrenó algunas obras propias en público porque consta en los programas de mano y en las buenas críticas de prensa que recibió», destaca su hija.
La mayoría de sus obras son para su instrumento, el piano. En este apartado figura una veintena de ellas, desde el incipiente op. 3, 'Pequeño álbum de piezas cortas', que recoge cinco obras que escribió con solo 20 años, hasta un 'Nocturno' compuesto en 1980, tres años antes de su muerte. Dentro del repertorio para piano solo, la mayoría está creado en la década de los años cincuenta.
Pero José Antonio Medina Labrada no solo escribió para piano solo, sino también para cuatro manos, voz y piano y coro, sin olvidar la música de cámara para diversos instrumentos.
Por último, en el archivo encontrado se contabilizan dieciséis obras inacabadas o perdidas que el propio autor menciona en un listado de obras. En toda la producción del músico su hija destaca «una escritura cuidada y limpia. Es una maravilla la calidad y claridad de los manuscritos, que dan también buena muestra de lo detallista y cuidadoso que era mi padre».
Documental y concierto
Mercedes Medina ha comenzado a difundir este legado musical con varias acciones que ha llevado a cabo a nivel personal, como la digitalización de manuscritos y la grabación de un disco, a lo que se añade una campaña de comunicación con la creación de un subdominio en su web www.mercedesmedina.com, a lo que hay que añadir presentaciones en conservatorios, con charlas, la proyección de un documental biográfico, un breve concierto con una selección de piezas de piano y la presentación de las partituras editadas. Además, Medina ha diseñado un recital de piano para poder dar a conocer la música escrita por su padre. «Ahora necesitamos ampliar el espectro, utilizar la caja de resonancia que son los escenarios públicos, sin olvidar los actos académicos en conservatorios y las diferentes plataformas de difusión musical», explica.
«Es una música bellísima, asequible a todos los públicos y con una escritura que demuestra tanto el conocimiento de su instrumento como de este arte en general y creo que es importante darla a conocer».
El legado poético
Si el descubrimiento de la faceta compositiva de José Antonio Medina ha supuesto una más que agradable sorpresa a su familia, la de su arte poético ha resultado igualmente inesperada.
«Mi padre tuvo, además, una vocación paralela a la de músico que cultivó a lo largo de toda su vida: la poesía. De la misma manera que con los sonidos, experimentó también con las palabras, su ritmo y su sonoridad. Escribió tres libros de poesía y una selección que él mismo realizó con el objetivo de editarla en un libro titulado 'Horas sin meta'. Nos gustaría también dar a conocer su poesía, de gran calidad, hondura y exquisitez», señala Medina.
«Dejó una caja llena de manuscritos musicales. Cuando la abrí y me puse a estudiarlos, descubrí que tenían una gran valía»
Mercedes Medina
El legado poético de Medina se resume en 23 colecciones de poemas reunidos en cuatro volúmenes. El público podrá conocer el primero de ellos, 'Horas sin meta' en una presentación que se realizará mañana a las 19.00 horas en la librería Zubieta.
En el acto se celebrará una charla con Andreu Pérez- Mingorance, doctor en Filología por la UAB y, según sus palabras, «lector empedernido», que estará acompañado de Mercé Domingo.
José Antonio Medina estudió en Barcelona con Joaquín Zamacois y en Italia con Guido Agosti y Paolo Denza. Fue catedrático de piano en el Conservatorio Municipal de Música de San Sebastián durante casi treinta años (1955- 1983). Como intérprete, poseía un vasto repertorio que ofreció en numerosos recitales con música del Barroco hasta el siglo XX. Ofreció la primera audición en San Sebastián y Sevilla del 'Concierto para piano y orquesta' de Khachaturian y el 'Concierto para la mano izquierda' de Ravel. Fue también uno de los primeros intérpretes del 'Concierto Vasco' de Francisco Escudero. En 1967 grabó obras para piano de José María Beobide y en 1972, de Tomás Garbizu. Fue secretario del conservatorio donostiarra durante quince años. Trabajó con Ramón Usandizaga en la difusión de la obra de su hermano José María y colaboró como pianista del Orfeón Donostiarra cuando Juan Gorostidi dirigía dicha formación coral. Fue un destacado profesor y un lector infatigable, cultivando la poesía a lo largo de toda su vida. Si bien su faceta como compositor es prácticamente desconocida, dejó un legado de aproximadamente cincuenta obras musicales.
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