«Para lograr una ciudad musical no basta con que el Dabadaba monte muchos conciertos»
Iñaki Otalora, Sebastián Salaberry, Jon Ander Soto y Álex López Allende | Socios de la Sala Dabadaba ·
El sábado la sala celebrará sus primeros cinco años con actuaciones de Za!, Cupido y Melenas, y pinchadas de Alvva, Dj Araña y Atraco NegrataEn tan solo cinco años y 1.500 conciertos, el número 8 de la donostiarra calle Mundaiz se ha convertido en santuario de melómanos ... propios y foráneos. «Si anunciáramos que es el décimo aniversario, la gente se lo creería», comenta Álex López Allende, uno de los seis socios del Dabadaba. Tal ha sido la intensidad de un lustro tras el que la sala de Egia, la que más actuaciones programa a la semana en la ciudad con diferencia, aspira a profesionalizarse más todavía.
- ¿Cómo recuerdan los inicios?
- Álex López. Empezamos sin un plan a cinco años o esas cosas que hacen las empresas para calcular su viabilidad. Yo llevaba dos años y medio en paro, estaba en la promotora Ayo Silver! pero metía muchas horas y no era un curro. Antes de elegir este local miramos otros garitos -Etxekalte, Walijai, Bekoki…- pero nos decidimos por este lugar por una intuición emocional: en su día metimos muchas horas aquí cuando esto era la sala de billares Snooker.
- Sebastián Salaberry. Mi plan personal era comer y pagar el alquiler: el primer año nuestro sueldo no llegaba a los 800 euros mensuales.
- Jon Ander Soto. Con el tiempo, al ver que la sala no era todo lo rentable que podía ser, empezamos a pensar más en nosotros como empresa.
- A.L. No podíamos ser técnicos de sonido, taquilleros, camareros, hacer facturas… Así que empezamos a contratar peña. Estuvimos dos o tres años programando un montón con una política de hechos consumados, en parte gracias al abrigo de la Capitalidad Cultural Donostia 2016, pero luego desde el Ayuntamiento se nos exigieron cambios para continuar y tuvimos que acometer la reforma del año pasado.
Noches Destacadas
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2014: Black Lips, The Drones, Kevin Morby, Sean Nicholas Savage...
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2015: Pxxr Gvng, Moon Duo, Allah Las, Molly Nilsson, Omar Soulleyman...
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2016: El Columpio Asesino, CW Stoneking, Brian Jonestown Massacre, Rancapino Chico, Niño de Elche, C. Tangana, Bad Gyal...
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2017: Rosalía, Vulk, Spectrum, Delorean, Kikagaku Moyo, Homeshake...
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2018: Meridian Brothers, Wire, US Girls, Femi Kuti, Wooden Shjips, Ca rolina Durante...
- Iñaki Otalora. Hemos ido creciendo según nuestras necesidades en un camino hacia la profesionalización. No es lo mismo montar un bolo de vez en cuando que dedicarte a ello: necesitas una infraestructura viable y ahora somos entre 18 y 20 personas en plantilla.
¿Y en qué ha cambiado la sala con esa profesionalización?
- S.S. Quizá hay más romanticismo en otros sitios en los que no existe esa profesionalización: antes éramos el palé de madera que decoraba la sala y tres gatos, así que podíamos arriesgar más, pero cuando creces y tienes mayores responsabilidades con gente a tu cargo, surgen otros vaivenes que asustan un poco.
- A.L. Igual se ha perdido algo de pasión y espontaneidad, pero el cambio nos ha permitido traer cosas como Wire o Femi Kuti, que jamás habrían venido al antiguo Dabadaba por los requisitos técnicos que piden. Ahora podemos traer cosas no sé si más grandes, pero sí que están en un circuito superprofesional.
- La acústica es mucho mejor tras la reforma pero, ¿la profesionalización ha restado encanto a la sala?
- A.L. Algo se pierde, sí, y por ejemplo, nos gustaría abrir de nuevo por las tardes y no sólo en las noches de concierto y pinchada. Es otra manera de vincular a la gente con la sala.
- I.O. De todos modos, después de todos los comentarios que tuvimos que escuchar sobre la acústica de la sala, ahora parece que se echa de menos la calidez y se nos ha olvidado que no sonaba bien. Todo no se puede tener.
- ¿Y hoy día el Dabadaba es una sala rentable?
- A.L. Más o menos. Vivimos muy pendientes de no cagarla un 'finde'. Si no aciertas con un artista o una noche la gente no sale, te das el batacazo. Hay que rozar siempre el sobresaliente para estar tranquilos…
- S.S. Para mí no es rentable porque nuestros sueldos no se pagan con la sala, sino con otras cosas que hacemos al margen: montar conciertos fuera del Dabadaba, llevar la Kantina de Pasai Donibane, el chiringuito de Ondarreta, los mercadillos... Para estar al nivel de salas como el Razzmatazz o el Apolo de Barcelona tendríamos que tener un técnico de luces, un ayudante para el técnico de sonido, alguien que decore el bar cada semana… La profesionalización debería ser aún mayor.
- Un lustro es poco tiempo pero basta para que hayan cambiado el público y la escena musical, en la que las guitarras han perdido fuerza frente a los ritmos urbanos…
- S.S. Gente que venía al principio ha dejado de venir, pero se han incorporado otros que ahora son habituales. Lo bueno es que en función de con quién hablas te cuenta una historia diferente del Dabadaba: están los del trap, los del reggae, los de la música negra…
- A.L. Hacer quince conciertos de garaje y psicodelia al mes no tenía sentido. Vimos que el público de los conciertos de Ayo Silver! iba menguando y hubo una decisión empresarial de atraer a más gente, para lo cual probamos con la música urbana. Al principio fue un poco traumático porque los chavales venían con la testosterona por las nubes y hubo incluso peleas, pero hace año y medio los retomamos y parece que están más tranquilos. (Risas)
- Estar al tanto de una escena tan cambiante les exigirá reciclarse como programadores...
- A.L. Sí, a mí me cuesta mucho seguir la escena y entender los canales por los que el público llega a un artista o se identifica con él. Descubres nombres con millones de reproducciones en YouTube de los que no has oído hablar jamás ya nada que desconectes un poco se te escapan cosas. Además, en lo urbano hay poca tolerancia a las cosas nuevas: hemos llenado con Alvva o Kaydy Cain pero si traes a alguien guay que está empezando o algo más difícil como Pedro Ladroga, vienen 60 personas. Prefieren descubrir artistas en Internet que en una sala.
- Y mientras, el público rockero anda descolocado porque su música ha perdido preeminencia.
- A.L. Bueno, nosotros seguimos programando de todo y la semana pasada tuvimos a Kim Lenz (rockabilly), a Guadalupe Plata (blues), a Rob Heron (raíz noertemericana), a The Queers (punk-rock)… Dentro del pop, últimamente han llenado La Habitación Roja, Izaki Gardenak… Yo ya he tirado un poco la toalla a la hora de convencer a alguien de que venga a ver algo que no es su estilo porque, en principio, cada uno va a ver lo que le interesa. Lo que más nos cuesta es dar con la fórmula de las noches y los discjockeys que pinchan tras los conciertos. Hicimos una apuesta clara por la electrónica y claro, eso deja a una gente fuera pero atrae a otra. De hecho, creo que hemos conseguido ser uno de los tres o cuatro vértices de la península en la música de club y la electrónica: que discjockeys muy importantes empiecen a pasar por Madrid, Barcelona, Valencia y Donostia es increíble. Hablo de nombres como Andrew Weatherall, Roman Flügel, Helena Hauff, Mall Grab, Peggy Gou, Hot Chip, Jeremy Underground...
- ¿Qué más les produce orgullo?
- S.S. Alguien de un grupo que durmió en casa de Álex pegó una nota en el frigo que decía: «Gracias. Si no existierais habría que inventaros». Lo que más mola es ver que a cierta gente le importa lo que hacemos.
- A.L. También hace ilusión haber introducido dinámicas nuevas en la ciudad. ¿Que hay demasiado concierto en Donostia? Es que ahí fuera hay mucho arte y un montón de gente creando y girando. ¿Qué vamos a hacer? ¿Cerrar los ojos y no traerles para que los cuatro promotores de la ciudad no nos solapemos y andemos tranquilos? ¡Abre las puertas y que sea lo que tenga que ser! Nosotros seguimos haciendo cuatro o cinco conciertos a la semana, algunos en domingo y lunes, que a veces es casi hasta mejor.
- I.O. A mí me gusta que sea un proyecto vivo, cambiante, porque eso da sensación de optimismo y nos sitúa ante nuevos desafíos.
- ¿Cómo se imaginan la sala en otros cinco años?
- J.A.S. Estaría bien llevar al máximo la profesionalización y que el proyecto funcionase de modo más mecánico y autónomo para poder ir haciendo otras cosas en la empresa.
- S.S. A veces me gustaría sentir la sala como algo más ajeno, poder delegar y entrar un día para sorprenderme con un grupo nuevo que ha traído un programador de 20 años que no conozco.
- I.O. Sí, lo de seguir sorprendiéndonos es fundamental.
- A.L. Y a saber cómo evoluciona la industria musical, el 'streaming', Spotify, YouTube, los géneros musicales, que van a toda velocidad…
- S.S. ¡E incluso las salas de conciertos! ¿Existirán en el futuro? Los festivales se están comiendo todo.
- I.O. La música está dejando de ser un hábito diario y más algo puntual, propio de macroeventos.
- Finalmente el Gobierno Vasco va a replantearse la norma con la que querían limitar a 12 por año las actuaciones en locales sin licencia... ¿Qué les parecía esa medida?
- A.L. Yo no la veo bien porque para lograr que Donostia sea una ciudad musical no basta con el que el Dabadaba o el Doka, que tenemos licencia, montemos muchos conciertos: la música debe estar en todas partes y ser parte del ocio habitual de la peña, igual que lo es ir a Anoeta o a otros eventos. Si el problema es la insonorización, se pueden permitir actuaciones acústicas, programar a un horario determinado…
- I.O. Yo no lo veo tan claro...
- S.S. Ya. Yo creo que era necesario regularlo pero viendo primero lo que hay para, después, trabajar sobre eso. También pienso que si a nosotros nos exigieron unos requisitos, las instituciones deberían ser coherentes en todos los casos.
- ¿Creen que los bares sin licencia les hacen competencia desleal a ustedes, que han tenido que hacer una inversión importante?
- S.S. No, eso no. Ni siquiera una sala buena y cercana como Kutxa Kultur Kluba, situada aquí al lado en Tabakalera, ha sido competencia.
- A.L. ¿En qué nos perjudica que un bar como La Taberna de Egia monte un concierto? ¡Ellos no van a traer a Wire!
- S.S. Al contrario, lo que hace es generar más movimiento en el barrio.
- A.L. Por eso, siempre decimos que necesitamos al Bukowski programando con la intensidad de antes. Ello genera comunidad, barrio… Venir a Egia debería ser parte de un plan global: pasas un rato en el Bukowski, cenas algo en otro bar, terminas en el Dabadaba... Entre ambas salas siempre nos hemos compatibilizado en horarios y géneros. ¡Incluso hacemos juntos el festival Glad Is The Day! ¿Cómo vamos a ser competencia? Ojalá hubiera otras tres o cuatro salas de conciertos en el barrio.
A por un nuevo festival urbano
En su empeño por funcionar como una empresa viable y diversificar su actividad, los responsables del Dabadaba seguirán gestionando la Kantina de Pasai Donibane, que se abre este sábado, y el chiringuito de Ondarreta, operativo desde el 31 de mayo. También continuarán alimentando el sello discográfico Elsa Records y, si todo sigue según lo previsto, en agosto organizarán junto a Donostia Kultura y Le Bukowski una nueva edición del exitoso Glad Is The Day, el festival que se celebra en Cristina Enea.
Sin embargo, el último objetivo que se han fijado pasa por crear un nuevo festival urbano que se celebraría en distintas salas privadas y públicas de Donostia. «Se trata de aprovechar bien los recursos que ya existen en una capital muy asequible en cuanto a movilidad», explican, y citan como modelo el festival Le Guess Who de Utrecht «o lo que en algún momento fue el Primava Club» de Barcelona, que involucraba a muchas salas de la ciudad.
Sin desvelar todavía ningún nombre, prometen «eclecticismo musical» y un programa que mostrará «los nexos entre la vanguardia y lo popular, muy abundantes hoy en día». En principio, descartan el «saturado» verano para su celebración y se inclinan por alguna fecha de otoño sin saber si podrán organizar la primera edición este mismo año, en 2020 o 2021. Ya han empezado a tocar alguna puerta y no descartan que la cita tenga que realizarse en otra localidad cercana, aunque su «sueño» es organizarlo en su ciudad, Donostia, donde no siempre es fácil la colaboración público-privada ni acceder a los escenarios públicos.
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