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José Luis Ansorena, uno de los referentes de la música vasca contemporánea, falleció este miércoles en Pamplona a los 90 años. Nacido en Donostia en 1928, precisamente este jueves habría cumplido 91. Compositor, sacerdote capuchino, fundador del Archivo Vasco de la Música Eresbil, de la coral Andra Mari y de Musikaste, fue un dinamizador de numerosas actividades culturales en el conjunto del País Vasco y sobre todo en Errenteria, localidad a la que llegó en 1966 y de la que era hijo adoptivo. Hace un año la villa le tributó un homenaje popular y puso el nombre de José Luis Ansorena a la hasta entonces llamada Musika Plaza.
El cuerpo de Ansorena será trasladado desde Pamplona, donde residía en los últimos años, hasta el Ayuntamiento de Errenteria. La capilla ardiente estará en el Salón de Plenos desde las 18.00 hasta las 20.30 horas y desde el gobierno municipal se anima a los vecinos a que acudan al consistorio para rendir un último homenaje. Mañana viernes será el entierro en el cementerio donostiarra de Polloe y el sábado se celebrará el funeral, a las 19 horas, en la iglesia de los Capuchinos de Donostia, en la calle Oquendo.
«Si este país ha logrado mantener viva la llama de la música como expresión de nuestra cultura e identidad se lo debemos a personas como José Luis Ansorena», dijo hace un año el lehendakari Urkullu en la inauguración de la plaza que lleva el nombre del músico. Para el actual director de Eresbil, Jon Bagüés, que trabajó durante muchos años codo con codo con Ansorena, «su papel es clave en el panorama musical del último siglo». En 1966 fundó la Coral Andra Mari y sus coros filiales Oinarri y Orereta, en 1973 creó Musikaste y en 1974 Eresbil. En su faceta de compositor creó obras como 'Agur Errenteria'.
Sacerdote de la orden capuchina, tomó el nombre de Isidro de San Sebastián en memoria de su padre, Isidro Ansorena, uno de los grandes txistularis de la historia. El fallecido era tío de Jose Inazio Ansorena, director de la Banda de Txistularis de Donostia y otra figura señera de la música vasca.
Tal como destaca su discípulo Sagüés, «la personalidad de Ansorena viene definida por sus opciones, como es el ser un religioso de observancia franciscana, y en concreto de la orden capuchina, y por su entorno familiar, una familia donostiarra sólidamente anclada con la música y en especial el txistu y la música popular».
Antes de llegar a Errenteria Ansorena pasó sus primeros en Pamplona, donde realizó una amplia acción con los jóvenes, «pero es la música en general, a través de la música coral, con la que José Luis Ansorena desarrollará sus principales objetivos y mostrará su capacidad de liderazgo», sentencia Bagüés.
Destinado en 1966 a Errenteria al convento de capuchinos, creó inmediatamente la coral Andra Mari «y promueve la nueva música postconciliar, para la que él mismo compone obras». Buen conocedor del valor de las músicas del pasado, «destaca José Luis por su decidido apoyo a la música contemporánea, y formó parte de la comisión organizadora de los dos Festivales de Música Contemporánea que se celebran en Donostia los años 1973 y 1974».
Paralelamente, «consciente de las dificultades de difusión de las obras de los compositores vascos», lanza en 1973 desde Errenteria la semana Musikaste, cita anual de promoción e impulso a las obras compuestas por los creadores de la música vasca. De Musikaste surge Eresbil, «el proyecto que más trascendencia cultural supone para el País Vasco como infraestructura musical». Primeramente llamado Archivo de Compositores Vascos y ahora subtitulado Archivo Vasco de la Música, es «la entidad que preserva lo que musicalmente han creado, producido, difundido o recogido los creadores e intérpretes en o sobre el País Vasco», tal como lo define Sagüés.
El apoyo al conocimiento y difusión de la música antigua y tradicional fue otra de sus facetas, con libros sobre Raimundo Sarriegui y sobre Aita Donostia, «músico capuchino de su total admiración, quien fue además su padrino religioso». Impulsó el conocimiento del cancionero clásico y obtuvo numerosos reconocimientos, como el premio Manuel Lekuona. Se jubiló en el año 2000 aunque mantuvo su curiosidad cultural hasta el final.
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