Borrar
La director foral de Cultura, María José Telleria, Xabier Peñalver y el alcalde de Deba, Pedro Bengoetxea. MORQUECHO
La cueva de Praileaitz ya estaba habitada hace unos 200.000 años

La cueva de Praileaitz ya estaba habitada hace unos 200.000 años

En la última campaña, dirigida por Xabier Peñalver, han aparecido restos líticos y de fauna del Paleolítico Inferior, «los momentos más antiguos de la Prehistoria», entre ellos el hueso de un gran mamífero que podría ser un antiguo elefante o un mamut

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Lunes, 25 de febrero 2019, 13:27

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En Praileaitz I, la cueva de Deba que descubrieron en 1983 Mikel Sasieta y Juan Arruabarrena, primero se encontraron, con el cambio de siglo, 23 colgantes bellísimos del Magdaleniense Inferior. Eran piezas elaboradas en el tramo final del Paleolítico, el Paleolítico Superior, hace unos 15.000 años, por hombres y mujeres cromañón. Más adelante, en 2006, hallaron pinturas ruprestres -una serie puntos y líneas en color ocre y rojo- del mismo período, que invitaron a pensar en los rituales que oficiaba en aquellas salas algún chamán o chamana. Sin embargo, esos hallazgos -que ya habían convertido la cueva en un yacimiento de singular valor-, son vestigios casi modernos si se comparan con los que se han realizado en la última campaña de excavación, la 2017-2018, dirigida como las anteriores por el arqueólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Xabier Peñalver, en la que se han encontrado restos del Paleolítico Inferior, el Paleolítico más antiguo, muy escasos en Gipuzkoa. Hasta la fecha, la principal referencia para ese período que puede conducirnos hasta hace 200.000 años era la cueva de Lezetxiki, en Arrasate.

Los hallazgos no se han realizado en la cavidad que hasta la fecha ha sido considerada la principal, la que aportó la primera información sobre la actividad humana en Praileaitz I, y la que obligó a proteger un yacimiento que el avance de la cantera tenía previsto destruir, sino en el espacio en el que se viene trabajando estos últimos años.

Una nueva y diminuta entrada escondida en la maleza, localizada en 2014 en un punto de muy difícil acceso de la ladera en la que se encuentra la cueva, indujo a pensar que quienes aseguraban que en Praileaitz I podía haber más galerías con contenido arqueológico estaban en lo cierto. Y lo estaban. Las cuatro campañas de excavación que se han realizado en esa cavidad ya habían proporcionado vestigios de hace 80.000-100.000 años, demostrando que la ocupación de Praileaitz I, una de las cuevas de la zona donde se ha podido confirmar la presencia de neandertales, era muy anterior a lo que se creía. Así, también quedaba documentado el Paleolítico Medio, y se vaticinaban nuevos e importantes descubrimientos.

«Ya trabajaban y cazaban allí»

Confirmando una vez más las previsiones de los arqueólogos, el material que se ha encontrado en Praileaitz I en la campaña más reciente obliga a remontarse en el pasado entre 150.000 y 200.000 años -la datación más precisa, la que se ha realizado a unos colmillos de oso, habla de 173.000 años- y, como ha indicado Peñalver, «muestra que en un pasado tan remoto en Praileaitz I ya había una población que trabajaba, cazaba y consumía en la cueva». Tal como han destacado en la presentación de los hallazgos que ha tenido lugar esta mañana en el palacio foral, con la participación de la directora de Cultura, María José Telleria; el alcalde de Deba, Pedro Bengoetxea, y el propio Peñalver, «en un espacio de apenas media docena metros cuadrados han aparecido en la campaña correspondiente a 2018 abundantes herramientas de piedra y restos de animales consumidos con la antigüedad citada; entre estos últimos destaca el hueso de un gran mamifero de la familia de los elefantes y tres piezas dentarias de oso que han permitido la datación de este antiquísimo nivel de ocupación humana». Los restos de industria lítica y los colmillos de oso han sido expuestos durante la presentación, pero el hueso del gran mamífero, un fragmento de calcáneo de unos 30 centímetros, está siendo tratado en Gordailu.

Imágenes de la cavidad en la que se han realizado los hallazgos, de las piezas mostradas en la presentación, (a la derecha, tres piezas dentarias de oso), y de trabajos de excavación.,
Imagen principal - Imágenes de la cavidad en la que se han realizado los hallazgos, de las piezas mostradas en la presentación, (a la derecha, tres piezas dentarias de oso), y de trabajos de excavación.,
Imagen secundaria 1 - Imágenes de la cavidad en la que se han realizado los hallazgos, de las piezas mostradas en la presentación, (a la derecha, tres piezas dentarias de oso), y de trabajos de excavación.,
Imagen secundaria 2 - Imágenes de la cavidad en la que se han realizado los hallazgos, de las piezas mostradas en la presentación, (a la derecha, tres piezas dentarias de oso), y de trabajos de excavación.,

Una de las particularidades del hallazgo de Praileaitz radica en que, a diferencia de otros vestigios que han aparecido de manera descontextualizada, «los distintos elementos han aparecido en un espacio estratificado», lo que permite a los especialistas leer con más precision lo que cuentan las sucesivas capas en las que se han ido depositando los restos de diferentes períodos prehistóricos.

¿Quiénes eran?

Y los vestigios no son pocos. Aunque se ha exhibido una pequeña parte -unos fragmentos tallados que encajan y forman una pieza; algunas lascas o restos de un proceso de fabricación de piezas de piedra y las piezas dentarias de un oso-, en total se han obtenido 578 restos de fauna que, al igual que los vestigios de flora, están siendo objeto de estudio. Además de la información específica que darán sobre la ocupación de la cueva, ayudarán a datar con más precisión unos materiales que, en principio, corresponderían a la Glaciación Riss, la penúltima del cuaternario, que comenzó hace 200.000 años y finalizó hace 140.000 años y en la que se intercalaron períodos más cálidos, y épocas más frías. «Si vemos que en los restos de fauna predominan los de reno -ha indicado Peñalver-, estaríamos hablando de un período frío; si los restos son de mono, se trataría de un período más cálido».

«No se puede descartar, pero tratándose de períodos tan antiguos es muy difícil que aparezcan restos humanos»

xabier peñalver

La pieza más llamativa del conjunto puede ser el hueso de un gran mamífero de la familia de los elefantes, que mide en torno a los 30 centímetros, unas dimensiones muy considerables teniendo en cuenta que se trata de un fragmento de una pata de paquidermo. Todavía está pendiente de determinar si el hueso, analizado por el paleontólogo Pedro Castaños, pertenece a un 'Elephas antiquus', el extinto elefante europeo, o a un mamut. En cualquier caso, se trataría de animales de 6 u 8 toneladas de peso, bastante mayores que sus descendientes más conocidos, los elefantes africanos.

Esas dimensiones harían complicado que quienes ocupaban Praileaitz o las cuevas próximas, muy abundantes en la zona, pudieran cazar con las herramientas de las que disponían ejemplares adultos de especies de semejante envergadura y fortaleza. Dado que está claro que, de un modo y otro, los capturaron y lo consumieron, Peñalver ha planteado dos hipótesis: o practicaban el 'carroñismo' con individuos viejos, debilitados o muertos, o cazaban ejemplares jóvenes, más pequeños y fáciles de capturar.

Respecto a los responsables de esas acciones tampoco hay mucha concreción, ya que «no se puede precisar si esos tipos humanos del Paleolítico más antiguo eran prenenandertales o neandertales antiguos». Encontrar restos humanos ayudaría a aclarar la cuestión pero, como ha afirmado Xabier Peñalver, «aunque no se pueda descartar, tratándose de períodos tan antiguos es muy difícil».

Debate sobre la protección

Como se recordará, Praileaitz I, que se encuentra en una colina que ha sido radicalmente transformada por la actividad de una cantera, dio lugar tras los primeros hallazgos a un largo y tenso debate acerca de su régimen de protección, que finalmente se saldó con un decreto del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco que estableció la protección máxima en un radio de 65 metros de la cavidad principal, y diversas medidas de restricción y control de la actividad canteril en las zonas colindantes.

Desde el momento en que se produjeron los hallazgos, tanto Xabier Peñalver como la Sociedad de Ciencias Aranzado y los partidarios de extremar la protección y reducir al máximo o paralizar la actividad de la cantera aseguraban que todos los indicios apuntaban a la existencia de otras galerías, en las que había grandes probabilidades de hallar más materiales arqueológicos y paleontológicos. Así ha sido proceden, como se ha indicado, de una galería cuya existencia intuyeron cuando encontraron un pequeño acceso en la ladera pero que no constaba en los planos iniciales.

Según ha adelantado Peñalver, además, el uso del georradar ha desvelado que hay zonas en las que los sedimentos arqueológicos alcanzan varios metros de espesor. Por lo tanto, aunque en la comparecencia de esta mañana las respuestas a las preguntas realizadas al respecto han sido bastante vagas, no se puede descartar que se reavive el debate sobre la protección de Praileaitz. «Estamos jugando con fuego», se ha limitado a decir Xabier Peñalver, quien ha anticipado que «cualquier día vamos a aparecer en el corte de la cantera».

María José Tellería, por su parte, ha garantizado que la Diputación Foral seguirá apoyando las investigaciones arqueológicas en el territorio, y la recordado que el plazo para solicitar las subvenciones que el ente foral destina a esas tareas permanecerá abierto hasta el 22 de marzo.

La directora foral de Cultura ha adelantado igualmente que la Diputación está trabajando con el Geoparque de la Costa Vasca y el Ayuntamiento de Deba en la posibilidad de que la cueva Ermitia, muy cercana a Praileaitz I y de grandes dimensiones, pueda ser el recinto en el que se de a concocer la «espectacular riqueza arqueológica del bajo valle del Deba, que cuenta con numerosos yacimientos en los términos municipales de Deba, Mutriku y Mendaro.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios