«Es el tiempo de la cultura más cercana»
Resistencia. Seis profesionales reunidos por DV recuerdan que los teatros, cines y librerías siguen abiertos: «En tiempos oscuros, la cultura nos humaniza y nos une»
Los seis coinciden en que el panorama «es muy duro», recuerdan a los profesionales de la cultura que atraviesan «momentos muy difíciles» y subrayan que ... son muchos los sectores de la sociedad que sufren. Pero a la vez se conjuran en mandar un mensaje de esperanza. «Todo está mal, pero quizás precisamente por eso es tiempo de apostar por la cultura más cercana, la cultura que nos reúne, que nos hace convivir».
¿Un ejemplo? La ausencia de grandes lanzamientos de Hollywood posibilita que ahora haya media docena de producciones vascas en la cartelera. «Y además, funcionando muy bien», remarca Iñaki Elorza, director de la Unidad de Cine de la Sade.
Teatros, cines, museos o librerías siguen abiertos. Con restricciones de aforo y con horarios limitados, pero abiertos. El jueves pasado se esperaban las nuevas decisiones institucionales, pero la cultura 'libró'. Se cerraron bares y restaurantes, pero a diferencia de lo ocurrido en comunidades como Cataluña, aquí teatros y museos mantienen las puertas abiertas. «Respeto mucho a la hostelería, pero quien quiera en estos momentos un espacio de encuentro cálido y seguro, que se acerque a una librería», apunta tímidamente Adolfo López Chocarro, responsable de la librería Zubieta y presidente de los libreros guipuzcoanos. «Quizás es el momento de ir a un teatro y ver una obra o una función de danza», agrega Jon Maya, bailarín, coreógrafo y laureado director de la compañía Kukai de Errenteria. «A veces un espectáculo no cuesta más que una caña en una terraza y, deja poso para reflexionar después».
Empecemos por el principio. Queríamos tomar la temperatura al ánimo de la cultura guipuzcoana. Para ello convocamos a seis profesionales representativos de distintos ámbitos. Y gracias a la gentileza de Donostia Kultura fue el teatro Victoria Eugenia, uno de nuestros clásicos, el escenario de la cita.
Junto a los citados Iñaki Elorza, de la distribución cinematográfica, el librero López Chocarro y Maya, representante de las artes escénicas, aportaron sus opiniones la actriz, escritora, directora y ahora coordinadora del Museo Oiasso de Irun, Aizpea Goenaga, la directora de la galería Arteko, Cristina de la Fuente, y Miguel Martín, director del Jazzaldia y responsable de programación musical de Donostia Kultura y Kursaal Eszena.
Martín, con su apasionamiento habitual, defiende que «tenemos que seguir adelante mientras haya la más mínima posibilidad de hacerlo». «Como programador desde una institución pública siento la obligación de organizar conciertos y actuaciones, y de apostar por los artistas locales. Por un lado, porque la situación impide que vengan muchos nombres de fuera, pero sobre todo porque debemos dar trabajo a nuestros artistas y los trabajadores de la cultura, y hacer posible que se encuentren con el público. Es una cuestión práctica y una cuestión ética».
Miguel Martín subraya que «si hay que adelantar horarios por las nuevas normas, los adelantamos. Si hay que reducir aforos, los reducimos. Si hay que repetir actuaciones para llegar al público interesado, como ocurrió con Izaro, las repetiremos. Pero no podemos parar salvo que llegue la decisión superior de apagar».
Y como ciudadano añade una reflexión. «Cuentan que Winston Churchill, en los años más difíciles en su país, recortaba el presupuesto de todos los lados menos de Cultura, que ejercicio tras ejercicio se mantenía invariable. '¿Por qué no recorta también de ahí?', le preguntaban. Y él respondía: 'Si nos olvidamos de la cultura, ¿para qué estamos haciendo todo lo demás?'. El arte, los creadores, iluminan la sociedad y dan sentido a todo esto».
«La creatividad sobrevive»
Es el mensaje que se repite entre en la charla que mantenemos en la Sala China del Victoria Eugenia: buscar las notas de color que deja una situación negra como la que vivimos. La galerista Cristina de la Fuente explica que esta crisis ha servido para que seis galerías guipuzcoanas se hayan puesto al fin las pilas para coordinarse. «Nuestra situación es complicada porque para los museos somos comercios y para los comercios somos museos. Estamos intentando que las instituciones nos tiendan la mano para sobrevivir, tendiendo lazos entre lo público y lo privado».
Son las paradojas de este tiempo. Las galerías sufren «pero los artistas ven en muchos casos cómo su creatividad se desata ante momentos tan difíciles», dice De la Fuente. «El arte está muy vivo». Y su propia galería, Arteko, es ejemplo estos meses, reconvertida en una especie de casa confinada que muestra el trabajo realizado por los creadores en sus meses de encierro.
Jon Maya se apunta a la praxis de «si se puede hacer, hagámoslo». «Mientras se pueda, actuaremos. A veces hay instituciones o programadores que caen en cierto histerismo y cancelan actuaciones. Aprovechemos la posibilidad, salgamos al encuentro con el público, demos cancha a la cultura. Es triste que la pandemia provoque decisiones dramáticas como el cierre de la hostelería pero recordemos a los ciudadanos que nosotros estamos ahí. Quizás es el momento de que quien no está acostumbrado a ir a un teatro se acerque y se deje sorprender».
El público militante
No todo es negro. Como recuerda Adolfo López Chocarro, «cuando empezó la pandemia hubo quien pronosticó la hecatombe para el sector del libro. Hemos sufrido y estamos sufriendo. Algunos datos apuntan que la facturación del sector en su conjunto ha caído un 25%. Es mucho, pero estamos sobreviviendo».
Recuerda el librero que «hubo campañas de promoción de la lectura y cierta militancia del público lector. La cultura puede ser un faro en estos momentos. Y más en las librerías de cercanía, donde primamos el contacto directo y donde el librero es prescriptor. Estamos ahí. Si la gente no puede juntarse en el bar que venga a perderse entre los libros», apunta con humor el responsable de la librería Zubieta, que piensa que «quizás es momento de que la cultura, tantas veces hermana pobre, dé un golpe en la mesa y recuerde que es alternativa para el bienestar de los ciudadanos, además de motor económico con amplia importancia».
La baza del contacto directo
Cercanía, complicidad, contacto directo. Son las bazas. Iñaki Elorza, director de la Unidad de Cine de la Sade, recuerda que las taquilleras de los cines Príncipe conocen a los clientes y sus gustos y recomiendan directamente la película que saben que va a complacer a los habituales.
Para las salas de exhibición no son momentos fáciles. Otras salas comerciales de Gipuzkoa van a dejar de funcionar desde mañana hasta que lleguen mejores tiempos, pero la Sade, por ahora, continúa, ajustada a los aforos y los nuevos horarios. «Aguantamos razonablemente bien», dice Elorza, «aunque somos el eslabón más débil de la cadena. Las grandes empresas de Hollywood están retrasando sus estrenos y faltan películas que arrastren al público».
Pero cada crisis tiene su oportunidad. «A falta de grandes lanzamientos norteamericanos estamos apostando por cine cercano y el público responde. Ahora mismo hay cinco películas en euskera en la cartelera que están funcionando bien, producciones españolas, títulos europeos... Ante la competencia de las grandes plataformas y la tentación de ver el cine en la tele o en el ordenador hay espectadores que mantienen la asistencia a la sala».
Es el 'quid' para los seis invitados: la cultura presencial, la experiencia de compartir, socializar aunque sea con mascarilla y distancia social. Todo está mal, pero hay resquicios para la esperanza, se despiden los seis cuando la charla termina. «Lo fácil sería no hacer nada, pero hay que vivir cada concierto, cada actuación, como un hito, como una batalla ganada», cierra Jon Maya.
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