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«Subir a 'La Recouvrance' es un sueño para los que nos gusta navegar»
Volvemos a subir a bordo de 'La Recouvrance' con los primeros visitantes que este viernes han podido navegar en la goleta de diez velas construida en 1992 como una réplica exacta de un navío de 1817
El pequeño Martín se pone al timón de 'La Recouvrance', la imponente goleta de diez velas que estos días se deja fotografiar, ver, tripular y ... navegar el Pasaia. Volvemos a subir a bordo con los primeros visitantes que este viernes han podido dar un paseo por la bahía, en un día espectacular, donde miles de personas disfrutaron de este Itsas Festibala que llena los muelles de San Pedro y Donibane.
Cerca de una veintena de visitantes, sin incluir a los cinco integrantes de la tripulación de esta réplica de un navío francés de 1817, subieron a bordo, de uno en uno, a 'La Recouvrance', en donde disfrutaron de una travesía de unos 45 minutos en laembarcación de 42 metros de eslora.
Antes de 'ponerse a los mandos', junto al resto, Martín escuchó las palabras de bienvenida y las explicaciones que les ofreció el capitán Yann Fournier, en una mezcla de francés, inglés, y castellano. Por ejemplo, les indicó que la embarcación debía su nombre a un barrio famoso de Brest y que era el barco bretón más grande de la flota tradicional de la región.
«Subirse a 'La Recouvrance' es un sueño para los que nos gusta navegar», admitía emocionada Isabel Cuevas, que visitaba el barco junto a su hermano Txema. «Venimos de Irun y hemos tenido que coger dos autobuses para llegar aquí, pero ha merecido totalmente la pena», aseguraba Juan Carlos Infante, un amigo que también les acompañaba.
Isabel se encontraba muy emocionada, aunque no es la primera vez que visita el Itsas Festibala, ya que es una «gran aficionada» a la navegación. «He navegado muchos años, los últimos siete junto a mi pareja, a quien también le gustaba». Su hermano, Txema Cuevas, también admitía ser un «gran fan» de este festival marítimo y reconocía que «Pasaia es el lugar ideal para hacerlo, porque es un lugar súper bonito y las casas están tan bien conservadas que te trasladan a otras épocas». Es su segundo día de festival, los tres vieron el jueves la entrada de los barcos y nos sorprendió mucho el 'Grayhound', de Inglaterra, que «iban vestidos de época y parecían verdaderos piratas».
Viento en popa y a toda vela
Ya en marcha, el capitán invitó a todos sus nuevos tripulantes a tirar de los cabos -las cuerdas- para izar las velas del navío. Isabel fue una de las más entusiasmadas en realizar la actividad. «Había izado velas de otros barcos, pero ninguna tan grande como esta, es como un sueño», repetía disfrutando del momento.

«Nunca había estado en un barco que navega con vela. Es parecido al de las películas»
Martín Rodríguez
8 años
Unos cuantos niños, todos con chaleco salvavidas por si acaso también disfrutaban tanto o más del barco que los adultos. Martín, de 8 años, era la primera vez que se subía a un barco de vela y se notaba. Recordaba que hace dos años ya estuvo en el festival, pero que no pudo subir a ninguno. «Nunca había estado en un barco que funciona con vela y mucho menos navegando. Es parecido al de las películas», decía. Viven en Bilbao, pero padre e hijo, donostiarras y luciendo la camiseta de la Real, se habían acercado a Pasaia porque «a Martín le gusta mucho la navegación y los puertos». Además, la excursión le había 'librado' de un día de clase. «El lunes que vuelva al cole les voy a contar a mis compañeros que estuve aquí», decía con entusiasmo mientras hacía todas las preguntas que se le pasaban por la cabeza a los miembros de la tripulación, y se animaba a coger el timón para saber qué se siente como capitán.

«Estuve de vacaciones en Donostia en enero, vi el cartel del festival y decidí volver con mi familia»
Michael Castle
París
Michael Castle, es americano, pero vive en París con su familia. «Estuve de vacaciones en Donostia en enero, vi el cartel del festival y decidimos venir», explicaba este hombre de 60 años, con una madre que fue capitana de un barco durante 13 años en Estado Unidos. Él, por tanto, había heredado su pasión por la navegación.
Ella Castle, su hija de veinte años, aprovechaba para hacerse 'selfies' junto a su madre, Valérie, y pedía a otros visitantes que les fotografiasen a todos juntos para llevarse el recuerdo de vuelta a París. En cuanto a su experiencia en el festival confesaba estar «maravillada» y estar disfrutando mucho de paisaje. «Hemos subido al monte y hemos comido muy bien. Estoy muy contenta de estar aquí, amo navegar y me gusta mucho la sensación del viento en la cara, cuando vuelva a París voy a decirle a todos mis amigos que tienen que venir aquí».
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