«Dylan es la persona que me enseñó a pensar»
Un variopinto público acudió al primero de los dos conciertos del músico en el Kursaal con una cierta sensación en el aire de que ésta es la última oportunidad de verle
Hasta el Kursaal donostiarra, a unos metros de esa Zurriola en la que Bob Dylan actuó hace diecisiete años, se acercó ayer tarde un variopinto ... público, mayoritariamente maduro, pero de las procedencias más diversas. Es más: no está claro que los guipuzcoanos fueran mayoría. Numerosos madrileños que se perdieron el concierto del pasado día 7 en el Botánico, pero también gasteiztarras, gallegos, leoneses y sobre todo oscenses que se quedaron sin concierto por la suspensión de este fin de semana causada por las tormentas se acercaron al primero de los dos conciertos de Dylan en Donostia. Por no hablar de los franceses, ingleses, alemanes, algunos australianos y latinoamericanos que hicieron lo propio.
«Fue la persona que me enseñó a pensar y estoy segura de que también a otra mucha gente», aseguraba la mexicana Sara Lucero, que aprovechó una estancia en Alemania para cuadrar fechas en la gira. Y le tocó Donostia. «Fue pura suerte que me tocara verlo en esta bella ciudad», indicaba la j oven, que ya en 2012 tuvo ocasión de ver en su propio país al músico de Minnesota. Txomin Lafuente y Begoña Fernández se acercaron desde Gasteiz. «Hemos venido, nos hemos alojado en el Hotel Londres y hemos comido en el María Cristina. El resto del mes estaremos a garbanzos y arroz, pero hemos ahorrado para esto. Nuestro amigos flipaban», explicaba Txomin, quien tiene claro que «dentro de unos años, en las universidades se estudiará a Dylan como a un profeta. A mí me ha acompañado toda mi vida».
El coruñés Iván Barreiro, que acudió al concierto con Eva Suárez, llegó a Dylan después de una especie de 'viaje a la semilla'. «Hace veinte años me gustaban Serrat y Sabina, y también Quique González. Luego llegué a Dylan. Si Bob toca hay que ir» y para demostrarlo explican que ya el pasado mes de septiembre viajaron a Dinamarca para asistir a un concierto. «Yo creo que es la última oportunidad de verle en directo», coinciden en señalar Iván y Eva. Una opinión compartida por buena parte del público, como es el caso de la tolosarra Nerea Sorondo, que acudió acompañada del rondeño Miguel Morillas. «Nos gusta y venimos a disfrutar». Sin más.
De hecho, entre tanto 'dylanita', también hubo numerosos espectadores que acudieron atraídos por la leyenda, pero sin mayores 'fanatismos'. «No somos melómanos, ni frikis –explicaban los oñatiarras German Aginagalde y Belén Astigarraga–. Llevamos escuchando su música muchos años y el Nobel de Literatura le aporta un valor añadido».
Sin teléfonos móviles
Que las circunstancias que rodeaban el concierto eran especiales es algo de lo que da cuenta su condición de «experiencia libre de teléfonos móviles». En previsión de colas que provocaran retrasos en el acceso, que finalmente no se produjeron, el Kursaal abrió sus puertas hora y media antes del inicio de la actuación. Al final, la cosa no fue para tanto y el acceso al recinto donostiarra mantuvo un flujo ágil y constante.
Tal y como ya se anunció desde que se dieron a conocer las fechas del tramo español de la gira, Bob Dylan quiere que los suyos sean conciertos sin pantallas de móviles. Así las cosas, la organización anunció que los espectadores deberían introducir sus dispositivos en fundas YONDR, que mantendrían 'sellados' los móviles durante toda la actuación y sólo podrían abrirse a su término. En este punto, la nota de la promotora Get In era transparente: «Cualquier persona que sea vista utilizando un dispositivo (teléfono, reloj inteligente o cualquier otro accesorio) durante la actuación será escoltada fuera del reciento por el equipo de seguridad».
«Jagger sigue como con veinte años. Dylan ha adaptado sus canciones a su voz y a su edad»
Iván Barreiro y Eva Suárez
Cabe recordar que también en aquel concierto de 2006 en la Zurriola estaba prohibido por la organización fotografiar al músico en el escenario. Y aunque se antojaba complicado vigilar a un público multitudinario en un concierto gratuito y en un recinto al aire libre, a fe que los encargados de impedir que asomara la cámara un móvil, al menos en las primeras filas del público, se emplearon a fondo.
El caso es que la medida causó división de opiniones. Para algunos espectadores, la operación no entrañaba mayores molestias. No fue el caso de los donostiarras Eloy y Amaia Villarejo, padre e hija acostumbrados a ir de conciertos juntos. «En su casa ha mamado el rock and roll», decía el padre en referencia a la hija: de AC/DC a los Stones, pasando especialmente por David Bowie. «Venimos con miedo o al menos un poco expectantes con tantas restricciones. Lo de 'sellarte' el móvil nos parece una agresión a nuestra libertad individual», coincidían en señalar. «Pero bueno, es un gran artista internacional».
«Estoy convencido de que en el futuro se le estudiará como a un profeta en las universidades»
Txomin Lafuente y Begoña Fernández
No faltaron tampoco 'veteranos' de la reciente edición del Azkena Rock, que 'empalmaron' el festival con el concierto de anoche. Era el caso de los madrileños Pedro Aguado y Miguel Ángel Martín, este último con camiseta de Alice Cooper. Con muchas noches de rock and roll a sus espaldas, el primero recordaba haber visto a Dylan en 1983. El segundo, no estaba seguro.
Aunque algunos de ellos ya vieron a Dylan en octubre en Holanda, los leoneses Camino Gutiérrez, Juan Ramón Rodríguez y Nicolás Cosa estuvieron ayer en el Kursaal. Les acompañaban los que quizás eran los espectadores más jóvenes de la velada: Matilda –doce años–, Malena –diecisiete– y Miguel –catorce–. «Ha cambiado la Historia de la Música. Que no lo dilapiden antes de tiempo», explicaba Camino, en referencia al desconcierto que el actual repertorio de Dylan ha causado en algún concierto de esta gira.
Y hasta aquí, el público. A partir de aquí, Mr. Bob Dylan: «Play it fucking loud!»
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión