Benito Bermejo | Historiador
«Enric Marco fue conmigo no ya esquivo, sino incluso amenazante»«Se le daba muy bien hacer el diagnóstico de quien tenía enfrente y elaborar una estrategia con cada persona», afirma el historiador sobre el falso deportado
Con un relato rudimentario plagado de mentiras, Enric Marco se construyó su falsa 'biografía' de antiguo deportado. Y durante años, se lo coló a quien ... quiso escucharle. Fue Benito Bermejo el primero en detectar incongruencias y directamente falsedades en su historia, lo cual llevó al impostor a rehuirle. Hasta que las evidencias hicieron que todo aquello se viniera abajo.
– Se le atribuye el haber desenmascarado a Enric Marco, pero en realidad siempre aclara que se limitó a poner en evidencia la inconsistencia de su relato.
– Desde el principio había algo extraño en Marco y esa sensación crecía a media que sabías más sobre su persona. Y se disparó cuando se negó a que le entrevistara, algo muy incoherente, porque daba treinta o cuarenta charlas al año, además de entrevistas en medios de todo tipo. Me dijo que me buscara otro tema.
– El hecho de que un relato tan frágil 'colara' demuestra que hace veinte años la investigación sobre la deportación republicana estaba en pañales...
– Completamente. Hasta qué punto 'colaba' cualquier cosa, por más que fuera contradictoria... Con lo poco fundamentado que estaba su relato, ¿cómo es posible que tragara tanta gente? Pues tragó gente de todo tipo, desde periodistas hasta profesores. Con todo, su mentira sólo duró unos seis o siete años.
– No está mal...
– No está mal. Es cierto que sus primeros intentos de hacerse pasar por superviviente fueron en los años setenta, pero no conocemos del todo qué pasó entonces. Me da la impresión de que algo le frenó para organizar mejor su relato. Por otro lado, no se aproximó a las organizaciones de deportados hasta muchos años más tarde. En concreto, desembarca en la Amical de Mauthausen poco antes del año 2000. Tres años antes, ya intentó conseguir algún documento que acreditara su paso por Flossenbürg, cuyo Memorial se negó afortunadamente a decir que había estado allí.
– Quizás en los años setenta había aún vivos demasiados testigos...
– Por supuesto. Debió hacer sus tanteos, pero quizás vio que no era fácil crearse un pasado como deportado. Ya en aquella época, huía de confrontar con los deportados. Hacía todo lo posible por no tener enfrente a un superviviente, incluso en su época como presidente de la Amical, cuando ya quedaban pocos deportados y estaban muy cascados.
– Hay quien ve en Marco a un 'simpático granujilla' que llevó al límite lo que todos se supone que hacemos:aparentar lo que no somos.
– Bueno, simpático cuando quería. Un buen agente de ventas sí que era porque se le daba muy bien hacer el diagnóstico de quien tenía enfrente y elaborar una estrategia con cada persona. Yllegado el caso, cortar y poner tierra por medio si le convenía, que es lo que hizo conmigo. Debió ver que yo no era un buen cliente. Conmigo se mostró no ya esquivo, sino incluso amenazante.
– Pero este tipo de impostores son gente muy lesiva para la Memoria Histórica...
– Por supuesto que hizo daño. Todo ese rollo de que «hizo una gran labor divulgadora» y demás, puede ser, pero con amigos así no necesitamos enemigos. No me cabe duda de que lo que hizo fue nefasto. Marco sabía que eso no iba a ser aceptado por los supervivientes y por eso eligió muy bien su campo de juego al margen de ellos. En la Amical convivió con alguno, pero sabía muy bien quién le podía plantear problemas y quién no. Por ejemplo, coincidió varios años en Barcelona con el exdeportado con Juan de Diego, que era un gran sabio de Mauthausen. Pues bien: no quiso ni acercarse porque consideraba que no iba a colarle nada.
– ¿Qué le pareció la película de Jon Garaño y Aitor Arregi?
– Diría que se puede considerar muy arqueológica porque está muy pegada a la realidad. Se la han trabajado mucho y cuando en los tres últimos minutos se salen de la realidad, no alteran nada de la historia.
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