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La marea ha sido de público: miles de visitantes tomaron la bahía de Pasaia este sábado para disfrutar de un multitudinario y festivo Itsas Festibala. ... Los grandes barcos históricos amarrados en los muelles de San Pedro fueron los puntos que atrajeron la mayor atención, pero decenas de embarcaciones patrimoniales, de tamaño más reducido, navegaban por la bahía y daban color a una jornada marcada por el sol y el calor, aunque el tiempo empeoró en las últimas horas del día. El festival concluye este domingo, con numerosas actividades para la jornada de cierre.
El público estaba mentalizado por la insistencia de la organización para no utilizar el vehículo privado: se usó mayoritariamente el transporte público, tanto en autobuses como trenes, y fueron muchísimos los visitantes que llegaron a pie desde los cascos urbanos de Donostia, Antxo, Lezo o Errenteria, y también en excursiones montañeras por Ulia o Jaizkibel. «Hemos salido de Gros, hemos venido por Ulia y la bajada hacia San Pedro ha resultado una gozada», explicaba Mikel, que con una cuadrilla de veteranos montañeros donostiarra disfrutaba de los pintxos y la sidra de recompensa frente al popular Muguruza, el Falcon Crest sanpedrotarra.
Además del público local seguía destacando la gran afluencia de franceses, nacionalidad también de buena parte del largo centenar de barcos históricos participantes el festival. «Estamos acostumbrados a vivir festivales marítimos con muchos visitantes, pero el aluvión que hay aquí y el interés de la gente por nuestra embarcación nos están emocionado», apuntaba uno de los tripulantes de La Biche, el barco de 1934 con sede habitual en la bretona Lorient.
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Los establecimientos hosteleros, reforzados, atendían a las miles de personas que pasaban la jornada en Pasaia entre las visitas a los barcos y los aires festivos que recorrían los muelles. El espectáculo itinerante de Euskorleans y Kukai, con su versión actualizada de músicas tradicionales, animaba el mediodía tanto en San Pedro como en San Juan. «Es una maravilla ver tanta gente y con tantas ganas de disfrutar», declaraban felices Jon Maya, director de Kukai, y Pirata, el conocido músico que participa en tantas formaciones. «Y resulta estupendo hacerlo al lado de casa», decían, errenteriarras los dos. En los diferentes escenarios se sucedían los espectáculos musicales, donde se esperaba por la niche la actuación de Ana Tijoux.
Además de las visitas a los cuatro grandes buques históricos (La Recouvrance, el Phoenix, el Grayhound y Le Biche), fue el Aita Mari, el barco que se dedica a las tareas de salvamento en el Mediterráneo, uno de los más solicitados, con largas colas ante su pasarela de acceso. «Es reconfortante ver el interés de la gente por el trabajo que hacemos», decía uno de los componentes del equipo del Aita Mari mientras guiaba la visita por el interior del barco y respondía a las numerosas preguntas planteadas por los visitantes. «Hemos venido desde Pamplona porque a toda la familia nos encanta el mar y ver por dentro cómo funciona el barco, que conocemos por tele, ha sido perfecto, sobre todo para nuestros hijos», decían José Manuel y Carmen al salir del barco con sus dos chavales adolescentes.
También el educativo Mater estuvo todo el día lleno. Los puestos de Zaporeak, otra entidad guipuzcoana destinada a la solidaridad, registraron igualmente un intenso aluvión de visitantes. «La gente viene a disfrutar pero tiene bien presente su componente solidario», decían los atareados voluntarios de Zaporak.
El mayor espectáculo era la propia gente. «Es una pena que haya tantas obras ahora mismo en Trintxerpe, lo que dificulta un poco la llegada a pie, pero a cambio hemos descubierto el nuevo paseo que va por encima de la lonja de San Pedro, con unas vistas tan buenas», apuntaba una pareja de Tolosa que esperaba para embarcar en una de las lanchas del servicio interior del puerto que recorría la bahía. La motora que une San Pedro con San Juan estuvo a tope todo el día, y las pequeñas calles de Donibane se veían repletas a lo largo de toda la jornada, con especial animación en la plaza.
También había alguna crítica. «Venimos muchísima gente y algunos nos quedamos con las ganas de ver más», lamentaba un grupo de catalanes que pasa unos días en el camping de Igeldo. «No sabíamos que había que reservar con antelación las entradas de los grandes barcos y no hemos podido ver ninguno. Y son pocos lo que navegan por dentro de la bahía, solo los más pequeños. Deberían hacer algún desfile diario con los grandes», agregaban.
La Recouvrance sí hace salidas por las mañanas y permite ver en acción una de las embarcaciones de mayor volumen de las que participan en el festival. Los paseantes por tierra llegaban hasta Albaola, donde puede verse el restaurado 'Guipúzcoa' y talleres artesanales vinculados al mar. Hoy siguen las actividades y llegarán los primeros balances.
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