Hombres con arreglo y otros sin remedio
Iván Repila retrata en 'El aliado' a un grupo de machos que odian a las mujeres, enfrentado a un colectivo feminista llamado Princesas
Una comedia que empieza con un vertiginoso disparate y acaba en lo más negro. Así evoluciona la nueva novela de Iván Repila (Bilbao, 1978), 'El aliado', en la que un grupo de machos que odia a las mujeres fundan el grupo de agitación Estado Fálico, al que responde otro grupo de feministas, las Princesas. Se lía una buena y por el camino afloran un catálogo muy surtido de costumbres, prejuicios y tics machistas. Todo empieza cuando el protagonista conoce a la protagonista, de nombre Najwa, a la salida de una conferencia de la escritora Siri Hustvedt. Especialista en estudios de género, Najwa acaba queriendo al torpe pretendiente, que a su vez quiere convertir el feminismo en su causa y en su vida. «Todos los hombres somos machistas, y me incluyo, claro. Quien diga lo contrario miente. Somos producto de los siglos precedentes. Nadie es intachable, por mucho que se esfuerce. Tenemos mucho que corregir. Los hombres nos hemos implicado muy poco en la lucha por la igualdad, y eso también es machismo», destaca Repila
Por su novela, publicada por Seix Barral, desfilan piezas como Ramos, médico y maltratador crónico; Aguirre, más fino, aunque pierde las formas a la menor mención sobre el feminismo; o Hugo, trabajador social y militante antirracista, además de velludo, con exceso de peso y vestido con camisetas ajustadas, que quiere «poner a las mujeres en su sitio». Son personajes que en apariencia tienen sus pliegues, pero que se vuelven planos y violentos cuando se acercan a lo femenino.
«Hay personas irrecuperables», lamenta Repila, «que además sienten orgullo por ser como son y que desde luego no contribuyen ni pueden contribuir a una sociedad mejor». Pero todos los hombres somos culpables, no sólo estos casos extremos y pintorescos, que según el autor abundan en la calle.
Privilegios, vagancia, beneficios concretos, como trabajar menos en casa: estas son algunas de las razones por las que los hombres se resisten a abandonar la poltrona. «Somos los protagonistas, los que primero tomamos la palabra. Y sí, somos perezosos, y nos desinteresamos de lo que les pasa a las mujeres porque estamos en el lado bueno de la balanza. También podemos ser buenos feministas de lunes a viernes y si luego un amigo se pasa con una mujer el sábado porque lleva tres copas encima, pues haces la vista gorda. Lo que tendríamos que hacer es poner a esa persona en su sitio».
Chistes y canciones machistas
Por no hablar de los chistes machistas, «por ejemplo en comidas de empresa. Unos se ríen con ganas, otros sin ganas pero lo hacen, y a ellas no les hace ninguna gracia. Vivimos un mundo en que es lícito reírse de las mujeres. Todos lo hemos hecho. Sería innoble no reconocerlo».
En cualquier caso, nadie es perfecto. A Najwa, la protagonista de 'El aliado', les gustan las rancheras y los tangos con letras machistas. «Es lógico tener contradicciones. Racionalmente somos una cosa y por herencia cultural podemos ser otra. Hay que enfrentar esos dos polos, porque así salen reflexiones interesantes».
¿Prohibiría las letras más despectivas de los reguetoneros? «En la creación hay que permitirlo casi todo. Me gusta C. Tangana aunque no comparto sus mensajes. Nunca los reivindicaría, sino todo lo contrario, y aun así me gusta su música».
En cuanto al debate lingüístico sobre el uso del plural en masculino para incluir a las mujeres o sobre otras alternativas, el autor de 'El aliado' lo tiene claro. «Doy muchos talleres y siempre uso el femenino plural, también cuando hay hombres. Ellas siempre suelen ser mayoría y no entiendo por qué los hombres se tienen que sentir agraviados».