Crítica de 'Ne Zha 2': Creatividad desbordante

En 'Ne Zha 2' todo es a lo grande. Tras el bombazo de 'Ne Zha' en 2019, durante cinco años han estado trabajando Yu Yang y un equipo de 4.000 personas, el doble que en la primera, para producir 2.400 planos, 1.900 de ellos con efectos especiales.

Más allá del esfuerzo de producción, estamos ante una película desbordante, por momentos casi apabullante. Con una creatividad visual alucinante, sin descanso y desde el primer minuto hasta el 143 mezcla mitos algo enrevesados, peleas espectaculares, escenarios bellísimos, relaciones familiares tortuosas, seres extravagantes, momentos cómicos (de humor por momentos algo grueso) y otros épicos. Escenas grandiosas y bromas infantiles. El cóctel, bien agitado, resulta irresistible.

Estamos ante la eterna lucha entre el bien y el mal, y hasta tiene el tópico personaje que parece bueno pero no. Sin embargo, la sensibilidad oriental hace que, como en la vida, todo sea más complejo, con personajes ambivalentes e imprevisibles, empezando por ese Ne Zha que por origen es un demonio ojeroso, vulgar y chulillo pero que emprende su propio camino. Y que durante gran parte de la película comparte su cuerpo con el bueno de Ao Bing. Como dicen, son «demasiado jóvenes para tener miedo».

'Ne Zha 2', en fin, es un espectáculo grandioso y complejo que combina la sensibilidad más sutil con un cerdo que vuela y se echa pedos.