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Alrededor de 370 espectadores, ataviados con chubasquero y paraguas, acudieron a los jardines de Chillida Leku a pesar de la lluvia. sara santos
Concierto en Chillida Leku

Festejo tropical para una tarde de lluvia

Chucho Valdés y Paquito D'Rivera se vuelven a juntar 42 años después en una cita en Chillida Leku pasada por agua

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Domingo, 3 de julio 2022, 08:28

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El Steinway & Sons de cola que presidía el escenario de Chillida Leku continuaba oculto bajo una amplia lona azul a poco menos de cuarto de hora de empezar el concierto. Resguardados en las carpas, titubeaban unos y otros apostaban al negro del cielo que traía consigo algunos truenos. Pero hubo alguien que acertó con su vaticinio: «Ahora se calma». Y todos se calmaron, ocuparon sus tumbonas y se olvidaron de mirar las nubes durante un buen rato, al menos, mientras duró la fiesta tropical que acababa de comenzar con 'Mambo influenciado'.

Como no podía ser de otra manera, los dos anfitriones y amigos inauguraron a dúo su reencuentro, 42 años después, en una improvisación propia de las descargas cubanas. Con la entrada del sexteto al completo pareció quererse abrir el cielo. Un sonido cuidado y limpio el que emergía del escenario, con cada uno de los instrumentos a su nivel, sin pisarse, ni molestarse. Punto positivo que rompe con el hándicap que persigue a los conciertos al aire libre. Con el bajo eléctrico de Armando Gola llevando el peso y una ligera batería que sobrevolaba, Chucho Valdés arrancó con un primer solo plagado de referencias a Thelonious Monk, rítmico y percusivo como los que iban a seguir durante el repertorio.

Poco antes de comenzar el concierto amainó, aunque los 370 asistentes no abandonaron sus sillas ni con el continuo sirimiri

Pocos se acordaban ya de la lluvia. Cuando empezaban a caer las primeras gotas, se elevaban los paraguas en formación en tortuga y, cuando amainaba, todo volvía a ser como antes. Claro que los 370 espectadores que se atrevieron a asistir lo hicieron bien preparados y prevenidos con sus chubasqueros, cubrebolsas y paraguas. Así que la fiesta continuó y lo hizo con 'Lorena's Tango', esa canción que la esposa bonaerense de Chucho le pidió que compusiera para ella. «Nos gusta mezclar estilos, aunque nunca nos salen todos igual», advertía D'Rivera, algo que cumplieron más tarde. Tras una introducción clásica del piano de Chucho, el contrabajo dobla la melodía antes de arrancar con el swing rabioso del solo de trompeta del argentino Diego Urcola, uno de los más aplaudidos de la tarde.

Un tango con tintes caribeños del que Valdés conseguía arrancar puro fuego con acordes en bloque que hacían subir la temperatura, para luego terminar su improvisación en ligero 'tumbao'.

Imagen principal - Festejo tropical para una tarde de lluvia
Imagen secundaria 1 - Festejo tropical para una tarde de lluvia
Imagen secundaria 2 - Festejo tropical para una tarde de lluvia

Recuerdos de la pandemia y el confinamiento venían a la mente de Paquito, de aquel momento en que todo esto se pergueñó. Tras más de cuatro décadas sin trabajar juntos, un día por videollamada, el saxofonista le enseñó al pianista un chorinho que acababa de componer. Valdés le contestó: «Te he echado mucho de menos Paquito». Y ahí surgió 'I missed you too' (Yo también te he echado de menos), tema que da nombre al álbum que acaban de publicar juntos. «El Zoom es estupendo», asegura D'Rivera, «aunque todavía no han inventado el Zoom para cubanos en el que todos podemos hablar a la vez». Tras las risas, coge su saxo alto para intercambiar melodías con Urcola, ahora timoneando desde el trombón de pistones.

El 'comping' de Valdés, adherido al contrabajo de Gola y la batería de Dafnis Prieto, sonaban a una y ni siquiera su solo de corcheas arrastradas conseguía mover el tempo de una canción que terminaba entre ruidos selváticos de los vientos y el traqueteo de los dedos al golpear las congas.

Mozart era de New Orleans

Paquito hizo las veces de anfitrión y maestro de ceremonias con ese desparpajo lleno de anécdotas que compartió sin cesar, mientras Valdés permanecía en un discreto segundo plano. Nada más concluir el abrumador solo de batería al comienzo de 'Pac-Man' (versión de su amigo Hilario Durán), volvió la lluvia y D'Rivera señaló a su baterista: «¡Esto ha sido culpa tuya!». Luego continuó. «Dicen que Mozart era de Bilbao, pero yo digo que era de Nueva Orleans. Este es nuestro homenaje al mejor compositor de la historia y no, no es Bad Bunny».

Tras 40 años separados, Paquito le enseñó a Chucho un chorinho que acababa de componer y él le dijo: «Te he echado de menos»

Arrancó así un 'medley' de populares melodías como 'Rondo Alla Turca', diversas 'Sonatas para piano' o la 'Serenata nº 13' que pronto se convertirían en un blues con querencia hacia el 'second line' o en un simpático 'Hola, Don Pepito' que el público coreó. «Suena austriaco ¿no?», bromeaba D'Rivera. Mozart se despidió con un agitado solo de congas, para seguir con el joropo jazzístico de 'La Fleur de Cayenne' y el bolero 'Claudia', que Chucho escribió «allá por mil novecientos punto com».

Presentaciones y aplausos con devoción para los dos protagonistas, pero también para el resto del sexteto, siempre diligente y cumplidor. Paquito quiso tener una mención especial a Ucrania, «en estos tiempos complicados que vivimos, mientras nosotros cantamos, en otro lugar se produce una guerra».

Pero tocaba despedirse y qué mejor que al ritmo de 'Prikitimpimpom' que el saxofonista escribió junto al padre de su camarada en el escenario, Bebo Valdés. «Sé que nos van a pedir un bis así que, como ya estamos muy viejos, hacemos como que salimos y entramos». Y así los músicos dijeron adiós, la lluvia llorando de pena, y bajo los paraguas, los pies no dejaron ya de bailar.

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