Quincena Musical

Nuestros coros afinan la Quincena Musical

El donostiarra Andoni Sierra (1971) dirige tres coros que actúan este año: la Capilla de Música Santa María del Coro lo hizo en el ciclo de órgano, este miércoles Conductus canta en Arantzazu y Andra Mari se unirá a la Deutsche Kammerphilharmonie Bremen para la clausura el 1 de septiembre en la 'Misa Nelson' de Haydn. «La Quincena es un referente y para los coralistas cantar en ella es un regalo que llega en el mes de agosto». Cada uno de los coros tiene su personalidad. Sierra fundó Conductus en 2002, la Capilla de Santa María en 2014 y es director de la Coral Andra Mari desde 2015.

Sierra asegura que «la puerta está siempre abierta para formar parte de cualquiera de estos coros, pero hay que ser capaz de responder a las exigencias del repertorio, especialmente en Conductus. Sin emnargo, para cantar en Andra Mari basta con un buen oído y gusto por el canto». El donostiarra tiene halagos para cada uno de «sus hijos», como los llama. «De Conductus y de la Capilla destaco la enorme capacidad de aprendizaje, de adaptación a los repertorios y su flexibilidad. Y de Andra Mari, la capacidad de trabajo, el maravilloso ambiente humano, las ganas de superación o la entrega».

En su opinión, la situación coral ha cambiado en nuestro territorio. «Cuando yo entre en el Orfeón con 16 años muchos tenían como afición principal cantar, pero hoy en día hay más posibilidades de ocio, así que no sobran cantantes. Hay jóvenes interesados y preparados, pero muchos aspiran a hacer una carrera y pasan de una manera fugaz por los coros. Hay que adaptarse a los tiempos, ofrecer una oferta atractiva para contar con savia nueva y mirar al futuro con optimismo».

El pasaitarra (1975) es en la actualidad el coordinador de todos los coros del Easo, un total de diez que agrupan a más de 400 personas. Su labor ha ido creciendo desde que asumió la dirección de la Escolanía en 2001. Desde su cargo actual, Miranda tiene claro su objetivo: «Generar una comunidad coral independientemente de la edad o preparación. Queremos que dentro de la nuestra haya un coro al que pueda acceder cualquiera». Para formar parte del Easo «se hace un ejercicio de valoración y viendo la realidad de cada persona les derivamos a uno u otro coro. Animo a todo el mundo a que acuda a nosotros o a cualquier otro. Es una actividad que va mucho más allá de lo artístico porque se crean relaciones humanas de un valor incalculable».

Su relación con la Quincena es «intensa, larga y agradecida. La preparación con los niños en verano la solventamos con trabajo previo y una buena organización. Todos los coralistas ya tienen en mente que habrá algo en Quincena y lo viven como algo suyo». Este año han participado en la 'Octava' de Mahler, cantarán el jueves en 'Oedipus Rex', «una obra fetiche para nosotros que nos dirigió el propio Stravinsky en Lisboa» y han ofrecido conciertos en Senpere y en la excursión.

Respecto a la situación coral, manifiesta «preocupación. Creo que no estamos mirando más allá de los próximos años y se ha perdido mucho el tema del arraigo. Pocos coros apuestan por el trabajo con los niños y se están replicando modelos que aquí no funcionan. Hay que implementar recursos y hacer una apuesta más seria desde los ámbitos formativos. No podemos quedarnos valorando lo que hemos hecho».

Es el más joven de los que este año dirigen en la Quincena. Nacido en 1996, llegó como pianista al Orfeón Donostiarra en plena pandemia y desde entonces se ha ido haciendo un hueco en la institución. «Desde hace año y medio colaboro con 'Sani'. Hemos adoptado la fórmula de director invitado para cubrir su baja y está siendo una experiencia increíble. Que un colectivo te dé su tiempo, su energía y sus ganas voluntariamente no tiene precio».

El donostiarra ha sido el responsable del Orfeón en la 'Novena' con la Filarmónica de Roterdam y en la 'Octava' de Mahler. «La estrenamos en Granada en 1970 con una de nuestras contraltos, Marian Larrea, que la ha vuelto a cantar ahora». Han sido las citas de este año, pero la relación del coro con el festival es larga y profunda. «Es maravilloso cantar en los grandes escenarios europeos, pero hacerlo aquí supone un reconocimiento de la ciudad a la labor de los orfeonistas, que dan su tiempo y su energía para que esto salga adelante. Es lo que hace que un colectivo funcione tantos años: las relaciones humanas y el amor por la música». Sobre la situación actual de los coros, se muestra taxativo: «Soy optimista y la 'Octava' de Mahler, con coros y orquestas vascos es una señal de ello».

Landarbaso aterrizó en la Quincena el pasado día 8 para la ópera infantil 'Nora?' en el Victoria Eugenia y lo hizo desde Bali, de donde volvió tras ganar en el Grand Prix de Canto Coral, el homónimo asiático al concurso de concursos que se realiza en Europa. Y es que Iñaki Tolaretxipi (Errenteria, 1972) ve los certámenes como «una razón para trabajar más». No en vano, Landarbaso acumula 23 premios internacionales. Fundado por él con 18 años, «como una locura entre amigos», enseguida decidieron prepararse para concursos. «En un año ganamos en Ejea de los Caballeros, pero es desde 2001 cuando pasamos a cantar a otro nivel». Hoy en día Landarbaso se ha convertido en un colectivo con músculo que reúne a cerca de 200 cantores. «Tenemos cuatro coros: MusikART, que es el taller de música, Kontari, el coro infantil, Dizdizka, el juvenil y Landarbaso». Su relación con la Quincena es larga y fructífera. «Hemos hecho de todo, quizá porque somos dinámicos: el año pasado zarzuela, hemos actuado muchas veces en la Quincena Andante, 'Carmina Burana' en Arantzazu… Estamos muy orgullosos de nuestro trabajo y de destacar por la juventud, la ilusión y la calidad».

Tolaretxipi es crítico con la situación coral actual. «La veo muy mal. Los coros están cada vez más mayores, hay una renovación mínima y prácticamente no hay coros formativos. No damos una imagen adecuada a nuestra propia sociedad, que nos ve como una actividad aburrida para gente mayor».