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Gorka Urbizu amaina la tormenta en un festival que cierra con el público entregado
CaixaBank-Miramar Gauak cierra su segunda edición con otra jornada donde Valérie Ékoumè puso el ritmo, Siloé y Maren conquistaron al público y Urbizu fue el clímax
Terminan tres días de frenética música, emociones y resistencia a la lluvia en una edición de Caixabank-Miramar Gauak que, pese a las adversidades, ... consolida al festival como una cita cada vez más reconocible en el calendario cultural pese a que el tiempo se ha conjurado en contra.
La variedad marcaba de nuevo el pulso de la velada. La cantante franco-camerunense Valérie Ékoumè fue la primera en subir al escenario La Concha con 'Monè', el disco que da forma a su música, nacida de la rumba congoleña, el pop occidental, el R&B y los ritmos tradicionales cameruneses que la artista ha bebido desde su infancia.
Después llegó el turno del trío vallisoletano Siloé liderado por Fito Robles, que encendió los bafles frente a la mesa de técnicos en una tarde amenazada por las nubes, pero que, si la lluvia daba tregua, prometía convertirse en ese último bocado que deja el mejor sabor. Al final no fue así. La bilbaína Maren aguantó el sirimiri inicial y llevó la música frente a la bahía, con el público entonando 'Nunca me parece suficiente'.
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La sensación era que aún quedaba toda una noche por delante. A medida que el sol se ponía, la asistencia fue creciendo y se vieron a artistas como El Drogas disfrutó con el concierto de Gorka Urbizu al que saludó previamente. El día central contaba con uno de los alicientes más esperados: Urbizu, cabeza de cartel, presentaba 'Hasiera Bat', disco que ha marcado un nuevo rumbo en la trayectoria del músico de Lekunberri y que desde su publicación ha estado rodeado de un auténtico torbellino. Su actuación se convirtió en el gran reclamo de una jornada que alcanzó su clímax con él sobre el escenario.
Puntual, y el tiempo respetando en un inicio, salió a escena del Palacio y celebró su cumpleaños con el público que entonó, 'Zorionak zuri', con un directo de una fuerza colosal en el que vino a contar lo estrictamente necesario, dejando que las canciones hablaran por sí mismas. A mitad del concierto, una tormenta con lluvia intensa y truenos descargó sobre el recinto en un vaivén constante, pero no detuvo la energía de la noche. El espectáculo continuó adelante, y el público, lejos de dispersarse, permaneció firme y entregado. Urbizu, sereno, tranquilizó a los asistentes y mantuvo la conexión desde el escenario con absoluta naturalidad incluyendo también temas de Berri Txarrak, Itoiz o Peiremans.
Su disco, que no se había anunciado para todos los públicos y de «alma muy mínimal», allá donde ha llegado ha traído consigo, con discreción pero con fuerza, la cultura del sold out. La puesta en escena llegó en quinteto e impulsada por la fuerza rítmica de dos baterías. Urbizu lleva al directo una idea que nació durante la grabación del disco. La propuesta se convierte en una verdadera conversación musical sobre el escenario. Una configuración poco habitual que, lejos de ser un experimento, ha demostrado ser profundamente efectiva.
Entre el peso de su legado rockero y el nuevo formato al que intenta adaptarse, se movió con una mezcla de calma y determinación. Cada uno de sus comentarios entre los temas fue ovacionado por una audiencia diversa, aunque esencialmente joven, que conectó desde el primer momento.
Fue el final perfecto para un festival que vivió un vibrante arranque el jueves, con cerca de 1.300 asistentes que se mantuvieron en la segunda jornada, disfrutando de un ambiente musical diverso y plural, donde destacaron las actuaciones de Las Migas, la emotiva Valeria Castro, el veterano Gari y el enérgico Rulo y la Contrabanda, que cerraron la noche con un sonido impecable y una conexión especial con el público bajo un clima veraniego. Sin embargo, el viernes, pese a la mayor afluencia y la esperada presencia de Mikel Izal, el tiempo volvió a complicar la jornada con lluvia persistente que obligó a cancelar la tercera cita del programa, incluyendo el original montaje de Kukai; aun así, la valentía y el entusiasmo de artistas, público y organización permitieron que la fiesta continuara. La organización decidió seguir adelante y el resto de la programación pudo desarrollarse con éxito.
Un contraste notable respecto al año pasado, cuando las tormentas forzaron la cancelación de dos de las tres jornadas de una primera edición marcada por la adversidad meteorológica. Parecía casi una maldición, pero esta vez no fue así. Desde la organización, se destaca que la asistencia ha alcanzado aproximadamente 5.000 espectadores durante tres días, concentrándose la mayoría de ellos en la jornada de ayer. Iñigo Argomaniz, al frente del equipo de Get In, subraya una «lección» clave: «Salvo cuando la lluvia o el viento representen un riesgo real para artistas o público, nunca se suspenderá un evento antes de tiempo. Incluso cuando el cielo amenaza, el espectáculo puede continuar», añade.
Se muestra satisfecho tras la edición de este año, enfatizando que el festival necesitará entre cinco y seis años para consolidarse. Esto incluye definir los estilos musicales, la audiencia y el hábito de asistencia. «Debemos aceptar que la lluvia será nuestra compañera inevitable. El festival mantendrá su carácter plural, pero nuestro objetivo a corto plazo será orientarlo hacia ciertos estilos». Reflexionando sobre la diversidad musical, comenta: «Acabo de encontrarme con alguien que venía a ver a Siloé sin conocer a Gorka Urbizu. Siempre he pensado que los festivales son una excelente oportunidad para descubrir nuevas bandas mientras disfrutas de la que te gusta. Así deberían ser los festivales».
Respecto a la viabilidad, concluye: «Habrá que esperar para ver si el proyecto es viable o no, probablemente en la quinta o sexta edición. Es comprensible que no sea rentable inicialmente, pero no esperamos que lo sea. Aunque no tengamos esa perspectiva año tras año, me encantaría que dentro de veinte sea un festival arraigado en la ciudad. Por tanto, debemos permitir que evolucione y supere esa barrera de tiempo para consolidarse».
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