Lolita Flores
Actriz
«No soy una actriz de método, soy más de entrañas y de vísceras»Interpreta este viernes y sábado en el Victoria Eugenia el monólogo 'Poncia', basado en la criada de 'La casa de Bernarda Alba', de García Lorca
Lolita Flores encarna, este veirnes y sábado a las 19.30 horas en el escenario del Victoria Eugenia, el personaje de Poncia, la criada en ... la inmortal obra de Federico García Lorca. Escrita y dirigida esta versión por Luis Luque, se centra en un personaje que no suele estar en primera línea de la tragedia del escritor andaluz, en esa casa donde Bernarda y sus cinco hijas viven una reclusión física y emocional que retrata un tiempo de represión en lo moral.
– Cuenta que le ha resultado sencillo meterse en este personaje.
–Es así primero porque a Lorca lo admiro muchísimo. Conozco 'La casa de Bernarda Alba' desde que era muy jovencita. Lógicamente Poncia es una mujer del año 35 y yo soy una mujer de hoy en día, con otros valores y con otra libertad que ella no tenía. Pero sí que me ha resultado sencillo decir la palabra del adaptador y de Federico García Lorca.
– En la obra de Lorca, la criada Poncia es un personaje que lo ve todo y al mismo tiempo ha de callar. ¿Su Poncia ya no calla nada?
–Es un personaje que, en cierta manera, se libera a través de este monólogo. No es que hable más de la cuenta. Habla todo lo que ha tenido que callar durante un montón de años, aunque en ciertos momentos sigue callando.
– Su madre estuvo a punto de interpretar a Poncia. ¿Resuena esto de alguna manera cuando hace el personaje?
–Luis Luque vio en un programa de televisión que a mi madre le habían ofrecido hacer de Poncia en un montaje completo de 'La Casa de Bernarda Alba'. Y bueno, se le encendió un poco la luz para hacer este 'spin-off', por llamarlo así.
– Encarna a Poncia, pero de alguna manera también entra en los otros personajes a través de ella, ¿no?
–Es que si te lo digo ya te he contado la obra. Yo no hago todos los personajes.
– Me refiero a si todos los personajes viven en este monólogo a través de Poncia.
–Más que vivir a través de Poncia, digamos que es un soliloquio de ella con esos personajes. Por decírtelo de alguna manera sin hacer 'spoilers'.
– El autor de esta versión explica que Poncia se culpa a sí misma de no haber hecho más de lo que hizo. ¿La culpa es algo esencial en este personaje?
–Sí porque ella sabía todo lo que pasaba, como lo sabía Bernarda, y quizás no hizo lo que tenía que haber hecho en su momento.
«Trabajo porque me gusta lo que hago. Sea buena o mala actriz, si interpreto algo que no me gusta soy mucho peor»
– La obra original trata temas intemporales, pero los años pasan y aquella España negra que dibujó Lorca ha cambiado bastante. ¿O no tanto?
–Hay ciertos lugares en los que sí ha cambiado, pero creo que la represión en algunas familias todavía existe. No tener libertad para amar a quien uno quiera creo que también existe. La disciplina excesiva creo que también existe. Sí, gracias a Dios, España ha cambiado muchísimo, pero todavía existen ese tipo de cosas, ¿no? Represión, disciplina, no libertad, por decirlo de alguna manera, en algunos casos. Conozco a gente, por ejemplo, del colectivo LGTBI+, que todavía no han salido del armario porque en su casa no los admiten. O con las clases sociales, personas que no pueden amar a alguien porque quizás sea de mayor o de peor categoría según ellos, ¿no? Hay gente clasista todavía.
–Ha trabajado muchas veces en nuestra ciudad, pero hace justo diez años vino con otro monólogo, 'La Plaza del Diamante'. ¿Fue la obra con la que usted se demostró que es una buena actriz?
–Te agradezco lo de buena actriz. Yo trabajo porque me gusta lo que hago. Lo que te puedo decir es que, sea buena o mala actriz, si hago algo que no me gusta soy mucho peor actriz. Te quiero decir que tengo que hacer cosas que me gustan. Es cierto que 'La Plaza del Diamante' significó un antes y un después en mi trabajo. A partir de ahí empecé a hacer teatro, dejé la música a un lado y me metí de lleno en el teatro. Después de eso llegaron obras como 'Fedra' y 'Asamblea de mujeres', vinieron comedias y luego ha aparecido esta maravilla, un lujo que tengo el privilegio de hacer. Hice 'La Plaza del Diamante' durante casi tres años de gira. Ahora en octubre cumpliré cerca de dos años con 'Poncia'.
– Se suele destacar que es una actriz de raza. Magüi Mira, cuando la dirigió en 'La fuerza del cariño', dijo que usted era «una atleta emocional». ¿Está de acuerdo?
–Siempre que sean comentarios positivos, por supuesto. Y más si vienen de Magüi Mira. Totalmente aceptados.
– Ha dicho que su madre la parió famosa y que le ha costado mucho tener un nombre propio. Supongo que ese nombre hace mucho tiempo que es sólido.
–Desgraciadamente desde hace 30 años. Desde que murió mi madre. Me hubiera gustado que ese nombre propio hubiera salido antes y que mi madre lo hubiera visto. Pero tuvo que irse ella para que los ojos de los demás se volvieran hacia mí.
«Hace 30 años que tengo nombre propio, por desgracia tuvo que morir mi madre para que los demás se fijaran mí»
– Más de una vez ha explicado que en sus trabajos se deja guiar por los sentimientos de los personajes, que intenta meterse en ellos. ¿Los sentimientos son una buena guía para una actriz?
– Meterme tanto en la piel de los personajes y en lo que sienten a veces es un lastre porque termino agotada doblemente. No soy una actriz de método, soy una actriz de entrañas, de vísceras, como dice bien Magüi Mira. En el caso de este monólogo es más doloroso porque realmente yo voy sintiendo todo lo que siente Poncia. O lo que sentía en ese momento en 'La fuerza del cariño', o lo que sentía en 'Asamblea de Mujeres' o en todas las obras que he hecho.
– ¿Como actriz qué le pide a la vida en estos momentos?
–Salud. Salud para mí, para mi familia, para mis hijos. Teniendo salud tendré trabajo. A la vida le pido que nos llene de alegría y de paz y de tranquilidad. No quiero otra cosa. ¡Hombre!, y un Euromillón tampoco vendría mal (jajaja).
– ¿Dejaría el teatro si le toca?
–No, no, no. Yo soy de las que me aburro cuando no trabajo. Estoy muy cansada, quiero vacaciones, pero esto mi representante, Elena Lázaro, lo sabe muy bien: a los ocho o nueve días de estar descansando ya le estoy preguntando qué hacer la semana que viene. Es mi vida y es lo que llevo haciendo cincuenta años. Es a lo que estoy acostumbrada.
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