Eduardo Iglesias | Escritor
«La única manera de hacer literatura es avanzando hacia lo desconocido»Libros. ·
El autor donostiarra recupera a su 'alter ego' de su primera novela, treinta años después, en su nuevo 'Manga Ranglan y el viento de la memoria'Más de treinta años después de publicar su primera novela 'Aventuras de Manga Ranglan' (Libertarias Prodhufi, 1992), Eduardo Iglesias (San Sebastián, 1952) recupera ahora a ... su 'alter ego' en una historia con escenas 'tarantinescas' y realidades distópicas que emergen desde el interior ascético de un apartamento. 'Manga Ranglan y el viento de la memoria' (Huerga&Fierro, 2023) lleva al personaje desde la en ocasiones desesperada vida contemplativa de la urbe a la sorpresiva presencia de una enigmática mujer, en una trama sin linealidad y con trazos de humor.
Un protagonista que salta en el tiempo desde el Manhattan de los 80 a una imaginaria Euskadi de 2023. «Ahora Manga Ranglan está todo el tiempo en mi cabeza, pero no sé por qué razón ha vuelto a ella. Supongo que obedece a mis propias dudas sobre la vida», reconoce Iglesias. Por eso también es el viento el coprotagonista del título. El vaivén «de un aire muy antojadizo que te golpea desde el norte o desde el sur, y que hace que la memoria se zarandee. Quizá por eso necesitaba recuperar a aquel personaje».
El escritor donostiarra acostumbra a ambientar sus novelas en escenarios que le son bien conocidos y que le hacen recorrer sus carreteras en una suerte de Jack Kerouac a la donostiarra. 'Road movies' que se ambientan en 'su' San Sebastián o 'su' Nueva York, pero también en Andalucía, las zonas rurales de Castilla o el Pirineo aragonés. Y, sin embargo, Manga Ranglan se ve ahora confinado entre las paredes de un apartamento en mitad de una ciudad: Lekuona. «Me lo pedía. Cuando nos obligaron a encerranos durante la pandemia yo seguí haciendo lo mismo de siempre, estaba encantado. La gente deseaba salir pero, en mi caso, no necesitaba hacerlo para nada». Manga Ranglan, «que era yo», no quería salir y empieza a dejar volar sus ensueños por los valles del Baztán y de Arán donde tanto ha vivido.
'Manga Ranglan y el viento de la memoria'
Autor: Eduardo Iglesias
Estilo: Novela.
Editorial: Huerga&Fierro.
Páginas: 159.
Precio: 15 euros.
Ese Lekuona es su Macondo. Un lugar ficticio con el que el escritor homenajea a su 'aitona' materno Lázaro Fernández de Lekuona, natural de Azkoitia. «Es 'el buen lugar' y es lo que el protagonista persigue a lo largo de todo el libro. Yo lo encontré en Madrid, pero también en los sitios donde estoy con mi mujer y mis hijos, o donde me encuentro bien para escribir». Uno de ellos es Menorca, donde ha escrito gran parte de sus publicaciones.
Un escritor 'outlaw'
Se considera un autor 'outlaw', un «fuera de la ley», que escribe por el mero hecho de escribir, sin mayor pretensión que la de «vivir la aventura de ser escritor y vivir solo». Quizá por eso no le preocupa tanto todo aquello que rodea al novelista, desde las promociones a las presentaciones y firmas, aunque viene de hacerlo en la última Feria del Libro de Madrid. Eso tampoco quiere decir que escriba para sí mismo. «Por supuesto siempre pienso en el lector, la novela se escribe para él, si no escribiría de otra manera».
«El 'buen lugar' es lo que el protagonista persigue a lo largo del libro. Yo lo encontré en Madrid»
Porque para el autor donostiarra, la novela «tiene que ser siempre diferente de la anterior» y esa es la razón por la que ahora se atreve con nuevas fórmulas. «Introduzco poemas narrativos a lo largo del libro. Manga Ranglan se va de aventura y, en cada río que se encuentra en su camino, hay una balsa que es un poema que le ayuda a cruzar hasta el próximo río».
Iglesias asegura que en este momento se siente más cómodo con los relatos y no descarta que su próximo trabajo se deje caer por esos derroteros. «La novela me genera desasosiego, aunque la única manera de hacer literatura es avanzando hacia lo desconocido. Soy muy ecléctico leyendo y por eso creo que no me influye uno u otro estilo a la hora de escribir, aunque por ejemplo los relatos de Lucia Berlin me encantan». Salinger, John Cheever, Carver, Martin Amis... son solo algunos de los autores que custodian su mesilla de noche y que le hacen estar «enrelatado» o «enlatado en el relato». Lo que sí parece seguro es que Manga Ranglan seguirá muy presente en su pluma.
«Nos daban paga doble si la Real empataba fuera de casa»
Dice Eduardo Iglesias que cuando está en el norte echa de menos el Atlántico y que, cuando se baña en Menorca, quiere volver a Donostia. «No sé de dónde soy, pero soy muy de la Real». Heredero de una estirpe de socios y futbolistas, recibió el carnet txuri-urdin a los diez años y ahora es con sus hijos con quienes sigue compartiendo esa pasión. «El último partido que vimos en Anoeta fue contra el Almería en el que certificamos el puesto de Champions». Un hito que le hace recordar aquellos años de infancia en el hogar familiar.
«La Real era de lo único que se podía hablar, y nos daban paga doble si el equipo ganaba o empataba fuera de casa». Lejos quedan aquellos tiempos de medias alegrías. Eso sí, si tiene que elegir su 'lekuona' ese es el campo de Atotxa. «Por el antiguo mercado, olía a fruta pasada, de hecho, Eduardo Chillida esculpió una obra para su entrada que tituló 'Frutas'. Ese es uno de los recuerdos más gratos que tengo».
Muchos años después, su hijo menor Cristian Iglesias estuvo cerca de fichar como realista. «Jugaba aquí en Madrid, en el Aravaca C.F., y quiso llevárselo el Rayo Vallecano, pero justo empezó a hacer la pretemporada con el Real Unión. Era el paso previo antes de entrar a jugar en la Real pero recuerdo que fue un día de la Virgen, 15 de agosto, que me dijo 'aita, no quiero ser futbolista'. Y casi lo prefiero porque, si hubiera decidido jugar y luego no le convocaran, yo lo hubiera pasado fatal».
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