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Una multitud arropa a Fermin Muguruza en su barrio
El irundarra vuelve al escenario en Urdanibia tras una ausencia de diez años y ofrece un directo en el que su hermano Iñigo estuvo muy presente
Tres horas de concierto dedicó Fermin Muguruza a los miles de personas que acudieron a verle a su barrio, a su casa, a su 'Mosku'. ... Un concierto especial. Ya se sabía. Un concierto intenso, pero bañado de principio a fin por una sensación de familiaridad, una clave muy local, con portavoces de la organización de Moskuko Jaiak hablando desde el escenario, con los irundarras Bad Sound System, con una bailarina local de hip hop, con los discípulos de Iñigo Muguruza calentando previamente el ambiente. Este «akelarre antifascista» tuvo un acento claramente irunés. El irundarra volvió al escenario en Urdanibia tras una ausencia de diez años y ofreció un directo en el que su hermano Iñigo estuvo muy presente
Los arreglos de la banda sonora de la vida de Fermin para esta gira lucieron espectaculares en una sonorización como pocas veces en la plaza Urdanibia, especialmente agradecida para el trabajo de batería y percusión. Toda la banda se mostró engrasadísima y aún y todo sobresalió Lide Hernando, con múltiples oportunidades de lucir sus cualidades vocales. Y hubo refuerzos de excepción con músicos de diferentes grupos, incluidos, para más épica local, los primeros proyectos de Fermin, Kortatu y Negu Gorriak.
Una de las claves del éxito en la carrera de Fermin Muguruza ha sido su energía. Con el paso de los años y la experiencia el irundarra ha ido controlando, modulando y canalizando el torrente de su juventud, pero nunca ha perdido la personalidad, el carisma, el atractivo que lo ha convertido en una de las figuras más destacadas de la historia de la música en Euskadi. Cuando este jueves saltó al escenario de la plaza Urdanibia, a apenas unos metros del balcón del que durante décadas ha sido su hogar, esa energía llevaba una carga especial.
Un público heterogéneo
La ciudad se había venido preparando desde hora antes. La fachada del bar Eskina, en la propia plaza, lució dos enormes pancartas desde primera hora. Una, 'Eskerrik asko, Fermin. Auzoa zurekin', era un cálido gesto de bienvenida; la otra 'Orain eta beti, kriston martxa dabil', no sólo anticipaba el fiestón que vendría, sino que recogía un guiño a que fue en ese bar donde se grabó en los 80 el videoclip de la mítica Sarri sarri de Kortatu.
Durante las horas previas, el flujo de gente hacia la plaza fue continuo y una muestra de lo heterogéneo del público de Fermin, más en Irun. No sólo la intergeneracionalidad, desde menores de edad hasta generaciones mayores que las del propio cantante, sino de perfiles, porque más allá de las ideologías que Fermin lleva por bandera, muchos irundarras acudieron para no perderse el gran espectáculo de uno de sus vecinos más reconocidos. Había camisetas de Negu en abundancia, también de Kortatu, por supuesto.
Con Fermin y el escenario lleno de músicos, el concierto repasó 40 años de exitoso recorrido musical con las miles de personas que atestaban la plaza de Urdanibia multiplicando la ola de energía del irundarra. Cada himno que se interpretaba en las tablas se celebraba, se bailaba, se cantaba desde el suelo de la plaza. Él estaba emocionado, lo mostró continuamente, lo hizo explícito cuando habló del fallecimiento de su hermano y de la pancarta que encontró en esa misma plaza cuando ese día llegó a casa después de mil horas de aviones. Además, hizo referencia al fallecimiento este miércoles de Aritz Sistiaga, un joven que sufrió un grave accidente de moto hace tres semanas en Hondarribia y que pertenecía al grupo que actuó antes que él en el concierto. También fue especialmente intensa la versión de Azoka Eguna, que habla de esta plaza y del mercadillo variopinto que la ocupa cada sábado por la mañana.
Para los menos fervientes, o para los grandes seguidores que quizá no se ven ya en la vorágine que se generó dentro de una plaza que se quedó pequeña para la magnitud del evento, la propuesta de la pantalla gigante que realizó el Ayuntamiento de Irun resultó una buena alternativa. El parque de la Sargía, anexo a la plaza, se convirtió así en un lugar perfecto para captar lo que estaba ocurriendo en el corazón de Mosku, ver la actuación aunque fuera en dos dimensiones, y escuchar las canciones (quizá no con la mejor calidad) de una manera más tranquila, más relajada, sentados incluso en el césped del parque.
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