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La «extraña alianza contra natura» entre el Carlismo y el mundo marginal del casticismo del siglo XIX –en el que entran desde el flamenco hasta ... el mundo marginal, pasando por lo taurino–, protagoniza la exposición 'D de Deuda' que el investigador y editor Pedro G. Romero (Huelva, 1964) ha realizado en el Museo de Zumalakarregi de Ormaiztegi y que se podrá visitar hasta el próximo 1 de junio. «Es una alianza monstruosa», asegura este viejo conocido del territorio, que ya trabajó en Arteleku o en algunos proyectos de la Capitalidad Cultural de Donostia 2016.
El itinerario de la muestra , articulada a través de catorce paneles con textos e ilustraciones de época procedentes del propio Museo, es el resultado de la investigación que Romero ha realizado en el archivo del centro. Colectivos marginados, estigmatizados o incluso ocultados por la Historia oficial protagonizan una exposición que se enmarca dentro del programa Práctica de archivo con el que el Museo propone nuevas lecturas de la documentación histórica que custodia. En este caso, el investigador ha dedicado los paneles de la exposición a contrabandistas, bandoleros, flamencos, antigitanos, gentes de Jerez, las 'giraldillas' de los Campeonatos del Mundo de Atletismo de Sevilla de 1999, terroristas, okupas, especuladores, mutilados, quincalleros, prostitutas, activistas y política. A partir estos grupos sociales y conceptos, y sus correspondientes imágenes, Romero ha escrito unos textos en los que establece conexiones, divaga y reflexiona sobre aspectos del pasado vinculados a la actualidad.
Romero explica que «esa alianza entre elementos que constituyen después lo flamenco, lo taurino y el mundo del cante y de las clases peligrosas, y el elemento reaccionario carlista obedece en términos estratégicos a que en los dos grupos hay una resistencia y freno a ciertas ideas de progreso que hoy en día también están puestas en cuestión».
Esta hipótesis «se conoce poco a nivel simbólico –advierte Romero–, pero ha construido lo que después se ha conocido como 'casticismo'». Ilustra esta «monstruosa alianza» la propia imagen que sirve de cartel de la exposición, en la que «se ve a un flamenco con dos soldados carlistas y cortando con un hacha un poste de telégrafos. Esa imagen contra el progreso y la comunicación ilumina hoy otras zonas del mundo, cuando hablamos del dominio absoluto de las redes sociales, cuya cultura está sustituyendo a la política», explica Romero, que ve en este paralelismo «la inflación absoluta del valor de la comunicación, como si estar todo el día con el móvil fuera un fetichismo».
Y éste es el punto en el que desembocó la exploración de Pedro G. Romero en el archivo, que empezó como una indagación sobre la deuda y sus razones. «Ese pecado original de las clases lumpen se acaba convirtiendo en deuda económica y eso pesa mucho más que cualquier otras cuestión».
«Empecé a trabajar con todo este 'excedente' de la clase, el género y la raza, tal y como vengo haciendo en estos últimos años al que llamo 'flamenco', pero que tiene que ver con la suma de imaginarios que me interesan y que vienen del lado del lumpen, de los gitanos, de los quinquis y mercheros», explica el comisario.
En el caso de la exposición, ha identificado catorce colectivos o conceptos representados en otros tantos paneles presentados en euskera y castellano. «Durante el proceso, trabajo como si estuviera buscando materiales para una película y voy localizando imágenes». Reconoce que «a priori parecía que no iba a haber tanto material, pero sabía que en un archivo del siglo XIX esa iconografía estaría ahí». Con todo, no oculta su sorpresa ante el hallazgo de fotografías como la del sobrino de Zumalakarregi «vestido de cantaor flamenco, con un guitarrista al lado», o la de la familia del militar carlista con el sombrero típico de Ronda y vestido a la moda bandolera.
A juicio de Romero, «hay un malentendido con la estética típica del flamenco que, por diversas razones, en muchos textos aparece confinado como un fenómeno andaluz. Y es verdad que tiene un epicentro importante en Cádiz y Sevilla por razones históricas, pero se extendió por todas las naciones ibéricas». Y se explica: «Todo eso que luego se conoce por todo el mundo como 'lo español', en referencia a la música española que tenemos en el siglo XIX y en el XX, se define en torno a la habanera y otras músicas de origen transatlántico».
No es la primera vez que se sumerge en los archivos del centro de Ormaiztegi Pedro G. Romero, que ha trabajado en esta exposición desde septiembre. Ya en 2013 se ocupó en la parte de 'Relato contemporáneo' de la exposición '1823. Los Cien Mil Hijos de San Luis' y posteriormente, colaboró en '1839. Ante el Abrazo de Bergara. Gesto e Interpretación', la rama que el Museo acogió de la gran exposición de la Capitalidad Cultural donostiarra de 2016, 'Tratado de Paz'. De hecho, «lo conozco hace mucho más tiempo porque a finales de los noventa, Arteleku me invitó a un taller, 'El fantasma y el esqueleto Un viaje, de Fuenteheridos a Hondarribia, por las figuras de la identidad'.
En cuanto al comisario de la muestra, 'D de deuda' es parte de su proyecto Scénario, del que ya ha presentado tres 'entregas': 'A de Archipiélago', construido a partir de fondos fotográficos y cinematográficos de las Islas Baleares y que se pudo ver en Es Baluard Museu de Palma de Mallorca; la 'B de Bestiario' se construyó con imágenes de la ciudad escocesa de Aberdeen; y 'C de Canciones' proponía un proyecto de película a base de notas, apuntes, comentarios a partir del Archivo del Centro de Documentación 25 de Abril de la ciudad portuguesa de Coimbra. Ahora, con esta 'D de Deuda' el proyecto alcanza su cuarto capítulo.
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