Literatura
Los relatos magistrales de James SalterSalamandra compila toda la narrativa breve del autor de 'Juego y distracción'
James Salter (Nueva York, 1925-2015) es un autor con un notable prestigio literario, labrado sobre una obra narrativa no muy extensa. Salamandra reúne ahora ... sus cuentos completos en una edición prologada por John Banville, quien le atribuye la cualidad de plasmar con brillantez la tarea de todo escritor: «Descubrir la belleza en lo ordinario».
Una compilación de veintidós relatos de diferente factura sobre el amor y las relaciones sentimentales, y vinculados por una prosa en apariencia sencilla y, sin embargo, muy sugerente, dice mucho con poco. El autor de 'Juego y distracción' y 'Todo lo que hay', caracteriza la personalidad de sus protagonistas, individuos corrientes y molientes, con elegancia y suma concisión: «Había en él algo aplacado. De más joven, se le suponía algún talento, pero no había llegado a zarpar: siempre había navegado cerca de la costa».
Los naufragios de la condición humana, las muescas indelebles en la memoria, la fragilidad de los vínculos, su caducidad, planean en buena parte de la narrativa breve de este escritor tardío, pues antes fue piloto en el Ejército estadounidense. Hombres y mujeres mayormente infelices, o conscientes de unas existencias malbaratadas bajo el espejismo de la 'vida fingida' o por unas expectativas nunca materializadas pueblan sus cuentos. Asumen con contención y una actitud casi estoica, o quizás sea mera perplejidad, los derroteros del azar, como le ocurre a Jane Vare, protagonista de 'Veinte minutos', una de las mejores piezas, cuando lamenta «Quedaban pendientes todas las cosas que había tenido la intención de hacer alguna vez». O el tenso reencuentro de un comerciante con su examante, en la que ella concluye: «No sabía que la verdadera felicidad consiste en tener lo mismo todo el tiempo» ('Bangkok').
Una variante más cínica se dibuja en el relato 'American express', sobre el viaje por Italia de dos amigos abogados, jóvenes y millonarios. Conocen a Eda, una muchacha a la que proponen ser compartida por ambos. Una cosificación coherente con la forma de pensar de ambos –ultrajar una inocencia forma parte de su menú vacacional–, y sintetizada por uno de ellos: «Las mujeres se enamoran cuando consiguen conocer bien a un hombre, los hombres funcionamos al revés: cuando ya conocemos bien a una mujer es cuando ya estamos listos para largarnos».
Retratos de la desolación
Uno de los mejores relatos, por su hondura y descarnada desolación, es 'Ocaso', encarnado en la señora Chandler, 46 años, abandonada por su marido, «una mujer elegante a la que ya nadie quería» y el encuentro con su amante ocasional. En apenas ocho páginas, Salter perfila un retrato soberbio de la desolación radical, de la soledad en el mundo, cuando las palabras ya no sirven para recomponerlo y es demasiado tarde para casi todo. Cómo en el relato terminal 'Cuánta diversión'. Una variante, con un desenlace estremecedor alienta 'La última noche'.
'Palm Court' recrea una relación devastada, de corazones rotos por ignorar «ese amor que había ocupado la sala central de su vida». Por el contrario, la evocación del primer amor tiñe de melancolía la mirada retrospectiva de Teddy, una exitosa productora televisiva en 'Los ojos de las estrellas'. Los diálogos cortantes reflejan con brillantez la fractura de una pareja ya en la cincuentena en 'Cometa'.
Una tensión sexual no resuelta atraviesa ''Contigo, Mi Señor', mientras que las relaciones perversas determina el enredo de 'Platino'. Una sordidez latente impregna de una atmósfera turbia el relato de 'Costas lejanas', sobre un matrimonio que contrata a una au pair para cuidar de su hijo.
'Akhnilo', otro de los relatos sobresalientes, retrata la inquietante y sugestiva lucha de un hombre con sus miedos.
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